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Al presidente le gusta mucho los emprendedores. No falta
nunca en sus discursos una referencia a esa particular forma de desarrollar
actividades que pone el acento en la ambición personal, voluntariosa y esforzada.
Es algo así como el “sueño norteamericano” de la realización individualista y
sectaria, cuyo “revival” se ha manifestado con la “trump-ada” asestada por el
extravagante presidente electo en EEUU.
Fantasiosa forma de pensar en un desarrollo económico nacional,
como sumatoria de voluntades individuales e inconexas, suele apelarse a ella utilizando
las románticas figuras de los “abuelos inmigrantes que, a fuerza de denodados
esfuerzos, triunfaron y construyeron una Nación”. Claro que existieron esos
abuelos y esos esfuerzos, pero la relación con el progreso, ni fue tan directo,
ni resultó en la construcción del desarrollo de una Nación económicamente independiente.
Y el triunfo de los abuelos no fue exactamente para todos.
Hubo, como siempre, ganadores y perdedores. Y fueron esos mezquinos ganadores quienes
impusieron, junto a la tradicional oligarquía
y la complicidad del Poder imperial de turno, las reglas para generar riquezas
que solo quedaron (y quedan) en los amplísimos bolsillos de los poderosos.
Más abajo, mucho más abajo, quedaron sumergidos los otros,
que también se esforzaron, también tuvieron voluntad y ambición, pero no la
perversa mirada negadora de la prosperidad de sus semejantes. Lo cual
demuestra, con certeza, la falsedad de ese discurso almibarado del “emprendedurismo”
macrista, basado en la idea de una sociedad mansa y sumisa, controlada y extorsionada para
mantener el “statu quo” del Poder.
Cuando por esos laberintos de la historia se filtraron gobiernos
que se parecen a los engañados y postergados de siempre, cuando se promovieron
derechos y se garantizó la igualdad de oportunidades, cuando de la no tan
mágica galera del desarrollo, se extrajeron beneficios equitativos para cada
uno de los trabajadores que contribuyeron a la prosperidad colectiva, entonces
los perversos apropiadores de los esfuerzos ajenos, inventaron nuevas
desventuras y las tradujeron a la sociedad en odios hacia quienes les otorgaron
la posibilidad de ser, por fin, dueños de sus destinos.
Reaparece entonces el cambalache discepoliano con más ímpetu
que antes, con una Biblia destrozada por el egoísmo y un calefón que ni
siquiera se podrá encender, por el precio del gas.
Que se puede esperar del minimo.
ResponderEliminarEsta juntando firmas de gente comun que sueña, con el fin de usarla como excusa para emitir algun bono de deuda.
Y de paso hacerce autobombo y marketing.
plan A: Despues de emitido el bono, aclara a los giles los requisitos y listo.
plan B: el bono 10 veces mas grande que lo que se va ha prestar o sea chaucha y palito.
Mauricio es la burla personificada.
Mauricio todo lo convierte en curro.
Todo lo convierte en deuda.
Aunque podría ser solamente algo simbólico.
EliminarImposible de comparar con la realidad , la destrucción en menos de un año, de mas de 6 mil empresas.
Y el despido de mas de 120 mil trabajadores privados.