martes, 15 de noviembre de 2016

PASAJE DE IDA

Imagen El Portal Espiritual
Por Roberto Marra

Dicen que la vida es un viaje en un tren, para el que solo tenemos pasaje de ida. El problema es que algunos viajan en primera, otros en segunda y los demás… como pueden, colgados en el último estribo, casi cayéndose.
La equidad no es precisamente una virtud del sistema económico que impera en nuestro Mundo. Y cuando, por efecto de la presión de quienes viajan apiñados o colgados de los vagones de la pobreza y la indigencia, aparecen conductores distintos a los habituales continuistas de esas desigualdades, los que gozan en primera se desesperan, alarmados por la posibilidad de perder alguno de sus privilegios.
Habrán de elaborar, entonces, mil estrategias para evitar que se mejoren los vagones de segunda, que todos puedan acceder al coche comedor, tratando de evitar el contacto con esa plebe amenazadora que intenta dignificarse. Harán incluso que se los empuje de ese tren de la vida, antes que permitir que se acerquen un poquito a sus vagones del placer infinito, donde resguardan sus abusivas riquezas.
Con el transcurrir de los tiempos, este tren ha ido modificándose, modernizando sus tecnologías, pero manteniendo siempre una desproporción humillante entre sus pasajeros. Para lograrlo, los (casi) dueños del vehículo de la vida, han sofisticado sus tácticas, hasta convencer al resto del pasaje de las bondades del sistema que los mantiene alejados de la satisfacción de sus necesidades.
Con la colaboración inestimable de las pantallas que colocaron en cada vagón, van convenciendo a los atolondrados viajeros, del horroroso destino al que los arrastrarán los conductores que intentan otorgarles tantos beneficios.
No faltarán los poco equitativos “guardas”, colaboradores de los poderosos, que oficiarán de jueces honestos para sancionar a quienes se atrevieron a perturbar lo (para ellos) inmodificable, con castigos que deberán ser ejemplificadores, para eliminar de cuajo cualquier otra tentativa de cambio.
Pero, a pesar de todo, el tren de la vida continuará su marcha, y la memoria de los postergados pasajeros encontrará siempre un nuevo estímulo para volver a intentar, una, y otra, y otra vez, modificar las condiciones de ese viaje al que nos sumaron sin decidirlo y del que no quisiéramos bajar sin haber logrado antes, superar el denigrante dolor de tanta injusticia.  

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