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Cuando escuchamos algunas palabras, frases o relatos que nos
agradan, que nos satisfacen, solemos decir que “suenan como música para nuestros
oídos”. Es que la música es un estímulo sonoro que genera sentimientos y
emociones diversas, que se relacionan, invariablemente, con nuestros pensamientos.
En ese sentido, podríamos decir que distintos hechos pueden provocar que
escuchemos distintas músicas, producto del tipo de repercusión que nos
provoque.
Es el ejemplo de la Justicia, uno de los valores sociales
más importantes y trascendentes. La justicia puede provocar que escuchemos muy
diversas musicalidades, cuando nos enteramos de sus fallos y resoluciones. A
veces puede sonar como una sinfonía de Beethoven, por el grado de perfección
que encontramos en cada sentencia o veredicto. Puede también que nos suene como
una ópera de Wagner, al escuchar la dureza de algunas de sus fragmentos, pero
que en su conjunto destacan la bella justeza de lo fallado.
¿Qué otra cosa que bella música, como un tango ejecutado por
Troilo o Pugliese, puede hacernos sentir la justa decisión de jueces que
defiendan la vida y los derechos fundamentales de las personas? Pero, por el
contrario ¿qué más que ruido ensordecedor pueden generar los despreciables
fallos que releguen tales derechos básicos, acomodándolos a las conveniencias
de los dueños del Poder Real? ¿Cómo
podremos escuchar música ante las palabras despreciativas de la condición
humana más elemental, que profieren esos “juececillos” devenidos en “capangas” inmorales
que persiguen a los adversarios del Poder y sus gerentes políticos, sin otro
objetivo que la destrucción de sus reputaciones populares?
La Justicia (con mayúscula) está subvertida por la
deplorable acción de quienes se apoderaron de las estructuras del Poder
Judicial desde siempre. La persecución a líderes populares y la salvaguarda de
los poderosos parecen ser sus únicas metas. El falso halo de prestigio que han
esgrimido siempre sus integrantes más conspicuos, no alcanza para ocultar la
miserabilidad de sus actos.
Enorme tarea la que le espera al Pueblo para construir otra
Justicia. Una que asegure, por fin, la equidad que la debe definir desde sus
bases más elementales. Una que termine sonando a nuestros oídos como una música
única, tan bella como una celestial sinfonía de Mozart, y tan popular como un
sencillo tango de Gardel.
Demandarlos por traicion por negligencia criminal, al no hacer caso de los reclamos contra los funcionarios macristas. quedando entonces Cristina en conflicto con la corte suprema, podria quizas acudir a tribunal internacional, tal vez en algo gravite el que Macri tenga tambien nacionalidad italiana.
ResponderEliminarEl gobierno de macri es una sociedad anonima con el poder judicial de minima alquilado.
ES TODO UNA GRAN FARSA.