lunes, 10 de junio de 2019

PLANIFICACIÓN DE LA CONTINUIDAD

Imagen de "Sol 91.5"
Por Roberto Marra
No existe en nuestro País una impronta planificadora de los gobiernos, como no sean los presupuestos que son, además, dibujados con la solvencia característica de los contadores, hábiles reseñadores de realidades económico-financieras ficticias. Después de eso, ni siquiera se terminan aplicando los montos asignados a los rubros correspondientes, para terminar en un verdadero desquicio de partidas volando de un ministerio a otro, tratando de cubrir agujeros o de beneficiar a algún relevante amigo del Poder.
Sin embargo, eso no significa que renieguen del todo de las previsiones, siempre y cuando se las pueda hacer coincidir con determinados momentos del desarrollo de las gestiones de las que se trate. Es por eso que vemos, habitualmente, inauguraciones “extrañamente” coincidentes con los períodos pre-electorales, tiempo en el cual parece haber una cadena interminable de actos protocolares abriendo escuelas y hospitales, colocando piedras fundamentales de futuros edificios, entregando llaves de viviendas o cortando la cinta de una calle recién asfaltada, todas obras que demoraron con inocultable desdén hasta los últimos días de la gestión en curso.
Hay cosas peores, como inaugurar edificios vacíos, donde lo terminado solo es la fachada. O hacer discursos autoadjudicándose obras que hicieron gestiones anteriores o de otro nivel juridisccional. O realizar re-inauguraciones de trabajos “eternamente” en construcción, lo cual sería el mejor de los mundos para estos gestores inescrupulosos, cuyos objetivos no van más allá de mantenerse en el sitio donde lograron conformar una base pródiga en beneficios para quienes integran la organización política que los sustenta.
Todo esto no implican planificaciones precisas de los movimientos y las acciones de gobierno en busca de nobles objetivos de desarrollo, sino de maniobras que buscan seducir a un electorado siempre apremiado por necesidades y demandante de soluciones que nunca se alcanzan a terminar del todo, un sistema muy eficaz para reclamar la repetición de los votos que, les aseguran, harán posibles los finales de todas sus urgencias.
La Provincia de Santa Fe es todo un arquetipo en ese sentido. La consolidación de los actuales gobernantes se basa en esos movimientos de pinzas entre las necesidades insatisfechas y las promesas de sus finales siempre inminentes, los cuales serán posibles solo después de la elecciones correspondientes, siempre y cuando ellos mismos sean los triunfadores.
Con la astucia que los caracteriza, han sabido generar un discurso que intenta colocarse en medio de la distancia que separa eso que llaman “populismo” y la opción abiertamente oligárquica. En términos actuales, se podría decir que están parados sobre la “grieta”, donde en vano intentan mostrarse como quienes podrán “cerrarla” y así convertirse en adalidades de “una nueva República”.
Herederos de sentimientos profundamente “gorilas”, entablan relaciones con lo peor del estáblismenth neoliberal, asentando sus políticas en los paradigmas dictados por esas verdaderas cloacas intelectuales. Pero lo presentan como parte de grandes elaboraciones futurísticas, maquetadas para ofrecer ilusiones de finales felices a corto plazo, las cuales se correrán, invariablemente, hasta los últimos meses o días previos al acto electoral.
El desafío de vencer a estos expertos en el teatro electoralista y el maquillaje gubernamental, no es tarea que demande simples y suaves posturas mediáticas a los opositores. Se trata de un reto para mostrar verdades contundentes con discursos directos, sin medias tintas obsecuentes con el Poder Real. Es cuando el conocimiento y la voluntad de cambios reales deben saltar a la vista de quienes esperan y buscan la alternativa que les modifique de verdad sus vidas miserables, cansados de ver la enésima inauguración de algún gran edificio vacío, mientras empujan sus carritos cirujeando basuras ajenas, como parte del único acto de planeamiento que se viene cumpliendo sin errores: multiplicar la pobreza y concentrar la riqueza.

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