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Hay demasiadas efemérides en el
calendario. Uno se está recuperando de la resaca del "Día del alumno
recibido con menos de cinco" y ya tiene que brindar por el "Día del
escritor", el "Día del músico", el "Día de los
refugiados", y como remate llega el "Día del padre", donde uno
se ve obligado a sacarse selfies con los hijos (qué molestos) y a poner cara de
buena gente y buen padre. ¡Vaya al rincón, carajo! Y si te olvidaste del
"Día de la esposa" o el "Día de los enamorados", agarrate
Catalina, que corre peligro tu vida. Luego, gente que entiende cómo funciona el
mundo me explicó que era una avivada de los comerciantes, y así un domingo un
hijo le compra un regalo a la madre; el siguiente, la madre al abuelo, el
abuelo al padre y el padre al hijo. Y el mundo sigue andando.