(Reflexiones sobre la historia inmediata argentina y lo que se viene)
Por Fernando Pisani*
“La democracia es buena si es de elite, o si sirve para mantener y acrecentar los poderes económicos instituidos. Si no, es totalitarismo o populismo demagógico”. Tal es el una de las concepciones dominantes en Argentina sobre la democracia y el voto popular, aunque rara vez se expresará con esa claridad.
La antipolítica, como estrategia de dominación, tiene su correlato en un modelo de democracia que en vez de posibilitar a los sectores populares participar y ejercer alguna cuota de poder, sirve para quitárselos y para legitimar medidas en contra de ellos.
El último proceso electoral nos da una oportunidad única para poner en evidencia de qué manera, durante estos últimos 100 años, se han construido dispositivos que quitan el poder a la gente común, e incluso la manera que esta gente común cede su poder a los grandes grupos dominantes.