Imagen de "AnnurTV" |
Por
Roberto Marra
Representar
es un acto de enorme responsabilidad. El (o lo) representado deposita
en las manos del líder elegido su destino personal, sus necesidades
más imperiosas, sus esperanzas en un desarrollo de acontecimientos
que les permita alcanzar los objetivos que se han trazado en
conjunto. No pretende perfección, pero si lealtad hacia lo convenido
y hacia los ideales que los une. No busca la sumisión absoluta del
representante, ni seguidismo obcecado que impida la adaptación a las
circunstancias que se presenten en el camino de la concreción de los
planes.