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El ministro nazi, Joseph Goebbels, escribió un Decálogo de
acciones de propaganda dedicadas a asegurar el dominio sobre el Pueblo alemán
de aquellos tiempos. El más famoso de los repugnantes “principios”, es el
llamado “de orquestación”, que
asegura que “Si una mentira se repite
suficientemente, acaba por convertirse en verdad”, lo cual casi no es
necesario explicarlo. Pero no fue el
único.
Está el Principio de
la transposición, o sea, “Si no
puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan”. U otro,
como el “de renovación”. Éste dice
que “hay que emitir constantemente
informaciones y argumentos nuevos a un ritmo tal que, cuando el adversario
responda, el público esté ya interesado en otra cosa.”
Y eso soportamos cada nuevo día, con la aparición de diferentes
supuestos casos, donde se involucran a ex-funcionarios en tremendas
corrupciones que, a poco de analizarlas, se descubren podredumbres propias que
afloran por imperio de lo evidente. Se acumulan y multiplican denuncias de quienes se han convertido en
voceros oficiosos del Poder, ejerciendo como falsos defensores de las
instituciones que mancillan y de un republicanismo que, en realidad, arrasan. Colaboran
jueces y fiscales muy solícitos, que despliegan baterías interminables de
acusaciones con fundamentos ridículos, pero con tanta alharaca y continuidad,
que resulta imposible digerir un caso, cuando ya hay otro en puerta.
Hay otros principios del jerarca nazi que los dueños del
Poder utilizan con particular denuedo, como el “Principio
de la silenciación”, consistente en “acallar
las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disimular las noticias
que favorecen el adversario”. En esto se basan para no exhibir datos
económicos y sociales positivos de las gestiones anteriores, o para no transmitir
las manifestaciones opositoras, o las opiniones de dirigentes que no le son
afines, o para no mostrar las golpizas de sus fuerzas de in-seguridad a quienes
realizan protestas.
En realidad, con el asesoramiento del embaucador Jaime Durán
Barba, fiel seguidor de Goebbels, se cumplen con todos y cada uno de los
preceptos del nazismo, verificado sistema de dominación de los Pueblos, sobre
todo cuando éstos se encuentran particularmente debilitados por la paralela generación
de un estado de pobreza que los arrincona contra la miserable pared del hambre
y la exclusión social. Y el respaldo de la ignorancia mayoritaria, fundamento
sin el cual es imposible cualquier despotismo.
Un inbecil sociopata maipulador no hace esto solo en una demmocracia, debe haber un ejercito de seudoperiodistas mediaticos carentes de principios que se venden.
ResponderEliminarUn ejercito de trolls pagos en la red que operan con apoyo de los dueños de las redes sociales, que permiten este atropeyo a la opinion publica, hay complicidad de poderes economicos.
Un infeliz autoritario con dos obvias manipuladoras ideas no seria nada en una democracia.
Aca hay apoyos estrategicos de poderes economicos, aca hay mucho infeliz cipayo que apuñala traperamente a la democracia por mas de dos pesos.