miércoles, 27 de noviembre de 2019

VENEZUELA, LA SATANIZADA

Imagen de "Espacio Fundación Telefónica"
Por Roberto Marra
Satanizar a una persona, una organización, un gobierno o una nación, es la primera tarea de quienes pretenden establecerlos como elementos de fácil “digestión” inconsciente para generar desprecios u odios generalizados, para avanzar con medidas que hagan posible estigmatizar con éxito a los enemigos de quien sataniza, que nunca lo hace por amor al prójimo ni altruismo de ningún tipo, sino por intereses, las más de las veces, espúrios y contradictorios con los valores éticos más básicos.
Por allí transitan los señalamientos imperiales sobre nuestros países latinoamericanos, convertidos en objetos del desenfado del Poder mundial en búsqueda de la obtención de cuanta materia de valor que exista en el Planeta, para seguir acumulando riquezas cuya obscenidad repugna y acentúa el proceso de dominación que lleva centenias sin poder detenerse.

Esa tarea repleta de falsedades elevadas al proscenio de la revelación divina por el imperio y sus cómplices, se complementa con la autodestrucción interna de cada nación, donde los paradigmas dominantes son aquellos que coadyuvan a la mantención del dominio y la profundización de la idiotización generalizada de la población, método infalible, hasta ahora, para impedir cerrar este largo ciclo histórico de inequidades vergonzantes y sometimientos odiosos.
Por ahí andan los ataques sistematizados hacia los gobiernos populares de la Región, donde han logrado hacer retroceder, por enésima vez, las virtuosas transformaciones emprendidas en busca de la más escurridiza de las justicias, la social. Por esos métodos repetidos pero modificados con la astucia de los perversos que los crean, han logrado establecer cercos ideológicos a las “aventuras” libertarias de nuestros países, con los cuales logran ser acompañados en sus tareas destructivas por los mismos beneficiarios de aquellas buenas medidas que emergieron desde los gobiernos afines a los intereses de los pueblos.
Venezuela es el ejemplo más complejo para el imperio. Una nación atacada durante veinte años continuados, con intentos de golpes de estado y el ejercicio del más predilecto de los métodos imperiales como es el bloqueo económico y financiero, cuyo antecedente cubano expresa su más profundo desprecio por la vida que tanto dicen defender esos “adalidades de la democracia”.
Hacia esa Venezuela chavista y bolivariana, apuntan sus cañones todos los imbéciles que forman parte de esos gobiernos títeres de los poderosos del Mundo, utilizando la mentira como el arma más eficaz, y su difusión masiva como el método de mejor resultado para la adhesión complaciente de las mayorías que solo ven lo que les dicen que vean.
Tan fuerte resulta semejante ejercicio macabro de la “”diplomacia” del garrote y la prebenda, que hasta los miembros de algunos gobiernos populares terminan por aceptar participar de ese compendio de manifestaciones incoherentes con la demócrata manera que pretenden ejercer sus actos. Comienzan allí su irrevocable camino hacia la autodestrucción que, más tarde o más temprano, se convertirá en la tumba de los proyectos soberanos que hayan pretendido tener en sus orígenes.
Se da por sentado que el gobierno actual de la República Bolivariana es antidemocrático, que su elección fue fraudulenta, que ejerce el poder de forma tiránica o dictatorial, que avasalla las libertades individuales y somete a las peores injusticias a su pueblo. Sin escuchar jamás otras voces que las de los obtusos integrantes de ese compendio de obscenidades prebendarias que se hace denominar “oposición”, se asegura lo que se desconoce, se señala lo que nunca se vio, se aceptan como válidas las maniobras destituyentes y hasta la probable invasión militar. Todo sea para preservar la “democracia”, entendida solo como la que dictamina el amo mundial.
Convenir con el imperio la caracterización antidemocrática de aquel gobierno bolivariano, es trazar una línea oscura en la construcción de la Patria Grande que tanto se suele cacarear en los discursos. Aceptar que con ese gobierno, legítimamente electo por su pueblo, no se deben tener relaciones amistosas ni comerciar con normalidad, es profundizar las enormes dificultades que padece nuestra hermana caribeña. Consentir que se deben injerenciar desde el exterior sus instituciones, pretender erigirse en árbitro de las contiendas internas con la estigmatización previa del Presidente Maduro y todo su gabinete, solo muestra la pobreza intelectual de quienes lo hacen, incapaces de ver en esas acciones el espejo donde se reproducirán los mismos métodos cuando desde nuestras naciones nos atrevamos a emprender caminos que no les resulten convenientes al imperio.
Piñera asesina y mutila a los ciudadanos chilenos, pero sigue teniendo la consideración de un “noble” estadista. El Moreno que ofende a su pueblo ecuatoriano con sus matanzas y toques de queda, parece no tener que ser señalado como el ofensor de los derechos humanos que en realidad es. Bolsonaro, con sus desplantes fascistas y sus malversaciones de las riquezas nacionales, sigue teniendo el trato preferencial de un dignatario distinguido. Hasta la asesina golpista de Bolivia, resulta aceptable como par de quienes, al menos, fueron electos por algún tipo de sistema democrático.
Solo aquel gobierno bolivariano parece que debe ser sometido a la voluntad de los dueños del Mundo. El imperio que demuele naciones enteras en busca del petróleo que tanto lo seduce, el continente europeo que pretendió siempre ser la guía moral del Planeta, el origen de la civilización, el centro del Universo humanitario, ese mismo que deja morir en el Mediterráneo a los oscuros miembros de las naciones que antes sojuzgó y avasalló sin piedad, ellos son quienes ahora pretenden obligar a una de nuestras hermanas sudamericanas a someterse a sus deseos, impedirle su desarrollo autónomo y terminar con la esperanza nacida con el Chávez que se les atravesó en su camino.
Ahora es cuando se ven las garras de los valientes. Ahora es cuando se demuestra si se tiene el coraje para el desafío de ser libres de verdad. Ahora es cuando los pueblos deben empujar a sus gobernantes a definirse, a tomar por las astas a este toro brutal del imperio que no pretende quedarse solo con Venezuela, sino con todo el Continente. Ahora es cuando la vida postergada por centenias reclama la acción inteligente pero audaz, que termine para siempre con los paradigmas inventados desde ese norte que estamos obligados a ponerlo bien abajo en el mapa de la dignidad que no podemos seguir perdiendo.

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