Imagen de "La Vanguardia" |
Por
Roberto Marra
El
ACNUR (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados)
tiene como definición ser “el organismo de las Naciones Unidas
encargado de proteger a los refugiados y desplazados por
persecuciones o conflictos, y promover soluciones duraderas a su
situación, mediante el reasentamiento voluntario en su país de
origen o en el de acogida”. Sin embargo, a la luz de los hechos
acaecidos todos los días en el Mundo, no parece que sean cumplidos
esos objetivos declamados, salvo en lo formal de algunas acciones
dadivosas que el mismo organismo muestra como el sumun de los actos
solidarios.
Por
supuesto, la profusión de imágenes de supuestos “desplazados”
en la fronteras, con los consabidos relatos lacrimógenos de los
periodistas del Poder, ayudan a generar y difundir la idea de un
“desastre humanitario” en los países en los que necesitan
destruir procesos independientes de sus designios, esos que enarbolan
lógicas actitudes soberanas de sus Pueblos decididos a construir sus
propios destinos.
Claro
que se encargan de ocultar o tergiversar lo que sucede en sus propias
cercanías. Los miles de ahogados en el Mediterraneo, fruto del
abandono de los gobiernos títeres que se han corrido tanto a la
derecha que Hitler parece un “buen hombre”, no son noticia para
las cadenas de las mentiras programadas. Los muertos, en tanto negros
y pobres, no significan rédito alguno para las mentes excecrables de
quienes manejan los destinos de esa Europa que todavía se pretende
el “centro de la humanidad”, cuando resulta ser un simple
amontonamiento de historias falaces que ayudaron a su dominio
cultural en el África que ahora le envía estos “cargamentos” de
desesperados en busca de refugios, que el ACNUR nunca termina por
resolver, incumpliendo los supuestos objetivos que miente tener.
Mejor
se ocupan de Venezuela. Es más práctico y les queda más cerca.
Allí toda mentira es útil a la hora de construir un imaginario de
miserias que no son tales, o desesperaciones que solo pueden resultar
ciertas, cuando ellos construyen el escenario que las impulsen,
provocando gérmenes de violencias que resulten valiosas para sus
amos imperiales y sus necesidades de destrucción de las
instituciones de esa Nación.
Millones
de personas mueren al año por hambre y enfermedades evitables con la
simple presencia del agua. Millones de seres humanos se desplazan no
“voluntariamente”, sino por necesidad extrema de sobrevivencia,
mientras estos “altos comisionados” se reúnen en lujosos hoteles
para discutir la “cuadratura del círculo”. Allí elaboran sus
planes siniestros, donde calculan los muertos que resultarán de sus
actos despreciables, simples “daños colaterales” producto de sus
connivencias con los poderosos del Planeta, que utilizan sus
“servicios humanitarios” para desalojar los ricos territorios
donde propagan enfermedades y guerras, el verdadero orígen de las
desesperadas huidas de sus habitantes.
Después
aparecerán algunos voluntarios, tratando de apaciguar los dolores
inconmensurables de los pobres de toda pobreza, a los que introducen
en carpas y campos de concentración, donde reproducen aún más, si
esto fuera posible, los padecimientos que los atraviesan durante toda
sus existencias.
Sobrevendrán
más desgracias, “convenientemente” tapadas por la “gran
prensa”, aparecerán los ataques despiadados de energúmenos nazis
de esos países de la Europa insolidaria y expulsiva, convertida en
reducto de imaginarios ya desaparecidos y horrores consumados para el
solo deleite de los dueños del Mundo, mientras el “alto
comisionado” paseará por las fronteras en busca de alguna foto con
refugiados, tratando de lavar sus perversiones y consolidar la imágen
de un “humanismo” que no siente, refugiado, él mismo, en el seno
obsceno del imperio.
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