Imgene de "Red43" |
Por
Roberto Marra
Existen
unos personajes que han ido ganando preponderancia dentro de la
sociedad, a fuerza de mostrarse como “pensadores de la realidad”,
aparentes estudiosos de las razones que generan los hechos que se
perciben como fundamentales, supuestos teóricos de los sucesos de la
vida diaria, cultos y cultas que se muestran como sabios y sabias,
siempre con una especie de máscara recubierta de citas de auténticos
letrados y filósofos con la que adquieren esa pátina de “doctos”
en cada materia sobre la que opinan.
Personas
de extracción, en general, del ámbito de “la cultura”,
indefinible sitio donde se supone anidan estos “astros” del
pensamiento, se autodefinen como “intelectuales” ante las cámaras
y los micrófonos, asumiendo actitudes de preponderancia sobre
quienes sean sus interlocutores, con miradas jactanciosas, palabras
que tratan de enlodarlos y sus inevitables citas recortadas de los
genuinos eruditos que les sirven de escudo ante las razones de a puño
que se les opongan.
Dogmáticos
por naturaleza, sus únicas funciones parecieran ser las de horadar
los idearios populares, para aplastar así la relevancia de las
construcciones políticas de los líderes surgidos al calor de la
fuerza libertaria de un Pueblo al que, estos teóricos de lo
irrelevante, detestan como actor principal en el desarrollo de una
Nación.
Sus
construcciones teóricas llegan hasta el límite del desprecio
absoluto y manifiesto, de carácter personal y obsceno, tratando de
destruir la consideración que se tenga hacia quienes incitan a
convertir en parias políticos, verdaderos “desterrados” de la
sociedad, poniendo la letra “culta” a las vociferaciones
periodísticas acusatorias de corrupciones y otras tantas
mendacidades por el estilo. No es poco lo que logran con sus modos
cerebrales, con sus tonos de filósofos de cafés, acostumbrados al
aplauso fácil de la claque populachera preparada para el seguidismo
acrítico de lo que se le ponga ante sus ojos ciegos de odios que ni
siquiera comprenden.
Han
alcanzado sus metas destructivas en todo el Planeta, porque los hay
en todos los países. Sus palabras son tomadas como base para
difundir los destinos sombríos que preparan los verdaderos
gobernantes del Mundo, para ocultar los dolores que ellos mismos
vienen provocando desde hace siglos, gracias, entre otras causas, al
olvido o la desaparición en la consideración popular de los
auténticos filósofos, los verdaderos pensadores, los estrictos
estudiosos de las realidades que nos someten a los arbitrios de los
poderosos y retrasan el reloj de la justicia social que se nos escapa
entre los dedos de la esperanza.
Allí
andarán, escribiendo sus libros atiborrados de escarnios hacia la
buena gente del Pueblo, de asedios a los líderes que no se rinden
ante el oprobio preparado por los dueños de las almas de estos
negadores de la dignidad, disfrazados de conocedores de lo que no
comprendieron nunca, incapaces de pasar por el corazón sus espúrios
razonamientos, soberbios e irrelevantes.
Solo
podrán jactarse de llenar auditorios en ferias de libros y de hacer
de sus vidas una parodia infinita de arrogancias fútiles, para
terminar olvidados en algún rincón de la historia, cuando sus
servicios ya no sean requeridos u otros ejemplares de símiles
imbecilidades petulantes ocupen sus lugares en el repugnante circo de
la fraudulenta erudición.
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