Por Horacio Brignone*
Hoy quería referirme a una tarea encargada a la UNASUR, bajo la presidencia de Néstor Kirchner: El tratamiento del pedido de Brasil para que se pronuncie a favor del acuerdo logrado por ese país y Turquía… con Iran, a cuyas autoridades convencieron de enriquecer uranio fuera de su pais y desmontar así toda la parafernalia mediática urdida por EEUU e Israel tendiente a demostrar que Iran se encaminaba a construir bombas atómicas, tan verosímil como las armas de destrucción masiva de Sadam.
lunes, 31 de mayo de 2010
domingo, 30 de mayo de 2010
LA SEMANA INTERNACIONAL - 23 A 29 DE MAYO DE 2010
Por Walter Paz*
Y en la edición pasada de Sudestada hacíamos mención al acuerdo alcanzado entre Irán Turquía y Brasil, todo gestión del Presidente Lula, acerca de enriquecer el uranio iraní en Turquía y luego devolverlo a Irán. Bien, en el diario paulista Folha do Sao Pablo apareció publicado una carta de Barack Obama dirigida a Lula y a Erdogan, ambos mandatarios de Brasil y Turquía con fecha 20 de abril en la que los EE.UU. se sentirían complacidos si Irán enriqueciera su uranio en otro Estado. El acuerdo alcanzado en Teherán -Lula mediante- a mediado de este mes de mayo es prácticamente lo que expresaba el Presidente yanqui en esa misiva. Sin embargo, la postura yanqui apenas conocido ese acuerdo fue de franca hostilidad, lo cual disparó el enojo -para nada disimulado- de Erdogan y de Lula, por el contrario los EE.UU. redoblaron sus esfuerzos por lograr algún tipo de sanción internacional a la República Islámica de Irán.
Peor todavía, frente a la lógica iracundia del mandatario turco y el brasilero, automáticamente salió a hacer declaraciones la jefa de la diplomacia estadounidense Hillary Clinton y dijo “sin dudas, tenemos serios desacuerdos con la política diplomática de Brasil hacia Irán”. El turco Erdogan reconocido por sus pares de la OTAN como un personaje moderado, dejó de lado toda moderación y le dijo al gobierno yanqui que ellos, Turquía y Brasil, no necesitan pedirle permiso a nadie para actuar y sostuvo que redoblarían esfuerzos por concretar la iniciativa con Irán porque es una buena decisión tendiente a mantener la paz mundial.
Y es que las actitudes cambiantes del imperialismo norteamericano parecen demasiado a una excusa, tal como fue usada -justamente como excusa- la argumentación de la existencia de armas de destrucción masiva en el Irak de Saddam Husein, en este caso pareciera que hay una postura decidida de parte yanqui de intervenir militarmente en Irán para instalar un gobierno títere y de paso saquear el petróleo iraní, tal cual hicieron y hacen en Irak y en parte en Afganistán.
Mientras, en la política interna de los EE. UU. el Presidente Obama suspendió toda exploración, perforación y concesión en la zona marítima yanqui del Golfo de México, en la costa frente al Estado de Virginia y frente a las costas de Alaska. En estos momentos el Gobierno de Obama debe afrontar una crítica inmisericorde respecto a una supuesta falta de reflejos de su administración al declararse las catástrofe, al tiempo que también debe hacerse cargo de una legislación votada durante la administración Bush que favorecía directamente a las compañías petroleras al eliminar controles y medidas de seguridad. El Estado norteamericano estima que hasta ahora han ingresado al mar una cifra imprecisa entre 80 y 150 millones de litros de crudo, una cifra astronómicamente superior a la argüida por la empresa involucrada British Petroleum.
Si bien siempre hemos tenido una actitud crítica hacia Obama, va a ser interesante ver cómo funciona esta actitud de Obama de intervenir en el mercado petrolero, ver cómo reaccionan las corporaciones; y más teniendo en cuenta que apenas una semana atrás esta administración sufrió un revés al intentar tratar en el Senado la reforma financiera, que incluye una mayor regulación de las actividades de Wall Street. En el Congreso ya fue aprobada la reforma, pero en el Senado rebotó por los votos contrarios de los republicanos más algunos díscolos demócratas.
Un poco más al sur, ya en nuestra Latinoamérica, Colombia tiene jornada electoral este domingo. Desde el lunes que comenzó la veda política y según la mayoría de los analistas hay dos candidatos con posibilidades ciertas, el oficialista Santos defensor de las políticas del Gobierno de Uribe y directo responsable del bombardeo en tierra ecuatoriana de un asentamiento de las FARC y que pusiera fin a la vida de un jefe guerrillero Raúl Reyes; y el otro candidato es de nombre difícil: Aurelijus Rutenis Antanas Mockus Šivicka, descendiente de lituanos venidos a Colombia tras la II GM. Antonio para sus allegados, está marcado por las guerras o la violencia, y en entrevista con un periódico y llorando contaba que allá en Lituania sus padres sufrieron invasiones por ambos lados, la alemana y la soviética, una profesora cercana a su núcleo familiar fue fusilada, un abuelo fue desterrado a un gulag en Siberia. Y detalla que actualmente en su casa está acostumbrado a guardar alimentos, sobre todo conservas porque nunca se sabe qué puede pasar dice. Es una persona de 58 años y con mal de parkinson, con un elevado nivel intelectual, es filósofo y matemático, en esta campaña hizo profuso uso de lo mediático y sobre todo de internet.
A comienzos de abril su candidatura apenas alcanzaba una intención de voto del 10%, sin embargo hoy las cifras llegan al 40%, supuestamente superando al candidato oficialista, lo que también indica que habría segunda vuelta, y en este caso muchos auguran la derrota del oficialismo de Uribe. Mockus fue en dos oportunidades alcalde de Bogotá, creo su propio partido el Verde, y está por fuera de la estructura tradicional de partidos que siempre han dominado la política colombiana.
Y así como fue signado por la violencia que sufrieron sus padres y abuelos en Europa, también el está signado por la vida en Colombia que se debate en la violencia desde hace décadas, en este sentido Mockus hace hincapié en la legalidad para afrontar cualquier problema en Colombia, y de ahí su crítica al Gobierno de Uribe, dice que no se puede enfrentar a grupos ilegales como las FARC o el ELN con otros grupos ilegales vinculados a la narcopolítica o a la parapolítica. Por estos días, las FARC ya anunciaron que rechazan el acto eleccionario.
Y para el final un par de comentarios sobre los festejos del Bicentenario que vivimos este fin de semana largo que pasó. Cuando en Europa se reúnen los Jefes de Estado integrantes del G7 o G8 en alguna ciudad del viejo continente, esa ciudad debe ser blindada con 20.000 o 30.000 efectivos de las fuerzas de seguridad del país anfitrión y durante 24 o 48 horas se la pasan peleando, incluso cuerpo a cuerpo con los miles y miles de manifestantes que concurren de los cuatro costados a repudiar esas presencias. Este martes vimos y muchos vivieron que casi una decena de Presidentes latinoamericanos caminaron entre la gente como si nada, y por las dudas luego del mapping sobre la fachada del Cabildo, volvieron a caminar trasladándose hasta el palco acondicionado para presenciar el super-desfile con carrozas alegóricas organizado por la agrupación “Fuerza Bruta”.
Desde el fallido atentado del turco Alí Agka contra la vida del ya desaparecido Juan Pablo II en 1981, ningún Papa suele aventurarse fuera del vehículo blindado ya bautizado como el “papamóvil”. Es decir, ni el Papa puede hacer lo que hicieron el martes 25 de mayo aquí en Argentina, nuestra Presidenta, su marido el ex-presidente y 7 presidentes más, mezclarse, hablarse, saludarse, moverse entre la gente. Esto en Europa, no se consigue.
*Columna del Programa Sudestada
emitido por Radio Nacional Rosario AM1300
Y en la edición pasada de Sudestada hacíamos mención al acuerdo alcanzado entre Irán Turquía y Brasil, todo gestión del Presidente Lula, acerca de enriquecer el uranio iraní en Turquía y luego devolverlo a Irán. Bien, en el diario paulista Folha do Sao Pablo apareció publicado una carta de Barack Obama dirigida a Lula y a Erdogan, ambos mandatarios de Brasil y Turquía con fecha 20 de abril en la que los EE.UU. se sentirían complacidos si Irán enriqueciera su uranio en otro Estado. El acuerdo alcanzado en Teherán -Lula mediante- a mediado de este mes de mayo es prácticamente lo que expresaba el Presidente yanqui en esa misiva. Sin embargo, la postura yanqui apenas conocido ese acuerdo fue de franca hostilidad, lo cual disparó el enojo -para nada disimulado- de Erdogan y de Lula, por el contrario los EE.UU. redoblaron sus esfuerzos por lograr algún tipo de sanción internacional a la República Islámica de Irán.
Peor todavía, frente a la lógica iracundia del mandatario turco y el brasilero, automáticamente salió a hacer declaraciones la jefa de la diplomacia estadounidense Hillary Clinton y dijo “sin dudas, tenemos serios desacuerdos con la política diplomática de Brasil hacia Irán”. El turco Erdogan reconocido por sus pares de la OTAN como un personaje moderado, dejó de lado toda moderación y le dijo al gobierno yanqui que ellos, Turquía y Brasil, no necesitan pedirle permiso a nadie para actuar y sostuvo que redoblarían esfuerzos por concretar la iniciativa con Irán porque es una buena decisión tendiente a mantener la paz mundial.
Y es que las actitudes cambiantes del imperialismo norteamericano parecen demasiado a una excusa, tal como fue usada -justamente como excusa- la argumentación de la existencia de armas de destrucción masiva en el Irak de Saddam Husein, en este caso pareciera que hay una postura decidida de parte yanqui de intervenir militarmente en Irán para instalar un gobierno títere y de paso saquear el petróleo iraní, tal cual hicieron y hacen en Irak y en parte en Afganistán.
Mientras, en la política interna de los EE. UU. el Presidente Obama suspendió toda exploración, perforación y concesión en la zona marítima yanqui del Golfo de México, en la costa frente al Estado de Virginia y frente a las costas de Alaska. En estos momentos el Gobierno de Obama debe afrontar una crítica inmisericorde respecto a una supuesta falta de reflejos de su administración al declararse las catástrofe, al tiempo que también debe hacerse cargo de una legislación votada durante la administración Bush que favorecía directamente a las compañías petroleras al eliminar controles y medidas de seguridad. El Estado norteamericano estima que hasta ahora han ingresado al mar una cifra imprecisa entre 80 y 150 millones de litros de crudo, una cifra astronómicamente superior a la argüida por la empresa involucrada British Petroleum.
Si bien siempre hemos tenido una actitud crítica hacia Obama, va a ser interesante ver cómo funciona esta actitud de Obama de intervenir en el mercado petrolero, ver cómo reaccionan las corporaciones; y más teniendo en cuenta que apenas una semana atrás esta administración sufrió un revés al intentar tratar en el Senado la reforma financiera, que incluye una mayor regulación de las actividades de Wall Street. En el Congreso ya fue aprobada la reforma, pero en el Senado rebotó por los votos contrarios de los republicanos más algunos díscolos demócratas.
Un poco más al sur, ya en nuestra Latinoamérica, Colombia tiene jornada electoral este domingo. Desde el lunes que comenzó la veda política y según la mayoría de los analistas hay dos candidatos con posibilidades ciertas, el oficialista Santos defensor de las políticas del Gobierno de Uribe y directo responsable del bombardeo en tierra ecuatoriana de un asentamiento de las FARC y que pusiera fin a la vida de un jefe guerrillero Raúl Reyes; y el otro candidato es de nombre difícil: Aurelijus Rutenis Antanas Mockus Šivicka, descendiente de lituanos venidos a Colombia tras la II GM. Antonio para sus allegados, está marcado por las guerras o la violencia, y en entrevista con un periódico y llorando contaba que allá en Lituania sus padres sufrieron invasiones por ambos lados, la alemana y la soviética, una profesora cercana a su núcleo familiar fue fusilada, un abuelo fue desterrado a un gulag en Siberia. Y detalla que actualmente en su casa está acostumbrado a guardar alimentos, sobre todo conservas porque nunca se sabe qué puede pasar dice. Es una persona de 58 años y con mal de parkinson, con un elevado nivel intelectual, es filósofo y matemático, en esta campaña hizo profuso uso de lo mediático y sobre todo de internet.
A comienzos de abril su candidatura apenas alcanzaba una intención de voto del 10%, sin embargo hoy las cifras llegan al 40%, supuestamente superando al candidato oficialista, lo que también indica que habría segunda vuelta, y en este caso muchos auguran la derrota del oficialismo de Uribe. Mockus fue en dos oportunidades alcalde de Bogotá, creo su propio partido el Verde, y está por fuera de la estructura tradicional de partidos que siempre han dominado la política colombiana.
Y así como fue signado por la violencia que sufrieron sus padres y abuelos en Europa, también el está signado por la vida en Colombia que se debate en la violencia desde hace décadas, en este sentido Mockus hace hincapié en la legalidad para afrontar cualquier problema en Colombia, y de ahí su crítica al Gobierno de Uribe, dice que no se puede enfrentar a grupos ilegales como las FARC o el ELN con otros grupos ilegales vinculados a la narcopolítica o a la parapolítica. Por estos días, las FARC ya anunciaron que rechazan el acto eleccionario.
Y para el final un par de comentarios sobre los festejos del Bicentenario que vivimos este fin de semana largo que pasó. Cuando en Europa se reúnen los Jefes de Estado integrantes del G7 o G8 en alguna ciudad del viejo continente, esa ciudad debe ser blindada con 20.000 o 30.000 efectivos de las fuerzas de seguridad del país anfitrión y durante 24 o 48 horas se la pasan peleando, incluso cuerpo a cuerpo con los miles y miles de manifestantes que concurren de los cuatro costados a repudiar esas presencias. Este martes vimos y muchos vivieron que casi una decena de Presidentes latinoamericanos caminaron entre la gente como si nada, y por las dudas luego del mapping sobre la fachada del Cabildo, volvieron a caminar trasladándose hasta el palco acondicionado para presenciar el super-desfile con carrozas alegóricas organizado por la agrupación “Fuerza Bruta”.
Desde el fallido atentado del turco Alí Agka contra la vida del ya desaparecido Juan Pablo II en 1981, ningún Papa suele aventurarse fuera del vehículo blindado ya bautizado como el “papamóvil”. Es decir, ni el Papa puede hacer lo que hicieron el martes 25 de mayo aquí en Argentina, nuestra Presidenta, su marido el ex-presidente y 7 presidentes más, mezclarse, hablarse, saludarse, moverse entre la gente. Esto en Europa, no se consigue.
*Columna del Programa Sudestada
emitido por Radio Nacional Rosario AM1300
sábado, 29 de mayo de 2010
CIVILIZADOS Y BÁRBAROS
Por Sandra Russo*
Era previsible, aunque aun así parecía descabellado: a la magnífica fiesta del Bicentenario iba a seguirle el revival de una de las falsas opciones no saldadas de la argentinidad. Era previsible quizá precisamente por lo descabellado, porque la reacción es así, siempre fue así, salvaje, demente en su capricho de etiquetarse superior a los otros. Pero aun así, no deja de azorar el incipiente replanteo del binomio civilización o barbarie. Esa es la estructura, el mito que late bajo las impresiones de algunos analistas de derecha. Es que es un mito fundante de la derecha argentina. La opción entre civilización y barbarie tiene un solo emisor, puesta en términos de la comunicación, y es después de todo una vigorosa comunicación histórica. Quien emite, en su origen y luego a lo largo de 200 años, da por cierto, al hacerlo y por el solo hecho de afirmar (se trata de una afirmación) que hay algo arriba, antológicamente, y algo abajo. La frase admite una superioridad.
Las palabras pueden ser reemplazadas, pero el enfoque es el mismo. La cultura o la ignorancia, lo blanco o lo negro, lo europeo o lo latinoamericano, los seres pensantes y la masa, el Colón o la 9 de Julio, lo exquisito y lo popular. Sólo algunas veces en la historia el sentido común argentino fue perforado por la inversión de los términos.
Pero esta vez, si uno enfoca sin mucho esfuerzo la escena, ve que en lo exquisito se coló Ricardo Fort, que no tiene pruritos con las bellas artes, ya que le dice al movilero que su familia ha tenido toda la vida un palco en el Colón. La nota con Fort se interrumpe porque llega Cobos. Todos llegan con sus galas, que son parte constitutiva del artificio de “lo exquisito”. Aquí las formas lo son todo. Las señoras han sacado a relucir las pieles que ya con esto de la ecología se usan poco. Incluso han podido sacar de las cajas de seguridad las joyas, en un gesto patriótico que ha dejado en suspenso el miedo de vivir en este país, la inseguridad reinante en este país. Travestido en un teatro dador de Oscar más que de obras de arte, el Colón tiene alfombra roja para que allí las estrellas den las notas.
Es que el Colón hace rato que no es lo que era, y hace rato también que muchas cosas ya no son lo que eran, lo que alguna vez fueron o pretendieron ser. Probablemente, si el macrismo hubiera tenido a su cargo el escenario de la 9 de Julio, las frases de Moreno, San Martín, el Che, Jauretche o Perón que pasaban en esa cinta sinfín hubiesen sido reemplazadas por publicidad de barritas de cereal Fel-Fort.
“Lo exquisito”, ya entre comillas, fue usurpado por estrellas de televisión y ricos sueltos que en los ’90 les arrebataron sus bastiones a la clase beneficiaria del Primer Centenario. Los medios electrónicos y el neoliberalismo alteraron para siempre el paisaje de patricios con antepasados militares que guerrearon en la segunda mitad del siglo XIX. No queda nada de aquellas niñas miss Mary que pudieron ser las hermanas Ocampo, o de una díscola genial como Sara Gallardo, que pudo ver el pecado de su estirpe. No hay nada de austeridad aristocrática. Los medios y el neoliberalismo han hecho que mostrarse electrónicamente sea el gesto natural del famoso que llega a alguna parte. Y el famoso no habla de arte, claro. Habla de lo que se opuso, de quién la peinó, de su vestido, de lo feliz que se siente por participar de esa fiesta tan importante en ese lugar que es un orgullo argentino.
Y también pasa que el orgullo argentino se empieza a despertar en otra parte. Allí a lo lejos, donde el emisor oficial de la argentinidad ubica a la barbarie. Todo cambia cuando el bárbaro advierte que no es bárbaro, sino que así lo ha llamado su conquistador. Y en el fondo de todo, siempre está el lenguaje. Los bárbaros que rodeaban a los griegos, los que siglos después rodearon al imperio romano o los que mucho más tarde rodearon la Bastilla, hablaban mal. El origen de ese mito fundante de Occidente, porque hasta ahí se remonta esta trama, es sencillo: los primeros bárbaros no “hablaban mal” sino otro idioma. El mito se origina en la ignorancia de los griegos: no sabían en qué idioma hablaban esos otros.
En la Argentina también hablamos distinto idioma, con la fuerza que tiene esa expresión, los que vibramos y sentimos el goce de mezclarnos, de rozarnos, de abrazarnos, de llorar en el hombro de otro, de agitar banderas, de gritar hasta quedarnos doloridos, de sostenernos horas en nuestros pies, de sonreírnos con desconocidos, de aceptar un mate al paso, de vivir esa experiencia alucinógena de ser millones y estar felices.
La reacción se defiende viendo otra cosa. No puede ver más que la masa o la chusma. No tiene otra cosa en la cabeza, ni en el alma ni en la mirada. No hay, en ese emisor histórico que resurge cada tanto, ninguna posibilidad de multitudes felices. Es más. Ese emisor cumple la función de mantener sojuzgadas a las multitudes para que nunca dejen de sentirse bárbaras.
Los verdaderos cambios, lo que no son cosméticos, sino rasguños en la costra del statu quo, suponen una revolución simbólica. Porque siempre el sujeto del cambio es el bárbaro que se libera de la mirada del griego o del romano y empieza a nombrarse a sí mismo de otra manera.
*Publicado en Página12 - 29/05/2010
Era previsible, aunque aun así parecía descabellado: a la magnífica fiesta del Bicentenario iba a seguirle el revival de una de las falsas opciones no saldadas de la argentinidad. Era previsible quizá precisamente por lo descabellado, porque la reacción es así, siempre fue así, salvaje, demente en su capricho de etiquetarse superior a los otros. Pero aun así, no deja de azorar el incipiente replanteo del binomio civilización o barbarie. Esa es la estructura, el mito que late bajo las impresiones de algunos analistas de derecha. Es que es un mito fundante de la derecha argentina. La opción entre civilización y barbarie tiene un solo emisor, puesta en términos de la comunicación, y es después de todo una vigorosa comunicación histórica. Quien emite, en su origen y luego a lo largo de 200 años, da por cierto, al hacerlo y por el solo hecho de afirmar (se trata de una afirmación) que hay algo arriba, antológicamente, y algo abajo. La frase admite una superioridad.
Las palabras pueden ser reemplazadas, pero el enfoque es el mismo. La cultura o la ignorancia, lo blanco o lo negro, lo europeo o lo latinoamericano, los seres pensantes y la masa, el Colón o la 9 de Julio, lo exquisito y lo popular. Sólo algunas veces en la historia el sentido común argentino fue perforado por la inversión de los términos.
Pero esta vez, si uno enfoca sin mucho esfuerzo la escena, ve que en lo exquisito se coló Ricardo Fort, que no tiene pruritos con las bellas artes, ya que le dice al movilero que su familia ha tenido toda la vida un palco en el Colón. La nota con Fort se interrumpe porque llega Cobos. Todos llegan con sus galas, que son parte constitutiva del artificio de “lo exquisito”. Aquí las formas lo son todo. Las señoras han sacado a relucir las pieles que ya con esto de la ecología se usan poco. Incluso han podido sacar de las cajas de seguridad las joyas, en un gesto patriótico que ha dejado en suspenso el miedo de vivir en este país, la inseguridad reinante en este país. Travestido en un teatro dador de Oscar más que de obras de arte, el Colón tiene alfombra roja para que allí las estrellas den las notas.
Es que el Colón hace rato que no es lo que era, y hace rato también que muchas cosas ya no son lo que eran, lo que alguna vez fueron o pretendieron ser. Probablemente, si el macrismo hubiera tenido a su cargo el escenario de la 9 de Julio, las frases de Moreno, San Martín, el Che, Jauretche o Perón que pasaban en esa cinta sinfín hubiesen sido reemplazadas por publicidad de barritas de cereal Fel-Fort.
“Lo exquisito”, ya entre comillas, fue usurpado por estrellas de televisión y ricos sueltos que en los ’90 les arrebataron sus bastiones a la clase beneficiaria del Primer Centenario. Los medios electrónicos y el neoliberalismo alteraron para siempre el paisaje de patricios con antepasados militares que guerrearon en la segunda mitad del siglo XIX. No queda nada de aquellas niñas miss Mary que pudieron ser las hermanas Ocampo, o de una díscola genial como Sara Gallardo, que pudo ver el pecado de su estirpe. No hay nada de austeridad aristocrática. Los medios y el neoliberalismo han hecho que mostrarse electrónicamente sea el gesto natural del famoso que llega a alguna parte. Y el famoso no habla de arte, claro. Habla de lo que se opuso, de quién la peinó, de su vestido, de lo feliz que se siente por participar de esa fiesta tan importante en ese lugar que es un orgullo argentino.
Y también pasa que el orgullo argentino se empieza a despertar en otra parte. Allí a lo lejos, donde el emisor oficial de la argentinidad ubica a la barbarie. Todo cambia cuando el bárbaro advierte que no es bárbaro, sino que así lo ha llamado su conquistador. Y en el fondo de todo, siempre está el lenguaje. Los bárbaros que rodeaban a los griegos, los que siglos después rodearon al imperio romano o los que mucho más tarde rodearon la Bastilla, hablaban mal. El origen de ese mito fundante de Occidente, porque hasta ahí se remonta esta trama, es sencillo: los primeros bárbaros no “hablaban mal” sino otro idioma. El mito se origina en la ignorancia de los griegos: no sabían en qué idioma hablaban esos otros.
En la Argentina también hablamos distinto idioma, con la fuerza que tiene esa expresión, los que vibramos y sentimos el goce de mezclarnos, de rozarnos, de abrazarnos, de llorar en el hombro de otro, de agitar banderas, de gritar hasta quedarnos doloridos, de sostenernos horas en nuestros pies, de sonreírnos con desconocidos, de aceptar un mate al paso, de vivir esa experiencia alucinógena de ser millones y estar felices.
La reacción se defiende viendo otra cosa. No puede ver más que la masa o la chusma. No tiene otra cosa en la cabeza, ni en el alma ni en la mirada. No hay, en ese emisor histórico que resurge cada tanto, ninguna posibilidad de multitudes felices. Es más. Ese emisor cumple la función de mantener sojuzgadas a las multitudes para que nunca dejen de sentirse bárbaras.
Los verdaderos cambios, lo que no son cosméticos, sino rasguños en la costra del statu quo, suponen una revolución simbólica. Porque siempre el sujeto del cambio es el bárbaro que se libera de la mirada del griego o del romano y empieza a nombrarse a sí mismo de otra manera.
*Publicado en Página12 - 29/05/2010
viernes, 28 de mayo de 2010
LA CUESTIÓN DEL ESTADO
Por Alejandro Otero *
La crisis global va dando lugar a una recomposición sistémica que dista mucho de acercarse siquiera a las entusiastas esperanzas de reforma del capitalismo financiero que se desataron en sus inicios.
Con los primeros estertores de las hipotecas de baja calidad y con el colapso de algunos de los gigantes del mercado, muchas voces clamaban por nuevas formas de regulación y coordinación internacional del capital financiero. Se miraba al FMI como uno de los grandes responsables del desastre y los foros de mandatarios internacionales (G-20) debatían posibles nuevos rumbos. El Estado volvía a ser visto como parte de la solución. Hasta la tasa Tobin comenzó a ser considerada. Sin embargo, algunos advertían que las formas de intervención que empezaban a insinuarse no necesariamente eran virtuosas. Que podían no conducir a una nueva articulación progresista entre Estado y mercado. Que, por el contrario, podían incubar una recomposición de esa articulación en condiciones semejantes a la preexistente con un mayor nivel de concentración económica, desigualdad social e inestabilidad creciente. Se asiste hoy a una inversión de términos. La crítica a los mercados ha sido sustituida por una nueva cantinela disciplinadora, orientada a disminuir las coberturas sociales, reducir el gasto público, asegurar el alivio fiscal del capital y desentenderse del nivel de empleo. Grecia, España, Portugal e Islandia encabezan el experimento. La crisis una vez más se desnuda como instrumento de disciplinamiento social y los avances en la calidad de vida de los sectores populares se ven amenazados por la contraofensiva de quienes a despecho de cualquier idea de progreso desplazan sobre los más débiles los costos de su propio accionar.
Una vez más, el Estado se encarga de socializar los costos del desatino de los actores del mercado.
Nuestras experiencias latinoamericanas de confrontación y superación del neoliberalismo, con sus más y sus menos, perseveran y resisten en favor de recuperar una mayor autonomía del Estado en el diseño y conducción de la política económica. Evitando el camino del ajuste, nuestras experiencias preservan una esperanza para la política como vehículo útil hacia una vida mejor.
En ese contexto, entre las contradicciones manifiestas del proceso político social que vive la Argentina se destaca la ausencia de una construcción política acorde con las políticas de transformación y superación de la era neoliberal que se vienen impulsando. De modo menos evidente se hace notar la demora en la generación de un Estado consistente con el nuevo modelo de acumulación que se viene intentando gestar. Sin dudas, una y otra cuestión, construcción política y adecuación del Estado, pueden ser vistas como dos caras de una misma moneda. La reciente crisis por el uso de las reservas puso una vez más sobre el tapete la necesidad de contar con competencias, cuadros políticos técnicos y articulaciones sociales e institucionales capaces de viabilizar políticas contrarias al legado neoliberal.
En los tempranos ’90, la arremetida neoconservadora introdujo un concepto de reforma del Estado que rápidamente tornó en hechos: privatización, desregulación, alivio fiscal al capital, retiros voluntarios y descentralización resultaron las vías de esta reforma. La misma implicó la adaptación pasiva del Estado a las nuevas condiciones de la acumulación capitalista. Sus resultados son más conocidos en términos macroeconómicos que en materia de capacidad de gestión estatal. De hecho, es notorio y ampliamente difundido el aumento de la concentración del capital, la transnacionalización de la economía, la “primarización” de la actividad económica, la expansión inédita del desempleo, la pobreza y la exclusión de las mayorías populares que acompañaron estas reformas. Por su parte, las consecuencias de la pérdida de incumbencia en la economía, del desuso de la capacidad de regulación, del deterioro de la capacidad de gerenciamiento público y de la fragmentación de servicios estatales han sido menos consideradas. Sin embargo, al momento de “torcer” la inercia estatal de la década de 1990, a la hora de desafiar la pasividad del Estado frente al mercado, al requerir la capacidad de gestión de las organizaciones públicas, los resultados de aquellas reformas se manifiestan en todo su esplendor como eterno reaseguro para la continuidad de un tipo de acumulación que, necesariamente, demanda un Estado ausente. Existe la posibilidad de enfrentar con políticas públicas exitosas cuestiones pendientes como la inflación, la reforma del rol del Banco Central y la regulación del sistema financiero, la reforma tributaria, la integración en el Mercosur, entre otras.
La conformación del Estado actual, fundamentalmente su falta de hábito para problematizar y resolver los padecimientos de las mayorías populares por fuera de los paradigmas dominantes, constituye una debilidad relevante para acompañar políticas de sesgo progresista... El país parece necesitar, para asumir con oportunidades de éxito la tarea de revisar la distribución del ingreso, una transformación (o reforma) del Estado casi revolucionaria en condiciones no revolucionarias. He ahí la cuestión.
Un núcleo duro del legado neoliberal al interior del Estado se expresó en el Banco Central. Pero situaciones semejantes pueden encontrarse en distintas áreas del sector público. Ese núcleo duro, que en el límite suele operar como un verdadero cancerbero del neoliberalismo, se reproduce en varios de los países de la región y no se limita a un determinado marco legal. Se trata de una burocracia afín a un ideario conservador, con prácticas y competencias suficientes para retardar u obstruir cambios. Vencer ese núcleo duro implica algo más que intentar conducirlo.
De hecho, puede hasta resultar ingenuo pensar que el tema se resuelve posicionando al frente de estos organismos a una conducción comprometida con el proyecto nacional. Esa es una condición necesaria. Vencerlo supone asumir un plan de transformaciones que por lo general demandan tiempo y perseverancia. Cuanto antes empecemos, mejor.
Hoy se trata de incorporar las instituciones, los actores, las formas organizacionales y las competencias que permitan resolver las cuestiones actuales de acuerdo con los intereses de las mayorías populares en el marco del asentamiento sustentable de un modelo de desarrollo productivo con inclusión social. Una tarea indispensable en la defensa de las conquistas logradas al presente y las transformaciones pendientes a futuro
* Ex titular de Rentas de la Ciudad de Buenos Aires y presidente del Frente Grande - Capital.
Publicado en Página12 - 28/05/2010
jueves, 27 de mayo de 2010
¿Y QUE ES LO QUE TANTO FESTEJAN LOS ARGENTINOS?
Por: Hugo Muleiro*
¿Qué es lo que tanto festejan los argentinos por estos días del Bicentenario? L a participación activa y entusiasta de cientos de miles de personas cada día en desfiles y presentaciones históricas y artísticas en Buenos Aires, incluyendo una gran impronta latinoamericanista, está causando una sorpresa mayúscula, por un hecho que tomará tiempo interpretar y descifrar.
¿Festejan familias completas, la mayoría de clase media o baja, a pesar de que cada día leen y escuchan noticias de una inflación galopante, fuera de control, que produce aumento de la pobreza y desesperación? ¿Festejan a pesar de que la mayoría amplísima de los medios relatan un país institucionalmente quebrado, donde un gobierno de modos totalitarios sepulta todo disenso? ¿Bailan y cantan hasta la madrugada en la avenida principal de Buenos Aires con músicos locales, y de Uruguay, Chile, Paraguay, Brasil, Colombia, a pesar de que cada día no pueden ni salir a las calles, según ciertas crónicas, porque la inseguridad los acecha y los angustia?
La señora de 75 años que junto a un joven de 20 levanta los brazos y saluda al rockero local León Gieco cuando canta contra los inversores extranjeros, diciéndoles que "es mejor que tu empresa se vaya de mi país", ¿son los mismos ciudadanos que están atribulados porque la mayoría de los comunicadores les dicen que Argentina permanece aislada del mundo, con un gobierno incapaz de insertar al país en la aldea global, y que "apenas" es capaz de llevarse bien con Evo Morales y Hugo Chávez, pero no con Barack Obama, Rodríguez Zapatero y Angela Merkel?
Sólo el sábado 22 de mayo al mediodía, alrededor de un millón de personas presenció un desfile de militares, policías y otras fuerzas de seguridad, algo impensado en el país hasta hace unos pocos años. Diez horas después, una multitud también estimada en un millón de personas celebró a León Gieco, al uruguayo Jaime Roos, a Los Jaivas, de Chile, a Pablo Milanés, de Cuba, y a la música paraguaya y colombiana.
Junto a puestos de cada una de las provincias (estados) del país, desplegados a lo largo de un kilómetro en la avenida 9 de Julio de Buenos Aires, miles de personas hicieron filas cada día para visitar las instalaciones desplegadas por las Abuelas y Madres de Plaza de Mayo. Los argentinos que visitaron a estas luchadoras que hoy acompañan varias de las políticas del gobierno, ¿no escucharon nunca a opositores de izquierda decir, a través de los medios que maneja la derecha, que la presidenta Cristina Fernández realiza la política de derechos humanos y de juzgamiento de los represores sólo para beneficiarse personalmente?
Pareciera que cientos y cientos de miles de argentinos, quizá millones, no estaban en ninguna parte, eran invisibles, y salieron abruptamente a las calles estos cuatro días, sin importarles que la concepción del festejo, su impronta de proximidad con la cultura y la política latinoamericana, se debe a decisiones adoptadas por un gobierno que lleva al país, según se les dice todos los días, a una hecatombe que está a un paso.
O tal vez, pobres ingenuos, crean en un informe de la ONU que dice que gracias a un subsidio estatal para cada niño de familias cuyos adultos no tienen trabajo formal, Argentina pasó a ser el país con desigualdad menor de América Latina. Pero es difícil que lo crean, porque la noticia apenas tuvo espacio en medios estatales y en unos pocos privados que están sumados al oficialismo que, obviamente, los compró con dinero de la corrupción.
Los medios privados, diarios, radios y canales de televisión que están en unas pocas manos, no pudieron ignorar la presencia de esta marea humana que visitó puestos, degustó comidas de provincias –aún a pesar de que un día para el otro los precios fueron duplicados de manera escandalosa-, comió sentada en el asfalto, bajo un árbol, en cualquier acera, hizo filas larguísimas para ver una vieja locomotora, visitó a las Madres y Abuelas y se apretujó cordial y alegremente para celebrar a cuanto artista se presentara.
¿Hay en una porción significativa del pueblo argentino, además de la razonable evocación por los 200 años del primer intento por formar un gobierno local, un deseo hasta ahora invisible de plegarse a una celebración colectiva, de mostrar una cierta alegría o cuanto menos conformidad por algún nivel de progreso que no se publica en ninguna página ni noticiero de los "medios independientes"? ¿Hay un sector muy numeroso en un estado tal que permita esta celebración gigantesca, sin precedente alguno en más de medio siglo, en contraposición absoluta con la imagen de un pueblo que estaría abatido, angustiado, inerte ante un gobierno agresivo, "crispado", incapaz de escuchar?
Grandes titulares sobre la masividad de la fiesta popular no alcanzaron, sin embargo, a tapar del todo el sentimiento de rabia de la derecha local por esta sorpresa y, como siempre, el objetivo en la mira fue la presidenta, quien no pudo controlar la emoción ni que su voz se desarticulara cuando el viernes 21 inauguró el Paseo del Bicentenario, ya en ese momento colmado por una multitud. El diario Clarín remitió este hecho, el de la emoción presidencial, más allá de la página 30, a un espacio casi invisible. Otro diario, que le sigue a aquél en ventas, La Nación, escribió que la mandataria "se emocionó con su propio discurso".
Se ve que sufrieron una reacción visceral, una especie de cólico político, para minimizar o aniquilar a una presidenta capaz de llorar, es decir capaz de ser tan humana, de tener sentimientos como patriotismo, según ella misma lo conciba, de conmoverse porque "Dios quiso", como dijo, que ella estuviera como jefa de estado en el año del Bicentenario. Es que una presidenta que tiene estas emociones no es la maldita que trabaja solo para aniquilar al país, someter a los habitantes a su antojo, causarles cuanto mal sea posible e imaginable, todo con el único propósito de guardarse todo para sí.
Nadie en su sano juicio puede asegurar que este pueblo que rara vez llega a la avenida principal de la europeizada Buenos Aires se movilizó y festejó por identificación militante con el gobierno y su presidenta, así como nadie puede honestamente negar que se expandió y mostró su algarabía, su cariño por el país y por los artistas que el gobierno convocó, y por los invitados extranjeros que llegaron a honrarlo. Y había que ver los bailes y los cantos: no eran, al menos estos, los argentinos a punto de ser lanzados al mismísimo infierno.
Pareciera que ellos ven y sienten los tiempos actuales de otra manera y, si Argentina conserva todavía algo de la inteligencia y el talento por los que consigue admiración, es seguro que pronto comenzará un ejercicio para determinar qué sucedió en estas jornadas, y por qué.
Como casi siempre, seguro es también el acierto que suele tener la mirada liberadora del poeta, como cuando escribió, aunque ajeno a este tiempo y estas circunstancias: "La sopa de los pobres llega al centro, y su vapor al reino de los cielos".
*Publicado en Telesurtv.net
¿Qué es lo que tanto festejan los argentinos por estos días del Bicentenario? L a participación activa y entusiasta de cientos de miles de personas cada día en desfiles y presentaciones históricas y artísticas en Buenos Aires, incluyendo una gran impronta latinoamericanista, está causando una sorpresa mayúscula, por un hecho que tomará tiempo interpretar y descifrar.
¿Festejan familias completas, la mayoría de clase media o baja, a pesar de que cada día leen y escuchan noticias de una inflación galopante, fuera de control, que produce aumento de la pobreza y desesperación? ¿Festejan a pesar de que la mayoría amplísima de los medios relatan un país institucionalmente quebrado, donde un gobierno de modos totalitarios sepulta todo disenso? ¿Bailan y cantan hasta la madrugada en la avenida principal de Buenos Aires con músicos locales, y de Uruguay, Chile, Paraguay, Brasil, Colombia, a pesar de que cada día no pueden ni salir a las calles, según ciertas crónicas, porque la inseguridad los acecha y los angustia?
La señora de 75 años que junto a un joven de 20 levanta los brazos y saluda al rockero local León Gieco cuando canta contra los inversores extranjeros, diciéndoles que "es mejor que tu empresa se vaya de mi país", ¿son los mismos ciudadanos que están atribulados porque la mayoría de los comunicadores les dicen que Argentina permanece aislada del mundo, con un gobierno incapaz de insertar al país en la aldea global, y que "apenas" es capaz de llevarse bien con Evo Morales y Hugo Chávez, pero no con Barack Obama, Rodríguez Zapatero y Angela Merkel?
Sólo el sábado 22 de mayo al mediodía, alrededor de un millón de personas presenció un desfile de militares, policías y otras fuerzas de seguridad, algo impensado en el país hasta hace unos pocos años. Diez horas después, una multitud también estimada en un millón de personas celebró a León Gieco, al uruguayo Jaime Roos, a Los Jaivas, de Chile, a Pablo Milanés, de Cuba, y a la música paraguaya y colombiana.
Junto a puestos de cada una de las provincias (estados) del país, desplegados a lo largo de un kilómetro en la avenida 9 de Julio de Buenos Aires, miles de personas hicieron filas cada día para visitar las instalaciones desplegadas por las Abuelas y Madres de Plaza de Mayo. Los argentinos que visitaron a estas luchadoras que hoy acompañan varias de las políticas del gobierno, ¿no escucharon nunca a opositores de izquierda decir, a través de los medios que maneja la derecha, que la presidenta Cristina Fernández realiza la política de derechos humanos y de juzgamiento de los represores sólo para beneficiarse personalmente?
Pareciera que cientos y cientos de miles de argentinos, quizá millones, no estaban en ninguna parte, eran invisibles, y salieron abruptamente a las calles estos cuatro días, sin importarles que la concepción del festejo, su impronta de proximidad con la cultura y la política latinoamericana, se debe a decisiones adoptadas por un gobierno que lleva al país, según se les dice todos los días, a una hecatombe que está a un paso.
O tal vez, pobres ingenuos, crean en un informe de la ONU que dice que gracias a un subsidio estatal para cada niño de familias cuyos adultos no tienen trabajo formal, Argentina pasó a ser el país con desigualdad menor de América Latina. Pero es difícil que lo crean, porque la noticia apenas tuvo espacio en medios estatales y en unos pocos privados que están sumados al oficialismo que, obviamente, los compró con dinero de la corrupción.
Los medios privados, diarios, radios y canales de televisión que están en unas pocas manos, no pudieron ignorar la presencia de esta marea humana que visitó puestos, degustó comidas de provincias –aún a pesar de que un día para el otro los precios fueron duplicados de manera escandalosa-, comió sentada en el asfalto, bajo un árbol, en cualquier acera, hizo filas larguísimas para ver una vieja locomotora, visitó a las Madres y Abuelas y se apretujó cordial y alegremente para celebrar a cuanto artista se presentara.
¿Hay en una porción significativa del pueblo argentino, además de la razonable evocación por los 200 años del primer intento por formar un gobierno local, un deseo hasta ahora invisible de plegarse a una celebración colectiva, de mostrar una cierta alegría o cuanto menos conformidad por algún nivel de progreso que no se publica en ninguna página ni noticiero de los "medios independientes"? ¿Hay un sector muy numeroso en un estado tal que permita esta celebración gigantesca, sin precedente alguno en más de medio siglo, en contraposición absoluta con la imagen de un pueblo que estaría abatido, angustiado, inerte ante un gobierno agresivo, "crispado", incapaz de escuchar?
Grandes titulares sobre la masividad de la fiesta popular no alcanzaron, sin embargo, a tapar del todo el sentimiento de rabia de la derecha local por esta sorpresa y, como siempre, el objetivo en la mira fue la presidenta, quien no pudo controlar la emoción ni que su voz se desarticulara cuando el viernes 21 inauguró el Paseo del Bicentenario, ya en ese momento colmado por una multitud. El diario Clarín remitió este hecho, el de la emoción presidencial, más allá de la página 30, a un espacio casi invisible. Otro diario, que le sigue a aquél en ventas, La Nación, escribió que la mandataria "se emocionó con su propio discurso".
Se ve que sufrieron una reacción visceral, una especie de cólico político, para minimizar o aniquilar a una presidenta capaz de llorar, es decir capaz de ser tan humana, de tener sentimientos como patriotismo, según ella misma lo conciba, de conmoverse porque "Dios quiso", como dijo, que ella estuviera como jefa de estado en el año del Bicentenario. Es que una presidenta que tiene estas emociones no es la maldita que trabaja solo para aniquilar al país, someter a los habitantes a su antojo, causarles cuanto mal sea posible e imaginable, todo con el único propósito de guardarse todo para sí.
Nadie en su sano juicio puede asegurar que este pueblo que rara vez llega a la avenida principal de la europeizada Buenos Aires se movilizó y festejó por identificación militante con el gobierno y su presidenta, así como nadie puede honestamente negar que se expandió y mostró su algarabía, su cariño por el país y por los artistas que el gobierno convocó, y por los invitados extranjeros que llegaron a honrarlo. Y había que ver los bailes y los cantos: no eran, al menos estos, los argentinos a punto de ser lanzados al mismísimo infierno.
Pareciera que ellos ven y sienten los tiempos actuales de otra manera y, si Argentina conserva todavía algo de la inteligencia y el talento por los que consigue admiración, es seguro que pronto comenzará un ejercicio para determinar qué sucedió en estas jornadas, y por qué.
Como casi siempre, seguro es también el acierto que suele tener la mirada liberadora del poeta, como cuando escribió, aunque ajeno a este tiempo y estas circunstancias: "La sopa de los pobres llega al centro, y su vapor al reino de los cielos".
*Publicado en Telesurtv.net
lunes, 24 de mayo de 2010
200 AÑOS, UNA ESPERANZA
El año 2000 nos encontró desunidos y dominados, tal como había advertido uno de los más grandes estadistas que ha dado este suelo que podría suceder. Pero aquí estamos ahora, construyendo una nueva esperanza, participando de una etapa histórica inigualable de nuestra Patria, desatando los nudos del neoliberalismo, empujando el nacimiento de una nueva conciencia liberadora continental.
Somos los herederos de los mejores luchadores de nuestra historia americana, de los que lo hicieron con el único y honorable interés de la liberación y la justicia social. Si de verdad nos sentimos patriotas, no tenemos otro destino que el de continuar la lucha por los medios que estén a nuestro alcance para contribuir a alcanzar tales ideales y sueños, que sin dudas están profundamente entrelazados con los que hace 200 años impulsaron a nuestros mejores antepasados a intentar construir la Nación que todavía nos debemos, derrotando para siempre a los eternos enemigos del Pueblo.
LA SEMANA INTERNACIONAL - 16 AL 22 DE MAYO DE 2010
Por Walter Paz*
CEP
Nos guste o no este mundo capitalista es el mundo en el que vivimos, y tiene algunas señas particulares. Señas o características adoptadas en las últimas décadas, marketing, recursos humanos, relaciones públicas, y otras más. Y ya están incorporadas en nuestras cabezas, son parte del paisaje.
Las publicidades nos abren los ojos varias veces nos deslumbran, pero cuando lo repensamos un poquito, caemos en la cuenta de que tal bebida no le da más vida a tu vivir, cierta marca de auto no va a producir una catarata de mujeres que se pelean por lograr un acercamiento a quien tenga ese auto, y cosas por el estilo. La publicidad es un ardid muy propio del sistema capitalista en el que vivimos, está en nosotros saber separar la paja del trigo, claro que no es fácil cuando ese mismo sistema se ha encargado por décadas de moldear nuestras cabezas a gusto y piaccere, o de deformarlas.
Mucha gente cree auténticamente que el FMI, o el Banco Mundial va a ayudar a Grecia o a España o Portugal. Las imágenes televisivas muestran los ingentes esfuerzos de naves y personal a bordo, todo coordinado por la British Petroleum en su afán por detener el escape de crudo allá en las profundidades, a casi un kilómetro y medio bajo el mar. Notorios personajes norteamericanos en su momento, y hasta hace cinco meses atrás en Europa vaticinaban no el fin de la crisis financiera mundial, sino una reactivación a toda marcha en sus respectivos países.
Pero, los dueños del dinero son los dueños de la prensa o mejor dicho los dueños de esa parafernalia constituida por cadenas mundiales de desinformación, y que son el sustento mediático del sistema capitalista.
Entonces, son ellos mismos los que en su momento ayudaron y varias veces hasta obligaron a endeudarse a esos Estados que hoy se debaten en la crisis total, sin embargo al ser los dueños de la prensa mundial se auto-presentan cono salvadores. Que uno sepa un salvador salva a otro y luego se retira sin pedir nada a cambio, casi sin aceptar un “gracias”. Estos salvadores son totalmente distintos, le dan a Grecia, a Irlanda y otros países sumas fabulosas de dinero, en realidad son operaciones electrónicas, los pobres griegos no ven un mango, pero, a devolver en tantos años, a tal porcentaje y siempre y cuando el salvado cumpla con un sinnúmero de exigencias, ¡si lo sabremos nosotros!
El común de la gente no tiene el conocimiento necesario para abarcar en su cabeza la verdadera dimensión de un escape de crudo ocurrido a tantos metros de profundidad, el influjo de las corrientes marinas y las temperaturas y la cantidad de especies animales y vegetales afectadas, eso es materia de especialistas. Ojalá todos conociéramos más sobre este tipo de cosas, así nos daríamos cuenta de que en estos momentos los esfuerzos de la BP están centrados en que la mancha de crudo -que ya tiene un tamaño similar a la mitad de la Provincia de Tucumán- se mantenga en el fondo, es decir que la mancha no se vea. Con el tiempo todos se irán dando cuenta de la merma en las especies vegetales o animales, de a poco burbujas de crudo llegarán a alguna costa lejana, pero el impacto ya no será el mismo. Hay que salvar la imagen pública de la empresa Mientras suenan y resuenan todavía los anuncios con toda pompa a los accionistas de British Petroleum, apenas días después de la explosión e incendio de la plataforma que iniciara esta hecatombe, los anuncios de que los beneficios del primer trimestre de este 2010 se habían duplicado respecto a los beneficios de igual período del pasado 2009. En definitiva, si hay mancha que no se note.
De igual manera pero del otro lado del Atlántico, se habla y se escriben ríos de tinta sobre la crisis, pero en realidad el discurso se despersonaliza. Eventualmente se habla de un estado irresponsable y ahí se termina todo, porque ya está determinado que sean los Pueblos los que soporten el peso de la debacle, a lo sumo, algunos gobernantes se rebajan un poco el sueldo. Pero no es lo mismo que se rebaje un 15% el sueldo de un trabajador a que se rebaje un 15% el sueldo de un Primer Ministro. Ya que estamos Zapatero, jefe de gobierno de España gana por mes casi 8000 euros, con la reducción salarial del 15% que el mismo se impone, seguro que no le va a alcanzar la plata, pobre Zapatero.
Pero el capitalismo no es solamente números y billetes, también es guerra. Guerras inventadas para buscar inexistentes armas de destrucción masiva en Irak, en realidad para entrar a ese país milenario y saquearle su bien más preciado, el petróleo. Como dueños de dinero que son y dueños de la prensa mundial, las tropas yanquis fueron precedidas por una campaña mediática que los pintó como libertadores. Las crisis de las finanzas en 2008 en territorio yanqui afectó a bancos, financieras, inmobiliarias y ciudadanos comunes y corrientes, el Estado norteamericano como es de público conocimiento, socorrió urgentemente al sistema financiero, y la gente que se la aguante. Pero el complejo militar-industrial en ningún momento se vio alcanzado por esa crisis. No se cayó ningún contrato de carácter militar, al contrario de las políticas de ajustes, las erogaciones bélicas siguen aumentando, es un buen botón de muestra, el ajuste es para el laburante yanqui, no para el empresario vinculado al Pentágono.
Y ese capitalismo que ve el fondo del barril de petróleo, porque las existencias mundiales se acaban, busca readecuarse como sea, incluso con nuevas formas de colonialismo. Francia desde hace años, pero especialmente en estos últimos años está apostando con mucha fuerza a la energía nuclear. Por estos días, la prensa francesa se explaya sobre un tratado argelino-francés para transportar por tierra uranio extraído de Níger.
En la Conferencia Internacional de Paris sobre energía nuclear realizada en marzo de este año, salieron varios datos, por ejemplo: en un corto plazo en todo el planeta se van a construir 480 centrales nucleares, China tiene en vista casi 30, la India casi 20 centrales. Francia tiene ahora 58 centrales nucleares en funcionamiento y necesita más, pero también precisa asegurar sus fuentes de suministro, de uranio en este caso. Ergo el país galo está empeñado en tener una política de injerencia en Níger y otros países africanos. Varias veces hemos mencionado a África como un reservorio de riquezas naturales, y a sus actuales problemas de guerras, hambrunas, matanzas, etc. como producto de las intervenciones políticas, militares y económicas en el continente negro por parte de potencias foráneas.
Ahí nomás está pendiendo la espada de Damocles sobre la República Islámica de Irán, quizás la próxima víctima de esa conjura capitalista que no permite el ejercicio soberano de los Pueblos, en este caso el derecho de una nación del Tercer Mundo a tener su propio desarrollo tecnológico. Cuatro o cinco meses atrás, el imperialismo yanqui, varios países europeos y Rusia barajaban la propuesta a Irán de que enriqueciera su uranio en un tercer país. Eso mismo es lo que logró el Presidente del Brasil Lula hace días tras su visita a algunos estados del Golfo Pérsico, que Irán enriqueciera su uranio en Turquía, sin embargo, ahora aquellos mismos países no quieren eso mismo que habían propuesto meses atrás. Mientras la parafernalia mediática sigue instalando que el malo de la película son los herederos del Imperio Persa, y nada dicen que son los demás los que están forrados de armas nucleares.
Frente a ese panorama, de imposición de recetas de ajustes contra los Pueblos, nada mejor que lograr una integración económica en nuestro continente. Frente al saqueo de recursos naturales nada mejor que unirnos para defenderlos. Frente a la mentira organizada a escala mundial emanada de las cadenas desinformativas, nada mejor que crear nuestras propias agencias informativas como TELESUR o una mayor democratización de los medios. Latinoamérica cumple 200 años, la foto si se la puede caracterizar así, en la que las principales visitas en este cumpleaños de la Patria son los primeros mandatarios de los Estados hermanos de Latinoamérica, y no aquella amarillenta foto del centenario donde las principales visitas eran duques, infantas y magnates europeos que venían a ver cuán bien funcionaba la perla más preciada de la corona británica, cuando éramos el granero del mundo pero teníamos un pueblo con hambre. Esta foto del 2010, la foto de la integración continental nos deja muy optimistas para el presente y para el futuro.
*Columna del Programa Sudestada
Radio Nacional Rosario AM1300
CEP
Nos guste o no este mundo capitalista es el mundo en el que vivimos, y tiene algunas señas particulares. Señas o características adoptadas en las últimas décadas, marketing, recursos humanos, relaciones públicas, y otras más. Y ya están incorporadas en nuestras cabezas, son parte del paisaje.
Las publicidades nos abren los ojos varias veces nos deslumbran, pero cuando lo repensamos un poquito, caemos en la cuenta de que tal bebida no le da más vida a tu vivir, cierta marca de auto no va a producir una catarata de mujeres que se pelean por lograr un acercamiento a quien tenga ese auto, y cosas por el estilo. La publicidad es un ardid muy propio del sistema capitalista en el que vivimos, está en nosotros saber separar la paja del trigo, claro que no es fácil cuando ese mismo sistema se ha encargado por décadas de moldear nuestras cabezas a gusto y piaccere, o de deformarlas.
Mucha gente cree auténticamente que el FMI, o el Banco Mundial va a ayudar a Grecia o a España o Portugal. Las imágenes televisivas muestran los ingentes esfuerzos de naves y personal a bordo, todo coordinado por la British Petroleum en su afán por detener el escape de crudo allá en las profundidades, a casi un kilómetro y medio bajo el mar. Notorios personajes norteamericanos en su momento, y hasta hace cinco meses atrás en Europa vaticinaban no el fin de la crisis financiera mundial, sino una reactivación a toda marcha en sus respectivos países.
Pero, los dueños del dinero son los dueños de la prensa o mejor dicho los dueños de esa parafernalia constituida por cadenas mundiales de desinformación, y que son el sustento mediático del sistema capitalista.
Entonces, son ellos mismos los que en su momento ayudaron y varias veces hasta obligaron a endeudarse a esos Estados que hoy se debaten en la crisis total, sin embargo al ser los dueños de la prensa mundial se auto-presentan cono salvadores. Que uno sepa un salvador salva a otro y luego se retira sin pedir nada a cambio, casi sin aceptar un “gracias”. Estos salvadores son totalmente distintos, le dan a Grecia, a Irlanda y otros países sumas fabulosas de dinero, en realidad son operaciones electrónicas, los pobres griegos no ven un mango, pero, a devolver en tantos años, a tal porcentaje y siempre y cuando el salvado cumpla con un sinnúmero de exigencias, ¡si lo sabremos nosotros!
El común de la gente no tiene el conocimiento necesario para abarcar en su cabeza la verdadera dimensión de un escape de crudo ocurrido a tantos metros de profundidad, el influjo de las corrientes marinas y las temperaturas y la cantidad de especies animales y vegetales afectadas, eso es materia de especialistas. Ojalá todos conociéramos más sobre este tipo de cosas, así nos daríamos cuenta de que en estos momentos los esfuerzos de la BP están centrados en que la mancha de crudo -que ya tiene un tamaño similar a la mitad de la Provincia de Tucumán- se mantenga en el fondo, es decir que la mancha no se vea. Con el tiempo todos se irán dando cuenta de la merma en las especies vegetales o animales, de a poco burbujas de crudo llegarán a alguna costa lejana, pero el impacto ya no será el mismo. Hay que salvar la imagen pública de la empresa Mientras suenan y resuenan todavía los anuncios con toda pompa a los accionistas de British Petroleum, apenas días después de la explosión e incendio de la plataforma que iniciara esta hecatombe, los anuncios de que los beneficios del primer trimestre de este 2010 se habían duplicado respecto a los beneficios de igual período del pasado 2009. En definitiva, si hay mancha que no se note.
De igual manera pero del otro lado del Atlántico, se habla y se escriben ríos de tinta sobre la crisis, pero en realidad el discurso se despersonaliza. Eventualmente se habla de un estado irresponsable y ahí se termina todo, porque ya está determinado que sean los Pueblos los que soporten el peso de la debacle, a lo sumo, algunos gobernantes se rebajan un poco el sueldo. Pero no es lo mismo que se rebaje un 15% el sueldo de un trabajador a que se rebaje un 15% el sueldo de un Primer Ministro. Ya que estamos Zapatero, jefe de gobierno de España gana por mes casi 8000 euros, con la reducción salarial del 15% que el mismo se impone, seguro que no le va a alcanzar la plata, pobre Zapatero.
Pero el capitalismo no es solamente números y billetes, también es guerra. Guerras inventadas para buscar inexistentes armas de destrucción masiva en Irak, en realidad para entrar a ese país milenario y saquearle su bien más preciado, el petróleo. Como dueños de dinero que son y dueños de la prensa mundial, las tropas yanquis fueron precedidas por una campaña mediática que los pintó como libertadores. Las crisis de las finanzas en 2008 en territorio yanqui afectó a bancos, financieras, inmobiliarias y ciudadanos comunes y corrientes, el Estado norteamericano como es de público conocimiento, socorrió urgentemente al sistema financiero, y la gente que se la aguante. Pero el complejo militar-industrial en ningún momento se vio alcanzado por esa crisis. No se cayó ningún contrato de carácter militar, al contrario de las políticas de ajustes, las erogaciones bélicas siguen aumentando, es un buen botón de muestra, el ajuste es para el laburante yanqui, no para el empresario vinculado al Pentágono.
Y ese capitalismo que ve el fondo del barril de petróleo, porque las existencias mundiales se acaban, busca readecuarse como sea, incluso con nuevas formas de colonialismo. Francia desde hace años, pero especialmente en estos últimos años está apostando con mucha fuerza a la energía nuclear. Por estos días, la prensa francesa se explaya sobre un tratado argelino-francés para transportar por tierra uranio extraído de Níger.
En la Conferencia Internacional de Paris sobre energía nuclear realizada en marzo de este año, salieron varios datos, por ejemplo: en un corto plazo en todo el planeta se van a construir 480 centrales nucleares, China tiene en vista casi 30, la India casi 20 centrales. Francia tiene ahora 58 centrales nucleares en funcionamiento y necesita más, pero también precisa asegurar sus fuentes de suministro, de uranio en este caso. Ergo el país galo está empeñado en tener una política de injerencia en Níger y otros países africanos. Varias veces hemos mencionado a África como un reservorio de riquezas naturales, y a sus actuales problemas de guerras, hambrunas, matanzas, etc. como producto de las intervenciones políticas, militares y económicas en el continente negro por parte de potencias foráneas.
Ahí nomás está pendiendo la espada de Damocles sobre la República Islámica de Irán, quizás la próxima víctima de esa conjura capitalista que no permite el ejercicio soberano de los Pueblos, en este caso el derecho de una nación del Tercer Mundo a tener su propio desarrollo tecnológico. Cuatro o cinco meses atrás, el imperialismo yanqui, varios países europeos y Rusia barajaban la propuesta a Irán de que enriqueciera su uranio en un tercer país. Eso mismo es lo que logró el Presidente del Brasil Lula hace días tras su visita a algunos estados del Golfo Pérsico, que Irán enriqueciera su uranio en Turquía, sin embargo, ahora aquellos mismos países no quieren eso mismo que habían propuesto meses atrás. Mientras la parafernalia mediática sigue instalando que el malo de la película son los herederos del Imperio Persa, y nada dicen que son los demás los que están forrados de armas nucleares.
Frente a ese panorama, de imposición de recetas de ajustes contra los Pueblos, nada mejor que lograr una integración económica en nuestro continente. Frente al saqueo de recursos naturales nada mejor que unirnos para defenderlos. Frente a la mentira organizada a escala mundial emanada de las cadenas desinformativas, nada mejor que crear nuestras propias agencias informativas como TELESUR o una mayor democratización de los medios. Latinoamérica cumple 200 años, la foto si se la puede caracterizar así, en la que las principales visitas en este cumpleaños de la Patria son los primeros mandatarios de los Estados hermanos de Latinoamérica, y no aquella amarillenta foto del centenario donde las principales visitas eran duques, infantas y magnates europeos que venían a ver cuán bien funcionaba la perla más preciada de la corona británica, cuando éramos el granero del mundo pero teníamos un pueblo con hambre. Esta foto del 2010, la foto de la integración continental nos deja muy optimistas para el presente y para el futuro.
*Columna del Programa Sudestada
Radio Nacional Rosario AM1300
ENTRE NOSOTROS
Por Eduardo Aliverti*
El dichoso Bicentenario convoca a una serie de debates y reflexiones, sobre muy numerosos aspectos del devenir argentino. Y resulta que hasta ahora, al menos en los medios masivos y al momento de escribirse esta nota, no se encuentran repasos que convoquen a pensar de dónde venimos y, con prioridad, en qué punto estamos y hacia cuál marcharíamos los periodistas.
En los últimos tiempos el gremio vive una verdadera convulsión. Es así, en esencia, como producto del feroz enfrentamiento entre el Gobierno y el grupo comunicacional más importante del país. Lo cual deviene, a su vez, de diversos factores que no es del caso analizar aquí. Lo que importa es lo estallado. Para tomar como referencia el recupero democrático de 1983, que no es un dato precisamente menor de la corta historia argentina, jamás había ocurrido una cosa así. Hacia dentro y desde afuera, hubo acusaciones e introspecciones que alcanzaron a militares, curas, sindicalistas, dirigentes políticos, empresarios y cuanta fauna desee citarse. Las corporaciones periodísticas, en cambio, nunca fueron tocadas ni se sabe de algún cuestionamiento que hayan asumido en público; en especial, aunque no únicamente, acerca del vergonzoso papel que jugaron en la dictadura. Hubo denuncias gremiales, congresos de comunicadores y especialistas, libros, montones de charlas y conferencias. Pero nada había logrado quebrar el ghetto de los dueños mediáticos. Hoy sí sucede. Por diferentes vías, hay nuevos –y no tanto– espacios y figuras que se animan a discutir el poder de la prensa sistémica. Y hay que bancársela. Se acabó, o eso parece, la impunidad absoluta de la “impolutez” periodística. Habrá que continúan liderando el rating televisivo ciertas cloacas de entretenimiento y estrellas execrables, pero eso no es periodismo. Hablamos de lo que es o se pretende como tal. Eso entró en discusión, aleluya. Sin embargo, cabe reconocer que –como correspondía al haberse revelado inútil cualquier otra forma– entró, digamos, por la ventana. Más allá de fenomenologías novedosas, como la blogosfera y lo internetiano en general, tanto en gráfica como en radio y tevé se produjo una situación de choque demasiado directo en relación con aquello a lo que estábamos acostumbrados. Todo era en extremo modosito, y de golpe saltó la liebre. La ley de medios audiovisuales; la televisación del fútbol estatizada; los hijos de Ernestina; los temores y sobreactuaciones de colegas del corazón multimediático; las arremetidas de otros que hallaron lugar para plantar un discurso alternativo generaron que la situación semeje en primer lugar a un clima de altercados, enconos personales y actitudes defensivas u ofensivas. El periodista se hace cargo de la parte que pueda tocarle. Se repite: no había manera de que aconteciera distinto, después de años y años de tierra barrida debajo de la alfombra. Pero eso no obsta el intento de que, tal vez, lleguemos a un piso de acuerdo marcadamente mínimo, en torno de cuestiones que a juicio personal resultan muy, pero muy, elementales. Son dos, en lo básico.
La primera no debería despertar controversias mayores. El firmante se hace cargo de su ingenuidad, a propósito de que las causas se encuentran en las mismas lacras estructurales que explican al resto. Pero hagamos como que son planteamientos “profesionalistas”, ¿sí?, afligidos desde una búsqueda de excelencia ascética. En el periodismo argentino se escribe cada vez peor. Y se dice peor todavía. No vengan con las excepciones. La buena sintaxis es una aspiración de museo. La gramática sufre horrores. La pobreza expositiva da calambres. La economía expresiva de los medios audiovisuales se transformó en lenguaje grasa y la transcripción de las entrevistas en un trámite que no atiende contornos. Los sinónimos están muertos o en terapia intensiva. Se le falta el respeto al lector, al oyente y al televidente. Cualquier cronista cubre cualquier nota. Y por más que uno revise si acaso no incurre en una defección melancólica, incapaz de apuntar los cambios suscitados en los modos de expresarse, se responde que la simplicidad y lo bruto no tienen por qué llevarse bien. ¿No tenemos nada que decirnos, los periodistas, sobre qué nos pasó? Los más grandecitos, sobre todo. ¿Cuándo fue que nos acostumbramos a la mediocridad? ¿Habrá sido cuando no nos dimos o quisimos darnos cuenta de que los multimedios, y después las megacorporaciones que entre otros negocios operan multimedios, significaban un discurso único? ¿Cómo fue que terminó dándonos lo mismo lo que viniera? ¿No tenemos nada que reprocharnos acerca de por qué se devaluaron los parámetros, nosotros, que se supone deberíamos venir de Walsh, de Troiani, de Petcoff, de Timerman, de Eloy Martínez, de García Lupo, de Gelman, de Bayer, de los gordos Soriano y Cardoso, de Pasquini Durán? Uno dice, como para no irse hasta Botana y Crítica, o Florida y Boedo. O hasta Mariano Moreno. ¿Nada? ¿No nos llama la atención?
El segundo elemento es, en realidad, una suma de ingredientes conceptuales que confluyen en preguntarnos por nuestra ubicación ideológica, entendida como el modo en que podemos manifestarla según dónde trabajemos. Algunos tienen la fortuna de desempeñarse en medios cuya línea política coincide con la personal, y otros no. Hay también matices entre ambas probabilidades, pero incluso quienes gozan de lo primero son conscientes de que no siempre podrán firmar cuanto les venga en gana (esto contempla, además, las veces en que sí se puede pero juzgamos que no conviene; porque, como todo el mundo, somos animales políticos, y tensamos si es oportuno decir aquello o lo otro de acuerdo con a quiénes se perjudica o beneficia). Todos sabemos muy bien, en síntesis, que, trabajando donde se quiere o se puede, estamos sometidos a una cantidad de presiones que deben contarse entre las mayores de cualquier profesión que se quiera. Y mucho más, como quedó dicho, cuando las grandes patronales mediáticas se transformaron en emporios con intereses comerciales que exceden, largamente, vivir de la información. En consecuencia, cada periodista se las arregla como mejor le sale. Pero lo que de ninguna manera se soporta más es que algunos o muchos de nosotros simulen actuar en un no-lugar ideológico. Un limbo donde no existen los mandos corporativos, ni las operaciones de prensa ni los avisadores que auspician al medio y a los programas, ni las campañas solapadas o expuestas para instalar candidatos electorales ni el sopeso informativo regulado por la búsqueda de publicidad. Nada, no hay nada de eso. Hemos alcanzado el nirvana laboral. Y los únicos problemas se les plantean a los periodistas que trabajan en medios estatales o sustentados por la pauta oficial, porque los persigue la presión del Gobierno (o bien están a gusto); y encima usan el aporte dinerario de la ciudadanía para despotricar contra publicaciones, emisoras y colegas del ámbito privado. ¿Y éstos cómo se sostienen y cómo cobran? Bueno, por la publicidad. ¿De quiénes? Y, de los laboratorios medicinales; de las gigantes, grandes y medianas compañías agropecuarias; del sector petrolífero; del financiero; del inmobiliario; del alimentario... ajá. Pero entonces...
Entonces es hora de sacarse la careta, porque además no termina pagando bien, ni le hace bien a la profesión, insistir con que los reyes son los padres. Los 200 años nos sorprenden a los medios y a los periodistas como partícipes de una de las más espectaculares revulsiones que se recuerden. Bienvenido sea.
*Publicado en Página12 - 24/05/2010
El dichoso Bicentenario convoca a una serie de debates y reflexiones, sobre muy numerosos aspectos del devenir argentino. Y resulta que hasta ahora, al menos en los medios masivos y al momento de escribirse esta nota, no se encuentran repasos que convoquen a pensar de dónde venimos y, con prioridad, en qué punto estamos y hacia cuál marcharíamos los periodistas.
En los últimos tiempos el gremio vive una verdadera convulsión. Es así, en esencia, como producto del feroz enfrentamiento entre el Gobierno y el grupo comunicacional más importante del país. Lo cual deviene, a su vez, de diversos factores que no es del caso analizar aquí. Lo que importa es lo estallado. Para tomar como referencia el recupero democrático de 1983, que no es un dato precisamente menor de la corta historia argentina, jamás había ocurrido una cosa así. Hacia dentro y desde afuera, hubo acusaciones e introspecciones que alcanzaron a militares, curas, sindicalistas, dirigentes políticos, empresarios y cuanta fauna desee citarse. Las corporaciones periodísticas, en cambio, nunca fueron tocadas ni se sabe de algún cuestionamiento que hayan asumido en público; en especial, aunque no únicamente, acerca del vergonzoso papel que jugaron en la dictadura. Hubo denuncias gremiales, congresos de comunicadores y especialistas, libros, montones de charlas y conferencias. Pero nada había logrado quebrar el ghetto de los dueños mediáticos. Hoy sí sucede. Por diferentes vías, hay nuevos –y no tanto– espacios y figuras que se animan a discutir el poder de la prensa sistémica. Y hay que bancársela. Se acabó, o eso parece, la impunidad absoluta de la “impolutez” periodística. Habrá que continúan liderando el rating televisivo ciertas cloacas de entretenimiento y estrellas execrables, pero eso no es periodismo. Hablamos de lo que es o se pretende como tal. Eso entró en discusión, aleluya. Sin embargo, cabe reconocer que –como correspondía al haberse revelado inútil cualquier otra forma– entró, digamos, por la ventana. Más allá de fenomenologías novedosas, como la blogosfera y lo internetiano en general, tanto en gráfica como en radio y tevé se produjo una situación de choque demasiado directo en relación con aquello a lo que estábamos acostumbrados. Todo era en extremo modosito, y de golpe saltó la liebre. La ley de medios audiovisuales; la televisación del fútbol estatizada; los hijos de Ernestina; los temores y sobreactuaciones de colegas del corazón multimediático; las arremetidas de otros que hallaron lugar para plantar un discurso alternativo generaron que la situación semeje en primer lugar a un clima de altercados, enconos personales y actitudes defensivas u ofensivas. El periodista se hace cargo de la parte que pueda tocarle. Se repite: no había manera de que aconteciera distinto, después de años y años de tierra barrida debajo de la alfombra. Pero eso no obsta el intento de que, tal vez, lleguemos a un piso de acuerdo marcadamente mínimo, en torno de cuestiones que a juicio personal resultan muy, pero muy, elementales. Son dos, en lo básico.
La primera no debería despertar controversias mayores. El firmante se hace cargo de su ingenuidad, a propósito de que las causas se encuentran en las mismas lacras estructurales que explican al resto. Pero hagamos como que son planteamientos “profesionalistas”, ¿sí?, afligidos desde una búsqueda de excelencia ascética. En el periodismo argentino se escribe cada vez peor. Y se dice peor todavía. No vengan con las excepciones. La buena sintaxis es una aspiración de museo. La gramática sufre horrores. La pobreza expositiva da calambres. La economía expresiva de los medios audiovisuales se transformó en lenguaje grasa y la transcripción de las entrevistas en un trámite que no atiende contornos. Los sinónimos están muertos o en terapia intensiva. Se le falta el respeto al lector, al oyente y al televidente. Cualquier cronista cubre cualquier nota. Y por más que uno revise si acaso no incurre en una defección melancólica, incapaz de apuntar los cambios suscitados en los modos de expresarse, se responde que la simplicidad y lo bruto no tienen por qué llevarse bien. ¿No tenemos nada que decirnos, los periodistas, sobre qué nos pasó? Los más grandecitos, sobre todo. ¿Cuándo fue que nos acostumbramos a la mediocridad? ¿Habrá sido cuando no nos dimos o quisimos darnos cuenta de que los multimedios, y después las megacorporaciones que entre otros negocios operan multimedios, significaban un discurso único? ¿Cómo fue que terminó dándonos lo mismo lo que viniera? ¿No tenemos nada que reprocharnos acerca de por qué se devaluaron los parámetros, nosotros, que se supone deberíamos venir de Walsh, de Troiani, de Petcoff, de Timerman, de Eloy Martínez, de García Lupo, de Gelman, de Bayer, de los gordos Soriano y Cardoso, de Pasquini Durán? Uno dice, como para no irse hasta Botana y Crítica, o Florida y Boedo. O hasta Mariano Moreno. ¿Nada? ¿No nos llama la atención?
El segundo elemento es, en realidad, una suma de ingredientes conceptuales que confluyen en preguntarnos por nuestra ubicación ideológica, entendida como el modo en que podemos manifestarla según dónde trabajemos. Algunos tienen la fortuna de desempeñarse en medios cuya línea política coincide con la personal, y otros no. Hay también matices entre ambas probabilidades, pero incluso quienes gozan de lo primero son conscientes de que no siempre podrán firmar cuanto les venga en gana (esto contempla, además, las veces en que sí se puede pero juzgamos que no conviene; porque, como todo el mundo, somos animales políticos, y tensamos si es oportuno decir aquello o lo otro de acuerdo con a quiénes se perjudica o beneficia). Todos sabemos muy bien, en síntesis, que, trabajando donde se quiere o se puede, estamos sometidos a una cantidad de presiones que deben contarse entre las mayores de cualquier profesión que se quiera. Y mucho más, como quedó dicho, cuando las grandes patronales mediáticas se transformaron en emporios con intereses comerciales que exceden, largamente, vivir de la información. En consecuencia, cada periodista se las arregla como mejor le sale. Pero lo que de ninguna manera se soporta más es que algunos o muchos de nosotros simulen actuar en un no-lugar ideológico. Un limbo donde no existen los mandos corporativos, ni las operaciones de prensa ni los avisadores que auspician al medio y a los programas, ni las campañas solapadas o expuestas para instalar candidatos electorales ni el sopeso informativo regulado por la búsqueda de publicidad. Nada, no hay nada de eso. Hemos alcanzado el nirvana laboral. Y los únicos problemas se les plantean a los periodistas que trabajan en medios estatales o sustentados por la pauta oficial, porque los persigue la presión del Gobierno (o bien están a gusto); y encima usan el aporte dinerario de la ciudadanía para despotricar contra publicaciones, emisoras y colegas del ámbito privado. ¿Y éstos cómo se sostienen y cómo cobran? Bueno, por la publicidad. ¿De quiénes? Y, de los laboratorios medicinales; de las gigantes, grandes y medianas compañías agropecuarias; del sector petrolífero; del financiero; del inmobiliario; del alimentario... ajá. Pero entonces...
Entonces es hora de sacarse la careta, porque además no termina pagando bien, ni le hace bien a la profesión, insistir con que los reyes son los padres. Los 200 años nos sorprenden a los medios y a los periodistas como partícipes de una de las más espectaculares revulsiones que se recuerden. Bienvenido sea.
*Publicado en Página12 - 24/05/2010
sábado, 22 de mayo de 2010
ESTRATEGIA
Por Alfredo Zaiat*
La política comercial externa no es una tarea sencilla, puesto que requiere una estrategia de negociación adecuada para conciliar intereses del sector privado que pueden ser contrapuestos. La industria nacional aspira a ampliar marcos de protección para su producción, mientras que los importadores pretenden mayor apertura del mercado para desarrollar su actividad. A la vez, los exportadores, en especial los vinculados con la producción primaria, buscan despachar al exterior todo lo posible, en tanto los hacedores de la política económica se preocupan por garantizar el abastecimiento interno. Esa complejidad adquiere mayor dimensión ante las restricciones que emergen de la pertenencia del país a la Organización Mundial de Comercio, que define reglas básicas de convivencia entre sus miembros para evitar medidas proteccionistas no contempladas que terminan perjudicando al resto. Además de esa limitación, la participación plena en el bloque del Mercosur establece el respeto a la existencia de un arancel externo común, que limita la autonomía de realizar una política comercial propia, pero que implica un potente motivador de la integración regional. Estos condicionamientos ya son parte de la política económica y sus responsables saben que tienen que enfrentarse con ellos.
Ese panorama se complica frente a una crisis internacional con epicentro en los países desarrollados, con mayor virulencia en estos días en Europa. Esa debacle financiera está provocando una rápida y fuerte depreciación del euro, lo que vuelve más competitiva, entre otras, a la industria alimentaria europea, que además es subsidiada en los primeros eslabones de su cadena productiva. La desaceleración del ritmo de crecimiento de la economía de la Eurozona, con algunos de los países integrantes ingresando en una fase recesiva a fuerza de un brutal ajuste, provoca dos efectos en el canal comercial: las firmas europeas buscan colocar sus excedentes de producción en otros mercados ahora a precios competitivos por la devaluación de la moneda comunitaria, a la vez que otras potencias del comercio internacional (Brasil y China) también apuntan a otras plazas para derivar sus ventas que ya no pueden concretar en la Europa en crisis.
El mercado argentino, ya sea por las normas de regulación de la OMC o por las bases del Mercosur o porque la apertura de su economía es considerable pese a lo que sostiene la ortodoxia, se encuentra en una situación vulnerable. Las medidas paraarancelarias, como las licencias no automáticas o los procedimientos antidumping para frenar el ingreso de productos que se venden por debajo de su costo de producción, implican una serie de trámites burocráticos que demoran la implementación de una restricción inmediata. En algunos casos, ante situaciones inesperadas como el derrumbe de algunas economías europeas, el efecto de esas iniciativas es tardío y el daño sobre la producción nacional ya está concretado. Un mecanismo de defensa inmediato podría ser un ajuste cambiario que actúe como un factor de disuasión vía precios de los importados. Pero esa mejora de la competitividad y de la protección de la industria doméstica a través de una devaluación acentuaría la presión inflacionaria, sendero a transitar que no la hace recomendable si el objetivo es la estabilidad económica.
Este conjunto de restricciones estructurales (OMC, Mercosur e impacto relativo de medidas paraarancelarias) y complicaciones coyunturales (crisis europea, excedentes de producción de otras potencias y el inconveniente de un fuerte ajuste cambiario) expone la complejidad que enfrenta la política comercial. También expresa las falencias del entramado institucional de la política industrial, que incluye a la comercial externa. Esta avanza, en muchos casos por el camino correcto, con un exagerado pragmatismo ocupándose de problemas inmediatos, con una frágil vocación de construir un horizonte estratégico. Si a todo esto se le suma la intervención del secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, con medidas transmitidas por canales informales, sin una norma legal que las defina y regule, el escenario se vuelve aún más complicado.
La mayoría de los países cuidan sus mercados, vigilan a los importados y diseñan políticas para equilibrar los intereses de la producción nacional y las de sus principales socios en el comercio internacional. También aplican iniciativas excepcionales ante situaciones inesperadas. Todo esto permite comprender la preocupación que puede tener Moreno para controlar las compras externas de alimentos, más aún cuando el recorrido de las importaciones globales se está acelerando por la fuerte recuperación de la economía. Sin embargo, las respuestas frente a alteraciones sectoriales en el flujo comercial necesitan ciertas formas para enfrentar en una mejor posición las críticas y eventualmente alguna represalia comercial.
Esa falencia estructural en algunas áreas de gestión económica de la administración kirchnerista se revela en la política industrial en términos generales, siendo el caso de la importación de alimentos un caso particular. Una de las características de esa manifiesta debilidad es la instrumentación de medidas que benefician a la industria sin estructurar un esquema de compromisos del sector privado, por ejemplo en materia de precios internos, en la generación de empleos, en metas de exportación para mejorar el desbalance comercial sectorial o en fortalecer el encadenamiento productivo local.
El reciente libro Hecho en Argentina. Industria y economía, 1976-2007 (editorial Siglo Veintiuno) de Daniel Azpiazu y Martín Schorr ofrece un interesante recorrido de esa actividad, destacándose las observaciones correspondientes al período de Néstor Kirchner. Este dúo de investigadores sostiene que “es cierto que desde el abandono de la convertibilidad la industria logró recuperar parte del terreno perdido entre 1976 y 2001”. Sin embargo, aclaran que el “dólar alto” fue casi la única política activa en el ámbito industrial, al puntualizar que no se avanzó “en la definición estratégica ni en la instrumentación de políticas públicas tendientes a sustentar una reindustrialización del país ligada a una considerable redefinición del perfil de especialización productiva, una diferente inserción en la división internacional del trabajo y crecientes grados de autonomía nacional asociados, entre otras cosas, a una mayor integración local de la producción, todo esto acompañado por una redistribución progresiva del ingreso y la consecuente potenciación del mercado interno”.
Esa descripción, que refleja carencias de la política oficial, no da cuenta de ciertos nichos impulsados por la política oficial, como el del software y, más recientemente, el de la nanotecnología y biotecnología. En línea con esa fragilidad señalada por Azpiazu y Schorr respecto de la debilidad de la integración local, que en algunos sectores provoca un creciente desequilibrio del intercambio comercial, el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner ha lanzado para el sector automotor el programa de una mayor participación de autopartes nacionales en el producto final. También se impulsó el régimen de promoción de electrónicos en Tierra del Fuego, pero aún con escasas exigencias de integración local de partes.
En un oportuno análisis debido a la tensión política mediática que domina el espacio público, los autores de esa obra señalan que las posibilidades de encarar un intenso proceso de reindustrialización, dejando atrás legados del modelo de valorización financiera y ajuste estructural que aún persisten, no puede ser orientado por el “mercado” ni debe descansar exclusivamente en el “piloto automático” de un dólar alto. “Es necesario avanzar en la conformación de un esquema de alianzas con aquellos sectores genuinamente consustanciados con la reindustrialización y la redistribución del ingreso”. Azpiazu y Schorr no desconocen que “esto implicaría asumir las dificultades derivadas de enfrentar, en los campos económico y político-ideológico, a importantes y poderosos sectores académicos, políticos, sindicales y empresarios”.
*Publicado en Página12 - 22/05/2010
viernes, 21 de mayo de 2010
EUROPA EN EL ESPEJO ARGENTINO
Por: Atilio Borón*
Luego de hacer estragos en su patria de origen, Estados Unidos, el "virus neoliberal", para usar la acertada expresión de Samir Amin, ha contagiado Europa. Ante los síntomas inocultables de la crisis, los mercados reaccionan con su explosiva mezcla de rapacidad e irracionalidad y evidencian su escepticismo ante las recetas de salida de la crisis elaboradas por el G-20, el FMI o el BM. Para colmo, este fin de semana, Jean-Claude Trichet, presidente del Banco Central Europeo, declaró que "el salvataje de un billón de dólares aprobado por la UE y el FMI es sólo para ganar un poco de tiempo". Esta opinión fue secundada por el economista-jefe del BCE, Jürgen Stark, quien además dijo que "cuando los mercados se vuelven locos, nadie puede prever las consecuencias".
El carácter estructural y de larga duración de la crisis es evidente, y sus dimensiones son impresionantes: en Grecia el déficit fiscal en relación con el PBI orilla el 14 por ciento; en Irlanda, casi el 15; en España, está a centésimos del 12; en Portugal supera ya el 9 y en Gran Bretaña, de la cual pocos hablan, el déficit fiscal es apenas una centésima inferior a la incendiada Grecia: 13 por ciento. Estas cifras se apartan brutalmente de las estipuladas en el ya difunto Tratado de Maastricht, por el cual los países europeos se comprometieron a mantener su déficit fiscal por debajo del 3 por ciento del PBI. Todo esto ocurre porque, ante el estallido de la crisis en el verano boreal del 2008, los gobiernos ordenaron al Banco Central Europeo y a sus propios bancos rescatar a las grandes empresas afectadas por la crisis; tal como lo habían hecho en Estados Unidos Bush y Obama, demostrando, por la vía del ejemplo, que la doctrina de la "autonomía del Banco Central" es una engañifa sólo destinada al consumo de los sumisos gobiernos de la periferia.
El problema con estos rescates es que más pronto que tarde los fenomenales desembolsos realizados por los gobiernos se convierten en una deuda de proporciones gigantescas, originando un incontenible crecimiento del déficit fiscal. Dado que hasta hace pocas semanas el FMI se abstuvo de siquiera lanzar una advertencia a los países del mundo desarrollado (cuando por déficit muchísimo menores envía sus letales misiones a cualquier país del Tercer Mundo), el problema no suscitó mayor atención salvo entre los pocos que estaban realmente al tanto de la situación y no creían en las ingeniosas metáforas utilizadas por los gurúes del capitalismo que hacía un año venían hablando de los "brotes verdes" que anunciaban el fin de la crisis. Charlatanes irresponsables (al igual que los que en la Argentina pronosticaban en marzo del 2002 que para fines de ese año el dólar se cotizaría entre 12 y 14 pesos por unidad), sienten ahora que el mundo se les viene abajo: el euro se desploma, la Eurozona está a punto de desintegrarse, y como los gobiernos capitalistas sólo conciben la salida de la crisis haciéndosela pagar a los trabajadores, el clima social se carga de una conflictividad no vista desde los sucesos de 1968, aunque algunos se remontan hasta las postrimerías de la Primera Guerra Mundial.
La propuesta para griegos y españoles es un calco de las que el FMI impulsara en América latina y que sólo sirvieron para acelerar el derrumbe, siendo el caso argentino el espejo más fiel de lo que probablemente les espere a muchos países de la Unión Europea que todavía se aferran al catecismo neoliberal. El Wall Street Journal del 12 de mayo señalaba que "en la Eurozona y en menos de un mes el FMI dejó de ser un paria para convertirse en una institución esencial cuya bendición es necesaria para los países que necesitan paquetes de rescate". Este verdadero Dr. Mengele de las economías -que sigue siendo el mismo de antes, pese a declaraciones públicas en contrario- fue el que las autoridades de la Unión Europea eligieron para que administre los remedios que resolverán la crisis. Por eso no sorprende ver a una Europa en pie de guerra social, como respuesta a un programa de ajuste tan brutal como los que padecimos en América latina.
Al igual que en Grecia, el ajuste recesivo de Rodríguez Zapatero en España tiene como uno de sus puntales la reducción salarial del 5 por ciento para la mayoría de los trabajadores y la congelación para los de menor ingreso, los llamados "mileuristas" (por ser aproximadamente ésa la suma que ganan mensualmente). Para demostrar que habrá austeridad para todos, y que ésta será progresiva, el gobierno español decidió que desde el cargo de secretario de Estado para arriba, la reducción sería del 15 por ciento. El único detalle es que mientras el presidente del gobierno español gana 91.982,40 euros por año (cerca de 8000 euros mensuales, amén de diversos gastos que corren por cuenta del erario), el recorte del 15 por ciento difícilmente le producirá alguna merma en su capacidad de ahorro y consumo. Pero para los sectores inferiores de la administración pública -cuyos ingresos oscilan, con premios, complementos y pagas extraordinarias, en torno de los 2000 euros mensuales- los 100 euros que les serán reducidos incidirán negativamente en su nivel de vida.
David Cameron, el nuevo premier británico, fue más flemático y ordenó una reducción del 5 por ciento de sus emolumentos, pese a que su sueldo anual de 207.500 libras esterlinas (sumando el que le corresponde como premier y como miembro del Parlamento) más que duplica el de su colega español. Estos dos ejemplos bastan para caracterizar la filosofía que inspira estos programas de ajuste. Agréguese a ello que en ningún país de la UE esta reducción del gasto afecta al voluminoso presupuesto militar, parte del cual se destina a financiar guerras inmorales e infames como las que se están librando en Irak y Afganistán. Lo que sí se reducirá será la suma destinada a la cooperación internacional. Sólo en el caso español esto significa una baja de 600 millones de euros, un 8 por ciento en relación con lo previamente presupuestado.
En este contexto, no deja de ser llamativa la conversación telefónica que sostuvieron el 11 de mayo Obama y Rodríguez Zapatero, sobre todo cuando el primero le aconsejó que tomara medidas resolutivas "para calmar a los mercados". Esta frase es más que semejante a la que en su momento pronunciara el ex presidente Fernando de la Rúa en vísperas del derrumbe de la convertibilidad, cuando también él -como Obama ahora- creía que era imprescindible y factible "llevar tranquilidad a los mercados". En realidad, los mercados son una institución en la cual la crispación, el desenfreno y la irracionalidad son la norma; además, sin importar cuánto se haga a su favor, son insaciables y siempre querrán más, como se lo hicieron saber a De la Rúa y Cavallo en diciembre del 2001. En las páginas finales del primer tomo de El Capital, Marx describió con vívidos caracteres la naturaleza de los capitalistas y los mercados al decir que "el capital experimenta horror por la ausencia de ganancia... Si la ganancia es adecuada, el capital se vuelve audaz (...) Al 20 por ciento, se pondrá impulsivo; al 50 por ciento se vuelve temerario; por 100 por ciento, pisoteará todas las leyes humanas; y por 300 por ciento no hay crimen que lo arredre, aunque corra el riesgo de que lo ahorquen". La experiencia de los dos últimos años le dan la razón, y la crisis recién está comenzando a manifestarse.
*Fuente: http://www.atilioboron.com/
Publicado en Telesurtv.net
Luego de hacer estragos en su patria de origen, Estados Unidos, el "virus neoliberal", para usar la acertada expresión de Samir Amin, ha contagiado Europa. Ante los síntomas inocultables de la crisis, los mercados reaccionan con su explosiva mezcla de rapacidad e irracionalidad y evidencian su escepticismo ante las recetas de salida de la crisis elaboradas por el G-20, el FMI o el BM. Para colmo, este fin de semana, Jean-Claude Trichet, presidente del Banco Central Europeo, declaró que "el salvataje de un billón de dólares aprobado por la UE y el FMI es sólo para ganar un poco de tiempo". Esta opinión fue secundada por el economista-jefe del BCE, Jürgen Stark, quien además dijo que "cuando los mercados se vuelven locos, nadie puede prever las consecuencias".
El carácter estructural y de larga duración de la crisis es evidente, y sus dimensiones son impresionantes: en Grecia el déficit fiscal en relación con el PBI orilla el 14 por ciento; en Irlanda, casi el 15; en España, está a centésimos del 12; en Portugal supera ya el 9 y en Gran Bretaña, de la cual pocos hablan, el déficit fiscal es apenas una centésima inferior a la incendiada Grecia: 13 por ciento. Estas cifras se apartan brutalmente de las estipuladas en el ya difunto Tratado de Maastricht, por el cual los países europeos se comprometieron a mantener su déficit fiscal por debajo del 3 por ciento del PBI. Todo esto ocurre porque, ante el estallido de la crisis en el verano boreal del 2008, los gobiernos ordenaron al Banco Central Europeo y a sus propios bancos rescatar a las grandes empresas afectadas por la crisis; tal como lo habían hecho en Estados Unidos Bush y Obama, demostrando, por la vía del ejemplo, que la doctrina de la "autonomía del Banco Central" es una engañifa sólo destinada al consumo de los sumisos gobiernos de la periferia.
El problema con estos rescates es que más pronto que tarde los fenomenales desembolsos realizados por los gobiernos se convierten en una deuda de proporciones gigantescas, originando un incontenible crecimiento del déficit fiscal. Dado que hasta hace pocas semanas el FMI se abstuvo de siquiera lanzar una advertencia a los países del mundo desarrollado (cuando por déficit muchísimo menores envía sus letales misiones a cualquier país del Tercer Mundo), el problema no suscitó mayor atención salvo entre los pocos que estaban realmente al tanto de la situación y no creían en las ingeniosas metáforas utilizadas por los gurúes del capitalismo que hacía un año venían hablando de los "brotes verdes" que anunciaban el fin de la crisis. Charlatanes irresponsables (al igual que los que en la Argentina pronosticaban en marzo del 2002 que para fines de ese año el dólar se cotizaría entre 12 y 14 pesos por unidad), sienten ahora que el mundo se les viene abajo: el euro se desploma, la Eurozona está a punto de desintegrarse, y como los gobiernos capitalistas sólo conciben la salida de la crisis haciéndosela pagar a los trabajadores, el clima social se carga de una conflictividad no vista desde los sucesos de 1968, aunque algunos se remontan hasta las postrimerías de la Primera Guerra Mundial.
La propuesta para griegos y españoles es un calco de las que el FMI impulsara en América latina y que sólo sirvieron para acelerar el derrumbe, siendo el caso argentino el espejo más fiel de lo que probablemente les espere a muchos países de la Unión Europea que todavía se aferran al catecismo neoliberal. El Wall Street Journal del 12 de mayo señalaba que "en la Eurozona y en menos de un mes el FMI dejó de ser un paria para convertirse en una institución esencial cuya bendición es necesaria para los países que necesitan paquetes de rescate". Este verdadero Dr. Mengele de las economías -que sigue siendo el mismo de antes, pese a declaraciones públicas en contrario- fue el que las autoridades de la Unión Europea eligieron para que administre los remedios que resolverán la crisis. Por eso no sorprende ver a una Europa en pie de guerra social, como respuesta a un programa de ajuste tan brutal como los que padecimos en América latina.
Al igual que en Grecia, el ajuste recesivo de Rodríguez Zapatero en España tiene como uno de sus puntales la reducción salarial del 5 por ciento para la mayoría de los trabajadores y la congelación para los de menor ingreso, los llamados "mileuristas" (por ser aproximadamente ésa la suma que ganan mensualmente). Para demostrar que habrá austeridad para todos, y que ésta será progresiva, el gobierno español decidió que desde el cargo de secretario de Estado para arriba, la reducción sería del 15 por ciento. El único detalle es que mientras el presidente del gobierno español gana 91.982,40 euros por año (cerca de 8000 euros mensuales, amén de diversos gastos que corren por cuenta del erario), el recorte del 15 por ciento difícilmente le producirá alguna merma en su capacidad de ahorro y consumo. Pero para los sectores inferiores de la administración pública -cuyos ingresos oscilan, con premios, complementos y pagas extraordinarias, en torno de los 2000 euros mensuales- los 100 euros que les serán reducidos incidirán negativamente en su nivel de vida.
David Cameron, el nuevo premier británico, fue más flemático y ordenó una reducción del 5 por ciento de sus emolumentos, pese a que su sueldo anual de 207.500 libras esterlinas (sumando el que le corresponde como premier y como miembro del Parlamento) más que duplica el de su colega español. Estos dos ejemplos bastan para caracterizar la filosofía que inspira estos programas de ajuste. Agréguese a ello que en ningún país de la UE esta reducción del gasto afecta al voluminoso presupuesto militar, parte del cual se destina a financiar guerras inmorales e infames como las que se están librando en Irak y Afganistán. Lo que sí se reducirá será la suma destinada a la cooperación internacional. Sólo en el caso español esto significa una baja de 600 millones de euros, un 8 por ciento en relación con lo previamente presupuestado.
En este contexto, no deja de ser llamativa la conversación telefónica que sostuvieron el 11 de mayo Obama y Rodríguez Zapatero, sobre todo cuando el primero le aconsejó que tomara medidas resolutivas "para calmar a los mercados". Esta frase es más que semejante a la que en su momento pronunciara el ex presidente Fernando de la Rúa en vísperas del derrumbe de la convertibilidad, cuando también él -como Obama ahora- creía que era imprescindible y factible "llevar tranquilidad a los mercados". En realidad, los mercados son una institución en la cual la crispación, el desenfreno y la irracionalidad son la norma; además, sin importar cuánto se haga a su favor, son insaciables y siempre querrán más, como se lo hicieron saber a De la Rúa y Cavallo en diciembre del 2001. En las páginas finales del primer tomo de El Capital, Marx describió con vívidos caracteres la naturaleza de los capitalistas y los mercados al decir que "el capital experimenta horror por la ausencia de ganancia... Si la ganancia es adecuada, el capital se vuelve audaz (...) Al 20 por ciento, se pondrá impulsivo; al 50 por ciento se vuelve temerario; por 100 por ciento, pisoteará todas las leyes humanas; y por 300 por ciento no hay crimen que lo arredre, aunque corra el riesgo de que lo ahorquen". La experiencia de los dos últimos años le dan la razón, y la crisis recién está comenzando a manifestarse.
*Fuente: http://www.atilioboron.com/
Publicado en Telesurtv.net
DE LA VENGANZA
Por Mario Goloboff *
A la vista de lo que le sucedió a Prometeo, puede pensarse que en el mundo antiguo la venganza tenía, por decirlo así y de manera casi literal, piedra libre. No había límites para la furia desatada en las víctimas por un hecho que consideraban criminal. De este modo, fueron también apareciendo los grandes mitos que la representaban o la justificaban o la enaltecían, y que pocas veces la condenaban. Se entendía que era una exigencia sagrada, de donde con el tiempo surgiría la frase, un tanto percudida ya y someramente anodina, según la cual aquélla sería “el placer de los dioses”.
El mito más famoso, ciertamente, es el de Prometeo, por sus caracteres de inmediato, de completo, de cabal: satisfactoria en extremo, la venganza, aquí, no puede ser más reparadora y feroz. Sujeto y objeto de las iras de Zeus por haber robado el fuego del Olimpo a los dioses y habérselo entregado a los hombres, el héroe es desnudado, encadenado a una columna en las rocas del Cáucaso (atado a un peñasco, cuentan otros), donde todos los días un buitre le come el hígado que, para peor, todas las noches se reconstituye, y debe así padecerla interminablemente.
Entre las muy dolorosas, también está la impuesta a Tántalo, amigo íntimo de Zeus, invitado a los banquetes del Olimpo hasta el día en que, cuando la fama le había subido demasiado a la cabeza, traicionó los secretos de aquél y robó el alimento de los dioses para repartirlo entre sus amigos de abajo. Por esta y otras faltas aún mayores fue castigado a morir de hambre y de sed entre árboles frutales, fuentes y jardines. O la aplicada al pastor Bato, convertido, por la infidelidad de su palabra, claro está que en piedra o roca. También en la mitología germánica, en el inconmensurable Walhalla, las almas de los héroes caídos en combate, llevadas por las valquirias al lado de Odín, siguen disputándose por los conflictos de la Tierra y el cielo, se vengan como apasionados ejecutores de los enemigos y, de paso, sojuzgan a los infelices seres que pretenden conocer sus secretos.
Son, así, unos cuantos, me parece, los mitos que se fundan a partir del daño y el consecuente castigo y la reparación. Es que muchos de esos episodios tienen como origen una venganza o un desquite o un “me hiciste esto, te hago esto otro, que va a ser sin duda peor”, porque el hecho de que un dios no pueda anular o deshacer lo que hizo anteriormente su par, lleva, entre otras cosas, a esta abundancia en la imaginación y la fabricación permanentemente distinta de una nueva realidad. Lo cual, a su vez, deja en claro que son venganzas entre dioses (lo que podría decirse “entre dirigentes”), cuyos platos rotos pagamos los ínfimos mortales. Este género de reparación lo expuso por primera vez (¿por primera vez?) Esquilo (525-456), cuatro siglos antes de Cristo, en su terrible Prometeo encadenado y también en su Orestíada, y tamaños arquetipos vienen provocando desde entonces otros textos, siempre vivaces, siempre actuales. Se ve que algo ha de tener que ver todo esto con nuestra susceptible naturaleza humana.
La idea de justicia, en sustitución, fue apareciendo tímidamente con las religiones monoteístas. En el Pueblo de Israel la venganza se limitó muy pronto por disposiciones más prácticas: la Ley del Talión (el castigo no podía ir más allá que el daño recibido), la Ley del Asilo (por la cual había ciertos sitios en los que el delincuente podía refugiarse para evitar los vengativos abusos), la Ley de la Composición (por la cual se podía discutir una solución justa al daño hecho).
El Levítico propone normas que emanan de la palabra divina. “No te vengarás, ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo: mas amarás a tu prójimo como a ti mismo: Yo, Jehová” (19, 18). Después, el libro insiste en que la ley del amor debe extenderse también al forastero. “Y cuando el extranjero morare contigo en vuestra tierra, no le oprimiréis. /.../ Como a un natural de vosotros tendréis al extranjero que peregrinare entre vosotros, y ámalo como a ti mismo; porque peregrinos fuisteis en la tierra de Egipto...” (19, 3334). En fin, que los castigos por violación de la Ley eran muy duros ya en tiempos de Moisés (pena de muerte, incluida), pero aplicados menos como venganza que como expresión de justicia y de restitución de la convivencia social.
Porque, casi por definición, el espíritu de venganza es un sentimiento que no persigue ni acepta racionalidad alguna. Pedirle, por lo tanto, cálculo, frialdad, talento, es prácticamente extravagante e inútil. Por ello, también a menudo, vemos cómo actúa precipitada y ciegamente y, con su implícita y necesaria torpeza, termina malogrando los objetivos que a todas luces (tal vez, demasiadas) muestra perseguir.
Bien dicen los franceses (con frase que naturalmente no escapa a los placeres de la mesa): “La venganza es un plato que debe comerse frío”. En efecto, la excelencia de la réplica necesita del tiempo. Pero justamente el tiempo –se sabe– es lo único que en verdad mitiga el dolor del agravio. Paradójica constatación: cuando llega la hora en que la venganza puede alcanzar su más alto grado de perfeccionamiento, el deseo se ha postergado y acallado tanto que para la parte ofendida quizá ya no tenga sentido su realización.
Habría que tener en cuenta, además, el efecto que sobre la sociedad produce la satisfacción del odio, así como fue uno de los grandes motivos de placer de las masas griegas que participaban del teatro experimentando la cátharsis, una suerte de liberación o de canalización artística de las pasiones. En el paso de la tragedia griega, es decir, de la urdida y querida por los dioses, al drama shakespiriano, ocasionado por los furores de los pobres hombres, la venganza puede decirse que se “humaniza” o que se hace más “civil”, aunque no menos mortífera. Pero muestra, exhibe mejor, nuestras inconsistencias, nuestras debilidades, hasta lo desmesurado o lo ridículo de sus propósitos.
Finalmente, lejos de ser un placer de dioses, la venganza aparece como un sentimiento bajo, menor, poco noble, aun en el sentido histórico del término nobleza. Algo aristocráticamente, pero no sin convicción, suele recordarse la frase de María Antonieta a su verdugo, sobre cuyo pie acababa de pisar involuntariamente al subir al cadalso: “Discúlpeme, señor, no lo he hecho a propósito”. Excusas por un pie aplastado, guillotina y modales; sin duda gestos de superioridad social que no eximen de la más elevada, la superioridad moral.
Siempre más sutiles y más líricos, aunque no menos proféticos ni dramáticos, los chinos han acuñado largamente una frase que (toda traducción es aproximada) sostiene: “El que persigue la venganza, cava dos fosas”. Proponérsela es quizá la actividad mental más fantasiosa; visiblemente, el rencor suplanta, con sus lucubraciones, a la realidad; acaso en esta cerebración primitiva esté su verdadera satisfacción; acaso la revancha se satisfaga en su solo anhelo. Puede, en fin, que la verdadera venganza ni siquiera exista; que no sea posible, realizable ni, en el fondo, deseable practicarla. Tal vez con la justicia y la memoria alcance.
* Escritor, docente universitario.
Publicado en Página12 - 21/05/2010
A la vista de lo que le sucedió a Prometeo, puede pensarse que en el mundo antiguo la venganza tenía, por decirlo así y de manera casi literal, piedra libre. No había límites para la furia desatada en las víctimas por un hecho que consideraban criminal. De este modo, fueron también apareciendo los grandes mitos que la representaban o la justificaban o la enaltecían, y que pocas veces la condenaban. Se entendía que era una exigencia sagrada, de donde con el tiempo surgiría la frase, un tanto percudida ya y someramente anodina, según la cual aquélla sería “el placer de los dioses”.
El mito más famoso, ciertamente, es el de Prometeo, por sus caracteres de inmediato, de completo, de cabal: satisfactoria en extremo, la venganza, aquí, no puede ser más reparadora y feroz. Sujeto y objeto de las iras de Zeus por haber robado el fuego del Olimpo a los dioses y habérselo entregado a los hombres, el héroe es desnudado, encadenado a una columna en las rocas del Cáucaso (atado a un peñasco, cuentan otros), donde todos los días un buitre le come el hígado que, para peor, todas las noches se reconstituye, y debe así padecerla interminablemente.
Entre las muy dolorosas, también está la impuesta a Tántalo, amigo íntimo de Zeus, invitado a los banquetes del Olimpo hasta el día en que, cuando la fama le había subido demasiado a la cabeza, traicionó los secretos de aquél y robó el alimento de los dioses para repartirlo entre sus amigos de abajo. Por esta y otras faltas aún mayores fue castigado a morir de hambre y de sed entre árboles frutales, fuentes y jardines. O la aplicada al pastor Bato, convertido, por la infidelidad de su palabra, claro está que en piedra o roca. También en la mitología germánica, en el inconmensurable Walhalla, las almas de los héroes caídos en combate, llevadas por las valquirias al lado de Odín, siguen disputándose por los conflictos de la Tierra y el cielo, se vengan como apasionados ejecutores de los enemigos y, de paso, sojuzgan a los infelices seres que pretenden conocer sus secretos.
Son, así, unos cuantos, me parece, los mitos que se fundan a partir del daño y el consecuente castigo y la reparación. Es que muchos de esos episodios tienen como origen una venganza o un desquite o un “me hiciste esto, te hago esto otro, que va a ser sin duda peor”, porque el hecho de que un dios no pueda anular o deshacer lo que hizo anteriormente su par, lleva, entre otras cosas, a esta abundancia en la imaginación y la fabricación permanentemente distinta de una nueva realidad. Lo cual, a su vez, deja en claro que son venganzas entre dioses (lo que podría decirse “entre dirigentes”), cuyos platos rotos pagamos los ínfimos mortales. Este género de reparación lo expuso por primera vez (¿por primera vez?) Esquilo (525-456), cuatro siglos antes de Cristo, en su terrible Prometeo encadenado y también en su Orestíada, y tamaños arquetipos vienen provocando desde entonces otros textos, siempre vivaces, siempre actuales. Se ve que algo ha de tener que ver todo esto con nuestra susceptible naturaleza humana.
La idea de justicia, en sustitución, fue apareciendo tímidamente con las religiones monoteístas. En el Pueblo de Israel la venganza se limitó muy pronto por disposiciones más prácticas: la Ley del Talión (el castigo no podía ir más allá que el daño recibido), la Ley del Asilo (por la cual había ciertos sitios en los que el delincuente podía refugiarse para evitar los vengativos abusos), la Ley de la Composición (por la cual se podía discutir una solución justa al daño hecho).
El Levítico propone normas que emanan de la palabra divina. “No te vengarás, ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo: mas amarás a tu prójimo como a ti mismo: Yo, Jehová” (19, 18). Después, el libro insiste en que la ley del amor debe extenderse también al forastero. “Y cuando el extranjero morare contigo en vuestra tierra, no le oprimiréis. /.../ Como a un natural de vosotros tendréis al extranjero que peregrinare entre vosotros, y ámalo como a ti mismo; porque peregrinos fuisteis en la tierra de Egipto...” (19, 3334). En fin, que los castigos por violación de la Ley eran muy duros ya en tiempos de Moisés (pena de muerte, incluida), pero aplicados menos como venganza que como expresión de justicia y de restitución de la convivencia social.
Porque, casi por definición, el espíritu de venganza es un sentimiento que no persigue ni acepta racionalidad alguna. Pedirle, por lo tanto, cálculo, frialdad, talento, es prácticamente extravagante e inútil. Por ello, también a menudo, vemos cómo actúa precipitada y ciegamente y, con su implícita y necesaria torpeza, termina malogrando los objetivos que a todas luces (tal vez, demasiadas) muestra perseguir.
Bien dicen los franceses (con frase que naturalmente no escapa a los placeres de la mesa): “La venganza es un plato que debe comerse frío”. En efecto, la excelencia de la réplica necesita del tiempo. Pero justamente el tiempo –se sabe– es lo único que en verdad mitiga el dolor del agravio. Paradójica constatación: cuando llega la hora en que la venganza puede alcanzar su más alto grado de perfeccionamiento, el deseo se ha postergado y acallado tanto que para la parte ofendida quizá ya no tenga sentido su realización.
Habría que tener en cuenta, además, el efecto que sobre la sociedad produce la satisfacción del odio, así como fue uno de los grandes motivos de placer de las masas griegas que participaban del teatro experimentando la cátharsis, una suerte de liberación o de canalización artística de las pasiones. En el paso de la tragedia griega, es decir, de la urdida y querida por los dioses, al drama shakespiriano, ocasionado por los furores de los pobres hombres, la venganza puede decirse que se “humaniza” o que se hace más “civil”, aunque no menos mortífera. Pero muestra, exhibe mejor, nuestras inconsistencias, nuestras debilidades, hasta lo desmesurado o lo ridículo de sus propósitos.
Finalmente, lejos de ser un placer de dioses, la venganza aparece como un sentimiento bajo, menor, poco noble, aun en el sentido histórico del término nobleza. Algo aristocráticamente, pero no sin convicción, suele recordarse la frase de María Antonieta a su verdugo, sobre cuyo pie acababa de pisar involuntariamente al subir al cadalso: “Discúlpeme, señor, no lo he hecho a propósito”. Excusas por un pie aplastado, guillotina y modales; sin duda gestos de superioridad social que no eximen de la más elevada, la superioridad moral.
Siempre más sutiles y más líricos, aunque no menos proféticos ni dramáticos, los chinos han acuñado largamente una frase que (toda traducción es aproximada) sostiene: “El que persigue la venganza, cava dos fosas”. Proponérsela es quizá la actividad mental más fantasiosa; visiblemente, el rencor suplanta, con sus lucubraciones, a la realidad; acaso en esta cerebración primitiva esté su verdadera satisfacción; acaso la revancha se satisfaga en su solo anhelo. Puede, en fin, que la verdadera venganza ni siquiera exista; que no sea posible, realizable ni, en el fondo, deseable practicarla. Tal vez con la justicia y la memoria alcance.
* Escritor, docente universitario.
Publicado en Página12 - 21/05/2010
miércoles, 19 de mayo de 2010
"ALGO HABRÁN HECHO"
Por Eva Giberti*
Desde los perpetradores originales, en libertad cuando se esperaba su inmediata detención, hasta los vecinos observadores, que también son perpetradores periféricos, la propuesta es doble: por una parte, “aquí no pasó nada malo, no se mató a nadie” y por otra “lo que pasó era algo habitual, todo el pueblo conocía esos videos, porque hay varios”.
Los medios de comunicación se ocuparon de difundir los contenidos del Código Penal, y los márgenes de edad para ser víctima de un delito, así como la importancia del número de agresores cuando son “más de dos”. Se trata de informaciones cotidianas: hoy sabemos, aun sin haber leído el expediente, que una muchachita de catorce años fue violada por tres sujetos y filmada mientras no podía escapar de la situación.
Que quede claro que la imposición del denominado sexo oral, la fellatio o felación de los latinos, constituye violación para quien está obligada u obligado a asumirla sin alternativa. Y sin duda se instala como una forma de tortura. De la que disfrutan quienes la ejercen como forma privilegiada del abuso de poder.
También sabemos que un corrillo de vecinos, según se dice inspirados por los familiares de los perpetradores, se organizó en defensa de estos denominados muchachos que “no habían hecho nada malo” porque la “chica”, o sea la víctima, “estaba habituada a estas situaciones”, más aún, por ser algo “ligerita”, “rapidita”. O sea, no se le escapa a nadie que la tentativa se dirige a exculpar a los muchachos de buena familia porque, en todo caso, a esa chica le pasó lo que le pasó porque “en algo andaría”, o mejor “en algo andaba”. Que se sintetiza en aquel famoso “algo habrán hecho” que definió el perfil cómplice de los ciudadanos y ciudadanas adheridos al terrorismo de Estado.
¿O pretenderemos suponer que el terrorismo de Estado entre nosotros se mantuvo durante diez años solamente gracias a Martínez de Hoz y merced a las Fuerzas Armadas y a las fuerzas de seguridad? No fue así. Entre quienes lo sostuvieron estaban aquellos que decían “algo habrán hecho” para referirse a aquellas víctimas.
Un canal sólido y sutil comunica los pensamientos, negaciones, puntos ciegos y goces en el imaginar que alguien está siendo o ha sido ferozmente victimizado por sujetos a los que se elige como representantes de la verdad y con los cuales es posible identificarse; porque son los que han hecho algo que se admira: portarse como torturadores, capaces, además, de proveer de entretenimiento a una comunidad: para eso filmaron el video, para entretenerse y entretener. Violar a una muchacha entre varios, semejante las becerradas del Medioevo y filmarla para distribuir las imágenes entre la comunidad desborda el delito del violar y lo perfecciona con el narcisismo de quienes se miraron a sí mismos aportándose el placer de un tríptico de falos compartidos.
Los comentarios propios del desconcierto popular ante un corrillo que en una ciudad enarbolaba carteles vivando a los buenos muchachos, falsamente acusados por quienes defienden a quien algo habrá hecho para que la violen, condujo a la conclusión inevitable: “¡esta sociedad está enferma!”.
Lo plantearon antes de que se supiera que en Olavarría varias mujeres denunciaban a su ginecólogo por prácticas sexuales ajenas al ejercicio de su profesión, llevadas a cabo, justamente, en momentos de ese ejercicio. Otro agrupamiento portaba carteles en defensa del ginecólogo, seguramente victimizado por una coalición de mujeres confabuladas con intención de perjudicarlo. Este agrupamiento, igual que en la otra ciudad, había salido en defensa del supuesto violador.
Si lo verosímil de la historia mantuviera la fuerza probatoria de lo que se deberá probar, si bien los testimonios de las mujeres deberían alcanzar, sólo repetiría lo que innumerables mujeres han padecido en situaciones semejantes, con un agravante: el juramento hipocrático aniquilado, el principio sagrado de la medicina: “primero no dañar”.
Ahora tendrían que afirmar que la sociedad está muy enferma. Y así sucesivamente. Y digo sucesivamente porque la historia de General Villegas postergó el análisis de la familia que violaba, mediante sus distintos miembros, a una niña, luego adolescente de 16 años. Víctima que –según informaciones no confirmadas– habría sido repudiada por sus conocidos por “buchona”, por haber contado lo que le sucedía. Y ahora hay una familia deshecha. Debido a su denuncia. Situación conocida perfectamente por aquellas víctimas que denuncian y luego son sancionadas por quienes las rodean, y aun padecen exclusiones sociales por haber hablado de lo que no se habla.
La identificación con el agresor, con el victimario, el delincuente sexual es un hecho común, frecuente; es el efecto de posicionarse en el lugar del triunfador, del ganador, ya que asumir la posición de la víctima es penoso y humillante. Y el lugar del poder es deseable, el lugar de aquel que puede exhibirse y ser admirado como transgresor de la ley, sin ser considerado un delincuente, como lo explican los carteles que se exhiben en dos ciudades de nuestro país.
Para que se levanten esos carteles es preciso que la disfunción moral –por llamar de algún modo al fenómeno–, es decir los límites de las reflexiones éticas han sido saturados o no adquiridos. Es necesario renegar del lugar de las víctimas, despreciarlas e incorporar un saber impregnado por la violencia como valor inestimable. Cualquier violencia y, entre ellas, las que se derraman sobre las mujeres han sido privilegiadas.
Denominé perpetradores periféricos a quienes comenzaron a mostrarse y a poner al descubierto los canales que los comunican, exhibiendo aquello que piensan y los define ante los medios de comunicación, que es el primer aliado que buscaron, fracasando momentáneamente en el intento.
Aplicaron la propuesta exhibicionista de los otros perpetradores pero en gran escala, con vista al exterior. Una panorámica que demuestra que existen, porque sin que les importe la sanción social, están fanatizados por su convicción que les permite creer en la lógica de sus razonamientos. Lo interesante del fenómeno es que no aparece un ocultamiento de ese modo de pensar ni vergüenza por ser socialmente criticados.
Se comienza a reconocer el latido de lo que se suponía y deseaba superado y acabado, después del Nunca Más. No hace falta que estos pensadores periféricos aporten ideaciones políticas ni ideologías reconocibles; les alcanza con decir: “Aquí estamos y nos vamos a hacer valer. No nos importa el Código Penal, ni ningún otro código como no sea el mío que proclama a quienes yo quiero y admiro como los mejores, aunque está demostrado lo contrario. Y todos los demás (estaba claro en los diálogos con los periodistas) son imbéciles por creer que aquí hay una víctima”, si se trata de la muchachita.
Alguien podría objetarme que la semejanza entre los unos, de General Villegas –no toda la población– y los otros del terrorismo de Estado –no toda la población– es demasiado elemental.
Es posible, no obstante elude el comodín de la sociedad que no sabemos si puede pensarse como enferma, pero sí capaz de gestar una mutación moral: defender y exhibir lo que hace años no había quién se atreviese a agitar públicamente. Aunque centenares lo pensaran de ese modo y procedieran, jurídicamente, absolviendo al violador.
*Publicado en Página12 - 19/05/2010
Desde los perpetradores originales, en libertad cuando se esperaba su inmediata detención, hasta los vecinos observadores, que también son perpetradores periféricos, la propuesta es doble: por una parte, “aquí no pasó nada malo, no se mató a nadie” y por otra “lo que pasó era algo habitual, todo el pueblo conocía esos videos, porque hay varios”.
Los medios de comunicación se ocuparon de difundir los contenidos del Código Penal, y los márgenes de edad para ser víctima de un delito, así como la importancia del número de agresores cuando son “más de dos”. Se trata de informaciones cotidianas: hoy sabemos, aun sin haber leído el expediente, que una muchachita de catorce años fue violada por tres sujetos y filmada mientras no podía escapar de la situación.
Que quede claro que la imposición del denominado sexo oral, la fellatio o felación de los latinos, constituye violación para quien está obligada u obligado a asumirla sin alternativa. Y sin duda se instala como una forma de tortura. De la que disfrutan quienes la ejercen como forma privilegiada del abuso de poder.
También sabemos que un corrillo de vecinos, según se dice inspirados por los familiares de los perpetradores, se organizó en defensa de estos denominados muchachos que “no habían hecho nada malo” porque la “chica”, o sea la víctima, “estaba habituada a estas situaciones”, más aún, por ser algo “ligerita”, “rapidita”. O sea, no se le escapa a nadie que la tentativa se dirige a exculpar a los muchachos de buena familia porque, en todo caso, a esa chica le pasó lo que le pasó porque “en algo andaría”, o mejor “en algo andaba”. Que se sintetiza en aquel famoso “algo habrán hecho” que definió el perfil cómplice de los ciudadanos y ciudadanas adheridos al terrorismo de Estado.
¿O pretenderemos suponer que el terrorismo de Estado entre nosotros se mantuvo durante diez años solamente gracias a Martínez de Hoz y merced a las Fuerzas Armadas y a las fuerzas de seguridad? No fue así. Entre quienes lo sostuvieron estaban aquellos que decían “algo habrán hecho” para referirse a aquellas víctimas.
Un canal sólido y sutil comunica los pensamientos, negaciones, puntos ciegos y goces en el imaginar que alguien está siendo o ha sido ferozmente victimizado por sujetos a los que se elige como representantes de la verdad y con los cuales es posible identificarse; porque son los que han hecho algo que se admira: portarse como torturadores, capaces, además, de proveer de entretenimiento a una comunidad: para eso filmaron el video, para entretenerse y entretener. Violar a una muchacha entre varios, semejante las becerradas del Medioevo y filmarla para distribuir las imágenes entre la comunidad desborda el delito del violar y lo perfecciona con el narcisismo de quienes se miraron a sí mismos aportándose el placer de un tríptico de falos compartidos.
Los comentarios propios del desconcierto popular ante un corrillo que en una ciudad enarbolaba carteles vivando a los buenos muchachos, falsamente acusados por quienes defienden a quien algo habrá hecho para que la violen, condujo a la conclusión inevitable: “¡esta sociedad está enferma!”.
Lo plantearon antes de que se supiera que en Olavarría varias mujeres denunciaban a su ginecólogo por prácticas sexuales ajenas al ejercicio de su profesión, llevadas a cabo, justamente, en momentos de ese ejercicio. Otro agrupamiento portaba carteles en defensa del ginecólogo, seguramente victimizado por una coalición de mujeres confabuladas con intención de perjudicarlo. Este agrupamiento, igual que en la otra ciudad, había salido en defensa del supuesto violador.
Si lo verosímil de la historia mantuviera la fuerza probatoria de lo que se deberá probar, si bien los testimonios de las mujeres deberían alcanzar, sólo repetiría lo que innumerables mujeres han padecido en situaciones semejantes, con un agravante: el juramento hipocrático aniquilado, el principio sagrado de la medicina: “primero no dañar”.
Ahora tendrían que afirmar que la sociedad está muy enferma. Y así sucesivamente. Y digo sucesivamente porque la historia de General Villegas postergó el análisis de la familia que violaba, mediante sus distintos miembros, a una niña, luego adolescente de 16 años. Víctima que –según informaciones no confirmadas– habría sido repudiada por sus conocidos por “buchona”, por haber contado lo que le sucedía. Y ahora hay una familia deshecha. Debido a su denuncia. Situación conocida perfectamente por aquellas víctimas que denuncian y luego son sancionadas por quienes las rodean, y aun padecen exclusiones sociales por haber hablado de lo que no se habla.
La identificación con el agresor, con el victimario, el delincuente sexual es un hecho común, frecuente; es el efecto de posicionarse en el lugar del triunfador, del ganador, ya que asumir la posición de la víctima es penoso y humillante. Y el lugar del poder es deseable, el lugar de aquel que puede exhibirse y ser admirado como transgresor de la ley, sin ser considerado un delincuente, como lo explican los carteles que se exhiben en dos ciudades de nuestro país.
Para que se levanten esos carteles es preciso que la disfunción moral –por llamar de algún modo al fenómeno–, es decir los límites de las reflexiones éticas han sido saturados o no adquiridos. Es necesario renegar del lugar de las víctimas, despreciarlas e incorporar un saber impregnado por la violencia como valor inestimable. Cualquier violencia y, entre ellas, las que se derraman sobre las mujeres han sido privilegiadas.
Denominé perpetradores periféricos a quienes comenzaron a mostrarse y a poner al descubierto los canales que los comunican, exhibiendo aquello que piensan y los define ante los medios de comunicación, que es el primer aliado que buscaron, fracasando momentáneamente en el intento.
Aplicaron la propuesta exhibicionista de los otros perpetradores pero en gran escala, con vista al exterior. Una panorámica que demuestra que existen, porque sin que les importe la sanción social, están fanatizados por su convicción que les permite creer en la lógica de sus razonamientos. Lo interesante del fenómeno es que no aparece un ocultamiento de ese modo de pensar ni vergüenza por ser socialmente criticados.
Se comienza a reconocer el latido de lo que se suponía y deseaba superado y acabado, después del Nunca Más. No hace falta que estos pensadores periféricos aporten ideaciones políticas ni ideologías reconocibles; les alcanza con decir: “Aquí estamos y nos vamos a hacer valer. No nos importa el Código Penal, ni ningún otro código como no sea el mío que proclama a quienes yo quiero y admiro como los mejores, aunque está demostrado lo contrario. Y todos los demás (estaba claro en los diálogos con los periodistas) son imbéciles por creer que aquí hay una víctima”, si se trata de la muchachita.
Alguien podría objetarme que la semejanza entre los unos, de General Villegas –no toda la población– y los otros del terrorismo de Estado –no toda la población– es demasiado elemental.
Es posible, no obstante elude el comodín de la sociedad que no sabemos si puede pensarse como enferma, pero sí capaz de gestar una mutación moral: defender y exhibir lo que hace años no había quién se atreviese a agitar públicamente. Aunque centenares lo pensaran de ese modo y procedieran, jurídicamente, absolviendo al violador.
*Publicado en Página12 - 19/05/2010
lunes, 17 de mayo de 2010
LA SEMANA INTERNACIONAL - 8 AL 15 DE MAYO DE 2010
Por Walter Paz*
La actual crisis griega, horas más tarde hay que decir la actual crisis griega y española, y poco después hay que sumarle la portuguesa, parece casi una mancha que se expande incontenible. En realidad se viene hablando de esto desde hace un tiempo, pero… se dejó correr la bola y no se hizo nada. Ahora es tarde.
Pero esto nos debe hacer reflexionar a nosotros, no sólo como argentinos teniendo en cuenta las aspiraciones secretas de ese menjunje que tenemos y que algunos llaman oposición, amante de los ajustes y de los descuentos salariales tal cual lo hicieron en el 2001, y hoy siguen participando en política sin ponerse colorados, hablamos obviamente de Patricia Bulrich, Morales, Rodríguez Saa, y especímenes por el estilo. Sino que debemos reflexionar como latinoamericanos justo en este momento que comenzamos a transitar como nunca antes esta senda de integración.
El sábado pasado mencionábamos alguna característica de la integración europea, la reconciliación de países luego de haberse enfrentado en innumerables guerras, pero, por otro lado también es una integración en que estados y élites gobernantes no cambiaron sus respectivas estructuras de poder, sino que la unificación les sirvió y sirve para afianzarse en el poder. Y hoy, en medio del lodazal que enfrenta España, Portugal y Grecia, la crisis recae sobre los de siempre, como siempre. Es una Europa liberal, capitalista y los dueños del poder económico caen parados, son los Pueblos los que se las ven negras.
Parece calcado a lo que vimos el pasado 2009 del otro lado del Atlántico, los EE.UU. cientos de entidades financieras e inmobiliarias prestaron el dinero que no tenían, gastaron lo que no tenían, engañaron al público en general, hicieron todo mal, pero el Estado norteamericano los salvó inyectándoles una suma de dinero inimaginable, sin embargo, los que necesitaban la auténtica ayuda -y todavía la necesitan- son los trabajadores, la gente de a pié. No, esos engrosaron y engrosan los porcentajes de desocupados, muchísimos perdieron sus casas y terminaron durmiendo en el asiento trasero del auto.
Y nos resulta tan conocido lo que pasa en Europa hoy, aunque se encuentre a más 10.000 Km. que es imposible asistir con impotencia a lo que sufre el Pueblo griego, de marcha en marcha y de represión en represión. En medio de todo eso, están los miles de argentinos que desde el 2004 más o menos retornan a la Argentina, ahora ya no retornan, sino que huyen de ese “primer mundo”.
El o los dueños del dinero también son los dueños de los medios mundiales de desinformación, entonces insisten con sus titulares de “ayuda”, “salvataje”. Con semejantes ayudas uno no sabe si dejar hundirse. Me voy a permitir recomendar a aquellos que gustan de navegar por la Web, un vídeo perteneciente a un programa televisivo británico cuyo nombre se traduciría como “el último ríe mejor”, Ud. entra en el explorador y escribe: la crisis financiera explicada con humor inglés, es una parodia de entrevista a un supuesto especialista en finanzas. Explica muy bien la crisis y encima con ese particular humor inglés.
Pero, y nosotros ¿? Lo que debemos aprehender es que nuestra integración debe ser distinta. Nuestro Continentalismo debe seguir apuntando y profundizando algunos tópicos que los principales impulsores del UNASUR y del MERCOSUR vienen impulsando: la soberanía alimentaria, la protección de nuestros recursos naturales, la implementación de infraestructuras regionales y la construcción de Justicia Social para romper con 200 o con 500 años de pobreza, en definitiva, liberación continental. Y esto implica la definición y construcción de un sistema de vida para gran parte del Continente Latinoamericano distinto, alejado e incluso opuesto al liberalismo.
El liberalismo o capitalismo como quiera llamarlo ya lleva imperando en gran parte del planeta casi 400 años, y hasta ahora los resultados visibles son una completa defraudación. Como canta la voz líder del grupo musical Bersuit Vergarabat: “el progreso fue un fracaso”, Esas ideas de progreso liberal, de nuevas ideas, de libre comercio, etc., etc. En casi todo el mundo lo único que hizo fue llevar explotación, desmembramientos de Estados, hambre, destrucción del medio ambiente y de las culturas, matanzas, todo en nombre del progreso y la modernidad, y deuda, mucha deuda. Por eso, bienvenida la política de nuestra Presidenta Cristina: D-E-S-E-N-D-E-U-D-A-M-I-E-N-T-O.
Cambiando de tema, o por qué no, algo relacionado sobre ésta línea editorial, el derrame de petróleo en el Golfo de México, frente a la costa de uno de los Estados integrante de la Unión, Louisiana. Se difunde hoy en día que básicamente este desastre se debería entre otras causas a aspectos obviados en la legislación regulatoria, la Ley de Energía aprobada en 2005. Por ejemplo el uso obligatorio de una válvula acústica que hubiera prevenido de la fractura de la tubería que llevaba el crudo, sin embargo fue dejada de lado.
Fue durante la Administración Bush, decidieron borrar tal exigencia a las empresas explotadoras de petróleo, un válvula que cuesta medio millón de dólares, siendo que por ejemplo, la compañía involucrada en este drama la British Petroleum factura 100.000.000 U$S diarios. De eso estuvimos hablando hoy del deseo desenfrenado de ganancias, la gula de riquezas, de capitalismo.
El daño ambiental es incalculable porque sigue fluyendo crudo en cantidades tales que es imposible aún con los medios técnicos actuales, detener o disminuir. Los conocedores ya lo caracterizan como un desastre peor al del Exxon Valdez allá en Alaska.
Ah, y un detalle para terminar. En el accidente que provocó semejante derrame, la explosión e incendio de la plataforma petrolera, murieron 11 trabajadores.
*Columna semanal del Programa Sudestada
emitido por Radio Nacional Rosario - AM1300
La actual crisis griega, horas más tarde hay que decir la actual crisis griega y española, y poco después hay que sumarle la portuguesa, parece casi una mancha que se expande incontenible. En realidad se viene hablando de esto desde hace un tiempo, pero… se dejó correr la bola y no se hizo nada. Ahora es tarde.
Pero esto nos debe hacer reflexionar a nosotros, no sólo como argentinos teniendo en cuenta las aspiraciones secretas de ese menjunje que tenemos y que algunos llaman oposición, amante de los ajustes y de los descuentos salariales tal cual lo hicieron en el 2001, y hoy siguen participando en política sin ponerse colorados, hablamos obviamente de Patricia Bulrich, Morales, Rodríguez Saa, y especímenes por el estilo. Sino que debemos reflexionar como latinoamericanos justo en este momento que comenzamos a transitar como nunca antes esta senda de integración.
El sábado pasado mencionábamos alguna característica de la integración europea, la reconciliación de países luego de haberse enfrentado en innumerables guerras, pero, por otro lado también es una integración en que estados y élites gobernantes no cambiaron sus respectivas estructuras de poder, sino que la unificación les sirvió y sirve para afianzarse en el poder. Y hoy, en medio del lodazal que enfrenta España, Portugal y Grecia, la crisis recae sobre los de siempre, como siempre. Es una Europa liberal, capitalista y los dueños del poder económico caen parados, son los Pueblos los que se las ven negras.
Parece calcado a lo que vimos el pasado 2009 del otro lado del Atlántico, los EE.UU. cientos de entidades financieras e inmobiliarias prestaron el dinero que no tenían, gastaron lo que no tenían, engañaron al público en general, hicieron todo mal, pero el Estado norteamericano los salvó inyectándoles una suma de dinero inimaginable, sin embargo, los que necesitaban la auténtica ayuda -y todavía la necesitan- son los trabajadores, la gente de a pié. No, esos engrosaron y engrosan los porcentajes de desocupados, muchísimos perdieron sus casas y terminaron durmiendo en el asiento trasero del auto.
Y nos resulta tan conocido lo que pasa en Europa hoy, aunque se encuentre a más 10.000 Km. que es imposible asistir con impotencia a lo que sufre el Pueblo griego, de marcha en marcha y de represión en represión. En medio de todo eso, están los miles de argentinos que desde el 2004 más o menos retornan a la Argentina, ahora ya no retornan, sino que huyen de ese “primer mundo”.
El o los dueños del dinero también son los dueños de los medios mundiales de desinformación, entonces insisten con sus titulares de “ayuda”, “salvataje”. Con semejantes ayudas uno no sabe si dejar hundirse. Me voy a permitir recomendar a aquellos que gustan de navegar por la Web, un vídeo perteneciente a un programa televisivo británico cuyo nombre se traduciría como “el último ríe mejor”, Ud. entra en el explorador y escribe: la crisis financiera explicada con humor inglés, es una parodia de entrevista a un supuesto especialista en finanzas. Explica muy bien la crisis y encima con ese particular humor inglés.
Pero, y nosotros ¿? Lo que debemos aprehender es que nuestra integración debe ser distinta. Nuestro Continentalismo debe seguir apuntando y profundizando algunos tópicos que los principales impulsores del UNASUR y del MERCOSUR vienen impulsando: la soberanía alimentaria, la protección de nuestros recursos naturales, la implementación de infraestructuras regionales y la construcción de Justicia Social para romper con 200 o con 500 años de pobreza, en definitiva, liberación continental. Y esto implica la definición y construcción de un sistema de vida para gran parte del Continente Latinoamericano distinto, alejado e incluso opuesto al liberalismo.
El liberalismo o capitalismo como quiera llamarlo ya lleva imperando en gran parte del planeta casi 400 años, y hasta ahora los resultados visibles son una completa defraudación. Como canta la voz líder del grupo musical Bersuit Vergarabat: “el progreso fue un fracaso”, Esas ideas de progreso liberal, de nuevas ideas, de libre comercio, etc., etc. En casi todo el mundo lo único que hizo fue llevar explotación, desmembramientos de Estados, hambre, destrucción del medio ambiente y de las culturas, matanzas, todo en nombre del progreso y la modernidad, y deuda, mucha deuda. Por eso, bienvenida la política de nuestra Presidenta Cristina: D-E-S-E-N-D-E-U-D-A-M-I-E-N-T-O.
Cambiando de tema, o por qué no, algo relacionado sobre ésta línea editorial, el derrame de petróleo en el Golfo de México, frente a la costa de uno de los Estados integrante de la Unión, Louisiana. Se difunde hoy en día que básicamente este desastre se debería entre otras causas a aspectos obviados en la legislación regulatoria, la Ley de Energía aprobada en 2005. Por ejemplo el uso obligatorio de una válvula acústica que hubiera prevenido de la fractura de la tubería que llevaba el crudo, sin embargo fue dejada de lado.
Fue durante la Administración Bush, decidieron borrar tal exigencia a las empresas explotadoras de petróleo, un válvula que cuesta medio millón de dólares, siendo que por ejemplo, la compañía involucrada en este drama la British Petroleum factura 100.000.000 U$S diarios. De eso estuvimos hablando hoy del deseo desenfrenado de ganancias, la gula de riquezas, de capitalismo.
El daño ambiental es incalculable porque sigue fluyendo crudo en cantidades tales que es imposible aún con los medios técnicos actuales, detener o disminuir. Los conocedores ya lo caracterizan como un desastre peor al del Exxon Valdez allá en Alaska.
Ah, y un detalle para terminar. En el accidente que provocó semejante derrame, la explosión e incendio de la plataforma petrolera, murieron 11 trabajadores.
*Columna semanal del Programa Sudestada
emitido por Radio Nacional Rosario - AM1300
domingo, 16 de mayo de 2010
DONDE MUEREN LAS ESPECIES
Por Raúl A. Alzogaray*
Entre otros desastres, la actividad humana está llevando la biodiversidad a la catástrofe. Todos los días desaparecen especies, todos los días se deforestan algunos kilómetros cuadrados, todos los días hay un ecocidio en las “zonas calientes” habitadas por especies especialmente vulnerables, muchas de las cuales están al borde de la extinción.
Entre otros desastres, la actividad humana está llevando la biodiversidad a la catástrofe. Todos los días desaparecen especies, todos los días se deforestan algunos kilómetros cuadrados, todos los días hay un ecocidio en las “zonas calientes” habitadas por especies especialmente vulnerables, muchas de las cuales están al borde de la extinción.
DESMONUMENTAR
Por Osvaldo Bayer*
Una vez más sostenemos que en la Historia finalmente triunfa siempre la Etica. Aunque pasen siglos. Recuerdo cuando hace años comenzamos los jueves al anochecer, junto al monumento al general Julio Argentino Roca, demostrando que, documento tras documento, los argentinos honrábamos a un genocida, a un racista y a quien había restablecido la esclavitud en la Argentina, en 1879, esclavitud a la cual nuestra increíblemente progresista Asamblea del Año XIII había eliminado adelantándose en décadas a Estados Unidos y a Brasil. Pues bien, aquella iniciación se ve culminada ahora por el primer congreso nacional del movimiento “Desmonumentar a Roca, que se llevará a cabo el sábado próximo, 22 de mayo, día del Cabildo Abierto, y el domingo 23, en la ciudad bonaerense de Junín, al cual concurrirán delegaciones de todo el país de docentes, estudiantes, trabajadores, miembros de instituciones culturales, representantes de los pueblos originarios y todos los que quieran participar. Los actos serán públicos y culminarán con música del cada vez más joven conjunto Arbolito.
Cuando comenzamos hace años aquella tarea en el monumento a Roca de la Diagonal Sur fuimos demostrando lo que sosteníamos. Sobre el calificativo de genocida, mostramos el propio discurso de Roca ante el Congreso de la Nación, al finalizar su “Campaña al Desierto”: “La ola de bárbaros que ha inundado por espacio de siglos las fértiles llanuras ha sido por fin destruida... El éxito más brillante acaba de coronar esta expedición dejando así libres para siempre del dominio del indio esos vastísimos territorios que se presentan ahora llenos de deslumbradoras promesas al inmigrante y al capital extranjero”. No puede haber mejor definición del concepto oficial de genocidio que estos conceptos del propio genocida. (Frase en la cual se nota su increíble racismo acusando a los seres humanos que habitaban desde hacía siglos esas regiones de haber “inundado las fértiles llanuras”. Cuando la verdad es que si alguien había inundado eran los descendientes de los conquistadores europeos que un buen día habían “descubierto América”.) Respecto del racismo de Roca están todos sus discursos en los que siempre emplea los mismos términos calificándolos de “los salvajes, los bárbaros”, mientras San Martín varias décadas antes siempre hablaba de “nuestros paisanos los indios”. Una diferencia abismal. Sobre el clima previo que preparó la matanza de Roca se pueden consultar los diarios de la época. Basta un ejemplo. El diario La Prensa del 16/10/78: “La conquista es santa; porque el conquistador es el Bien y el conquistado el Mal. Siendo Santa la conquista de la Pampa, carguémosle a ella los gastos que demanda, ejercitando el derecho legítimo del conquistador”. Racismo para obtener ganancias.
Respecto de que Roca restableció la esclavitud casi setenta años después de que ésta hubiera sido eliminada por la gloriosa Asamblea del año XII, lo demuestran los avisos publicados en los diarios de la época. Por ejemplo, el del diario El Nacional del 31-XII-78: “Entrega de indios”, como título. Y como texto: “Los miércoles y los viernes se efectuará la entrega de indios y chinas a las familias de esta ciudad, por medio de la Sociedad de Beneficencia”. Con respecto a la crueldad empleada por Avellaneda, Roca y los miembros de ese gobierno, lo dice bien esta crónica del mismo diario porteño El Nacional de esa fecha: “Llegan los indios prisioneros con sus familias. La desesperación, el llanto no cesa. Se les quita a las madres indias sus hijos para en su presencia regalarlos a pesar de los gritos, los alaridos y las súplicas que hincadas y con los brazos al cielo dirigen las mujeres indias. En aquel marco humano, unos indios se tapan la cara, otros miran resignadamente el suelo, la madre india aprieta contra el seno al hijo de sus entrañas, el padre indio se cruza por delante para defender a su familia de los avances de la civilización”. Esto lo hicieron los argentinos, como los españoles lo hicieron antes del glorioso Mayo de 1810. El mejor documento que nos habla de la traición de Roca y sus ayudantes del poder a esos principios de Mayo, por ejemplo, es si comparamos este estado de cosas con la declaración de Manuel Belgrano del 30 de diciembre de 1810, en su expedición al Paraguay, cuando proclamará la igualdad de derechos de los pueblos originarios, donde dice textualmente: “A consecuencia de la proclama que expedí para hacer saber a los naturales de los pueblos de Misiones que venía a restituirlos a sus derechos de Libertad, propiedad y seguridad, que por tantas generaciones han estado privados, sirviendo únicamente a las rapiñas de los que han gobernado he venido a determinar los siguientes artículos, con que acredito que mis palabras no son las del engaño ni alucinamiento con que hasta ahora se ha tenido a los desgraciados naturales bajo el yugo de hierro: 1) Todos los naturales de Misiones son libres, gozarán de sus propiedades y podrán disponer de ellas como mejor les acomode. 2) Desde hoy les liberto del tributo”. Y luego en los otros artículos los “habilita para todos los empleos civiles, políticos, militares y eclesiásticos” y les promete créditos para la compra de “instrumentos para la agricultura y para el fomento de las crías”. De la Igualdad y la Libertad a la esclavitud y la muerte. La absoluta traición a los principios de Mayo. Lo mismo hará ese extraordinario libertario que se llamó Juan José Castelli al llegar al Alto Perú, para no hablar de Mariano Moreno en su defensa valiente de la igualdad de los pueblos originarios de estas tierras americanas.
Pero, claro, con Roca comenzará el dominio del latifundio, luego de que después del exterminio de los pueblos del sur se repartan 41 millones de hectáreas a 1843 terratenientes. Al presidente de la Sociedad Rural –sí, la misma que sigue hoy representando a los estancieros– se le entregarán nada menos que 2.500.000 hectáreas.
¿Y quién era él? José María Martínez de Hoz, el bisabuelo directo del Martínez de Hoz que fue ministro de Economía de la última dictadura militar, la de la desaparición de personas. Cómo el verdadero poder siempre se mantuvo en las mismas manos en nuestra historia. Ya que jamás se llevó a cabo una reforma agraria. A todos los miembros de la comisión directiva de esa Sociedad, Avellaneda-Roca les otorgó un mínimo de medio millón de hectáreas. Y ahí están los apellidos clásicos del Barrio Norte: los Pereyra Iraola, los Oromí, los Unzué, los Anchorena, Amadeo, Miguens, Real de Azúa, Leloir, Temperley, Llavallol, Arana, Casares, Señorans, Martín y Omar.
En el primer congreso de “Desmonumentando a Roca” que comenzaremos el sábado próximo en Junín sentaremos las bases para una propuesta de profundo sentido ético, terminar con el endiosamiento del genocidio y propender a que se quiten los monumentos a la persona de Roca, se reemplace su nombre a todas las calles que lo ostentan en nuestras ciudades.
Y también que la ciudad patagónica de General Roca pase a llevar el nombre que esa zona ostentaba antes del paso del genocida: Fiske Menuco.
Los argentinos jamás hicieron congresos de historiadores para hacer una autocrítica de los crímenes oficiales que se cometieron contra los pueblos que durante siglos habitaron estas generosas tierras. Al contrario, glorificaron con los nombres de los asesinos oficiales lugares públicos. Cuando propusimos a los representantes del pueblo de la Capital quitar el monumento a Roca y reemplazarlo por una obra escultórica que represente a la mujer originaria –ya que en su vientre se originó el criollo que fue el soldado de nuestros ejércitos de la Independencia–, ese proyecto fue rechazado por el macrismo, que señaló que en “historia hay que mirar hacia adelante”. Ante tal argumento señalé públicamente: “Entonces, con ese criterio, Alemania tendría que tener todos los monumentos a Hitler”. Más todavía, que justamente el monumento a Roca es el más grande y céntrico de nuestra ciudad, apenas a metros del Cabildo, donde se declaró nuestra Libertad y se sostuvo la igualdad de todos como principio. Además, ese monumento fue llevado a cabo por resolución de un gobierno no democrático, en la Década Infame durante el período del general Justo, elegido –como es sabido– por el llamado “fraude patriótico”, término argentino que debería avergonzarnos a todos. ¿Y quién era el vicepresidente del general Justo? Nada menos que el hijo de Roca, Julio Argentino Roca (hijo), quien fue el verdadero inspirador de ese monumento a su padre.
Ese monumento es aún más injusto porque el general Roca, siendo presidente, aprobó la ley más cruel de la legislación argentina, la 4144, la llamada “Ley de Residencia”, por la cual se expulsaba a todo extranjero que perturbara el orden público. Que se aplicó principalmente a obreros que promovieron el avance de la justicia social, luchando por las ocho horas de trabajo. Pero la maldad de esta ley era que se expulsaba sólo al hombre y se dejaba aquí a su mujer y a sus hijos. Eso se hacía para que las esposas les aconsejaran a sus maridos no comprometerse en las luchas obreras porque corrían el peligro de ser expulsados y ellas quedaban aquí solas, con sus hijos, ¿y cómo podrían alimentarlos? También Roca fue el primer presidente que reprimió con extrema violencia un acto obrero del 1º de marzo, en memoria de los mártires de Chicago. Fue el 1º de mayo de 1904 y allí fue muerto el marinero Juan Ocampo, de 18 años de edad. El primer mártir del movimiento obrero argentino. De él no hay ni una callejuela en un barrio obrero. Pero el represor, Roca, tiene calles hasta en el último rincón urbano del país.
La ilustración de esta nota pertenece al libro Pedagogía de la Desmemoria. Crónicas y estrategias del genocidio invisible, de Marcelo Valko. Y es una caricatura de Roca hecha por la publicación Don Quijote del 25/10/1891, en pleno auge político del genocida. Caricatura que demuestra toda la crueldad de su persona. El reciente libro de Valko deja bien al desnudo la verdadera personalidad de Roca. Y demuestra que en el curso de la historia cómo se justificó lo injustificable que ha quedado siempre oculto por más de un siglo y medio y hoy recién comienza a debatirse. Además se traen las citas del lenguaje de los políticos notables de la época y su racismo insoportable, con expresiones como “Raza estéril”, “enjambre de hienas” o “gusanos” como se calificaba a los pueblos originarios para facilitar el genocidio. Toda la línea de los pensadores “liberales positivistas” de la época. Se quería terminar con la nación mestiza para lograr la llamada “civilización europea”. Y también, otros aspectos, la posición dual de la Iglesia en esa época. No deja el autor de demostrar la corrupción oficial en la que se destaca las prebendas de los dos hermanos de Roca: Rudecindo y Ataliva. Sarmiento inventó el verbo “atalivar” que suplantaba al de “cobrar la coima”. En resumen, un libro fundamental para llegar a la verdad de ese pasado argentino. Y para interpretar el fracaso argentino posterior a ellos, que culminó con la dictadura de la desaparición de personas.
Por eso, por fin, una reunión nacional, los próximos sábado 22 y domingo 23 de mayo, en Junín, donde se debatirán en sucesivos encuentros todos los temas que hacen al pasado argentino que nos lleva a preguntarnos: ¿qué nos pasó a los argentinos después de esos principios de Mayo, plenos de generosidad y de la búsqueda de la Igualdad por medio de la Libertad?
*Nota y dibujo publicados en Página12 - 16/05/2010
Una vez más sostenemos que en la Historia finalmente triunfa siempre la Etica. Aunque pasen siglos. Recuerdo cuando hace años comenzamos los jueves al anochecer, junto al monumento al general Julio Argentino Roca, demostrando que, documento tras documento, los argentinos honrábamos a un genocida, a un racista y a quien había restablecido la esclavitud en la Argentina, en 1879, esclavitud a la cual nuestra increíblemente progresista Asamblea del Año XIII había eliminado adelantándose en décadas a Estados Unidos y a Brasil. Pues bien, aquella iniciación se ve culminada ahora por el primer congreso nacional del movimiento “Desmonumentar a Roca, que se llevará a cabo el sábado próximo, 22 de mayo, día del Cabildo Abierto, y el domingo 23, en la ciudad bonaerense de Junín, al cual concurrirán delegaciones de todo el país de docentes, estudiantes, trabajadores, miembros de instituciones culturales, representantes de los pueblos originarios y todos los que quieran participar. Los actos serán públicos y culminarán con música del cada vez más joven conjunto Arbolito.
Cuando comenzamos hace años aquella tarea en el monumento a Roca de la Diagonal Sur fuimos demostrando lo que sosteníamos. Sobre el calificativo de genocida, mostramos el propio discurso de Roca ante el Congreso de la Nación, al finalizar su “Campaña al Desierto”: “La ola de bárbaros que ha inundado por espacio de siglos las fértiles llanuras ha sido por fin destruida... El éxito más brillante acaba de coronar esta expedición dejando así libres para siempre del dominio del indio esos vastísimos territorios que se presentan ahora llenos de deslumbradoras promesas al inmigrante y al capital extranjero”. No puede haber mejor definición del concepto oficial de genocidio que estos conceptos del propio genocida. (Frase en la cual se nota su increíble racismo acusando a los seres humanos que habitaban desde hacía siglos esas regiones de haber “inundado las fértiles llanuras”. Cuando la verdad es que si alguien había inundado eran los descendientes de los conquistadores europeos que un buen día habían “descubierto América”.) Respecto del racismo de Roca están todos sus discursos en los que siempre emplea los mismos términos calificándolos de “los salvajes, los bárbaros”, mientras San Martín varias décadas antes siempre hablaba de “nuestros paisanos los indios”. Una diferencia abismal. Sobre el clima previo que preparó la matanza de Roca se pueden consultar los diarios de la época. Basta un ejemplo. El diario La Prensa del 16/10/78: “La conquista es santa; porque el conquistador es el Bien y el conquistado el Mal. Siendo Santa la conquista de la Pampa, carguémosle a ella los gastos que demanda, ejercitando el derecho legítimo del conquistador”. Racismo para obtener ganancias.
Respecto de que Roca restableció la esclavitud casi setenta años después de que ésta hubiera sido eliminada por la gloriosa Asamblea del año XII, lo demuestran los avisos publicados en los diarios de la época. Por ejemplo, el del diario El Nacional del 31-XII-78: “Entrega de indios”, como título. Y como texto: “Los miércoles y los viernes se efectuará la entrega de indios y chinas a las familias de esta ciudad, por medio de la Sociedad de Beneficencia”. Con respecto a la crueldad empleada por Avellaneda, Roca y los miembros de ese gobierno, lo dice bien esta crónica del mismo diario porteño El Nacional de esa fecha: “Llegan los indios prisioneros con sus familias. La desesperación, el llanto no cesa. Se les quita a las madres indias sus hijos para en su presencia regalarlos a pesar de los gritos, los alaridos y las súplicas que hincadas y con los brazos al cielo dirigen las mujeres indias. En aquel marco humano, unos indios se tapan la cara, otros miran resignadamente el suelo, la madre india aprieta contra el seno al hijo de sus entrañas, el padre indio se cruza por delante para defender a su familia de los avances de la civilización”. Esto lo hicieron los argentinos, como los españoles lo hicieron antes del glorioso Mayo de 1810. El mejor documento que nos habla de la traición de Roca y sus ayudantes del poder a esos principios de Mayo, por ejemplo, es si comparamos este estado de cosas con la declaración de Manuel Belgrano del 30 de diciembre de 1810, en su expedición al Paraguay, cuando proclamará la igualdad de derechos de los pueblos originarios, donde dice textualmente: “A consecuencia de la proclama que expedí para hacer saber a los naturales de los pueblos de Misiones que venía a restituirlos a sus derechos de Libertad, propiedad y seguridad, que por tantas generaciones han estado privados, sirviendo únicamente a las rapiñas de los que han gobernado he venido a determinar los siguientes artículos, con que acredito que mis palabras no son las del engaño ni alucinamiento con que hasta ahora se ha tenido a los desgraciados naturales bajo el yugo de hierro: 1) Todos los naturales de Misiones son libres, gozarán de sus propiedades y podrán disponer de ellas como mejor les acomode. 2) Desde hoy les liberto del tributo”. Y luego en los otros artículos los “habilita para todos los empleos civiles, políticos, militares y eclesiásticos” y les promete créditos para la compra de “instrumentos para la agricultura y para el fomento de las crías”. De la Igualdad y la Libertad a la esclavitud y la muerte. La absoluta traición a los principios de Mayo. Lo mismo hará ese extraordinario libertario que se llamó Juan José Castelli al llegar al Alto Perú, para no hablar de Mariano Moreno en su defensa valiente de la igualdad de los pueblos originarios de estas tierras americanas.
Pero, claro, con Roca comenzará el dominio del latifundio, luego de que después del exterminio de los pueblos del sur se repartan 41 millones de hectáreas a 1843 terratenientes. Al presidente de la Sociedad Rural –sí, la misma que sigue hoy representando a los estancieros– se le entregarán nada menos que 2.500.000 hectáreas.
¿Y quién era él? José María Martínez de Hoz, el bisabuelo directo del Martínez de Hoz que fue ministro de Economía de la última dictadura militar, la de la desaparición de personas. Cómo el verdadero poder siempre se mantuvo en las mismas manos en nuestra historia. Ya que jamás se llevó a cabo una reforma agraria. A todos los miembros de la comisión directiva de esa Sociedad, Avellaneda-Roca les otorgó un mínimo de medio millón de hectáreas. Y ahí están los apellidos clásicos del Barrio Norte: los Pereyra Iraola, los Oromí, los Unzué, los Anchorena, Amadeo, Miguens, Real de Azúa, Leloir, Temperley, Llavallol, Arana, Casares, Señorans, Martín y Omar.
En el primer congreso de “Desmonumentando a Roca” que comenzaremos el sábado próximo en Junín sentaremos las bases para una propuesta de profundo sentido ético, terminar con el endiosamiento del genocidio y propender a que se quiten los monumentos a la persona de Roca, se reemplace su nombre a todas las calles que lo ostentan en nuestras ciudades.
Y también que la ciudad patagónica de General Roca pase a llevar el nombre que esa zona ostentaba antes del paso del genocida: Fiske Menuco.
Los argentinos jamás hicieron congresos de historiadores para hacer una autocrítica de los crímenes oficiales que se cometieron contra los pueblos que durante siglos habitaron estas generosas tierras. Al contrario, glorificaron con los nombres de los asesinos oficiales lugares públicos. Cuando propusimos a los representantes del pueblo de la Capital quitar el monumento a Roca y reemplazarlo por una obra escultórica que represente a la mujer originaria –ya que en su vientre se originó el criollo que fue el soldado de nuestros ejércitos de la Independencia–, ese proyecto fue rechazado por el macrismo, que señaló que en “historia hay que mirar hacia adelante”. Ante tal argumento señalé públicamente: “Entonces, con ese criterio, Alemania tendría que tener todos los monumentos a Hitler”. Más todavía, que justamente el monumento a Roca es el más grande y céntrico de nuestra ciudad, apenas a metros del Cabildo, donde se declaró nuestra Libertad y se sostuvo la igualdad de todos como principio. Además, ese monumento fue llevado a cabo por resolución de un gobierno no democrático, en la Década Infame durante el período del general Justo, elegido –como es sabido– por el llamado “fraude patriótico”, término argentino que debería avergonzarnos a todos. ¿Y quién era el vicepresidente del general Justo? Nada menos que el hijo de Roca, Julio Argentino Roca (hijo), quien fue el verdadero inspirador de ese monumento a su padre.
Ese monumento es aún más injusto porque el general Roca, siendo presidente, aprobó la ley más cruel de la legislación argentina, la 4144, la llamada “Ley de Residencia”, por la cual se expulsaba a todo extranjero que perturbara el orden público. Que se aplicó principalmente a obreros que promovieron el avance de la justicia social, luchando por las ocho horas de trabajo. Pero la maldad de esta ley era que se expulsaba sólo al hombre y se dejaba aquí a su mujer y a sus hijos. Eso se hacía para que las esposas les aconsejaran a sus maridos no comprometerse en las luchas obreras porque corrían el peligro de ser expulsados y ellas quedaban aquí solas, con sus hijos, ¿y cómo podrían alimentarlos? También Roca fue el primer presidente que reprimió con extrema violencia un acto obrero del 1º de marzo, en memoria de los mártires de Chicago. Fue el 1º de mayo de 1904 y allí fue muerto el marinero Juan Ocampo, de 18 años de edad. El primer mártir del movimiento obrero argentino. De él no hay ni una callejuela en un barrio obrero. Pero el represor, Roca, tiene calles hasta en el último rincón urbano del país.
La ilustración de esta nota pertenece al libro Pedagogía de la Desmemoria. Crónicas y estrategias del genocidio invisible, de Marcelo Valko. Y es una caricatura de Roca hecha por la publicación Don Quijote del 25/10/1891, en pleno auge político del genocida. Caricatura que demuestra toda la crueldad de su persona. El reciente libro de Valko deja bien al desnudo la verdadera personalidad de Roca. Y demuestra que en el curso de la historia cómo se justificó lo injustificable que ha quedado siempre oculto por más de un siglo y medio y hoy recién comienza a debatirse. Además se traen las citas del lenguaje de los políticos notables de la época y su racismo insoportable, con expresiones como “Raza estéril”, “enjambre de hienas” o “gusanos” como se calificaba a los pueblos originarios para facilitar el genocidio. Toda la línea de los pensadores “liberales positivistas” de la época. Se quería terminar con la nación mestiza para lograr la llamada “civilización europea”. Y también, otros aspectos, la posición dual de la Iglesia en esa época. No deja el autor de demostrar la corrupción oficial en la que se destaca las prebendas de los dos hermanos de Roca: Rudecindo y Ataliva. Sarmiento inventó el verbo “atalivar” que suplantaba al de “cobrar la coima”. En resumen, un libro fundamental para llegar a la verdad de ese pasado argentino. Y para interpretar el fracaso argentino posterior a ellos, que culminó con la dictadura de la desaparición de personas.
Por eso, por fin, una reunión nacional, los próximos sábado 22 y domingo 23 de mayo, en Junín, donde se debatirán en sucesivos encuentros todos los temas que hacen al pasado argentino que nos lleva a preguntarnos: ¿qué nos pasó a los argentinos después de esos principios de Mayo, plenos de generosidad y de la búsqueda de la Igualdad por medio de la Libertad?
*Nota y dibujo publicados en Página12 - 16/05/2010
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