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lunes, 30 de septiembre de 2019

EL FRAUDE INTELECTUAL

Imgene de "Red43"
Por Roberto Marra
Existen unos personajes que han ido ganando preponderancia dentro de la sociedad, a fuerza de mostrarse como “pensadores de la realidad”, aparentes estudiosos de las razones que generan los hechos que se perciben como fundamentales, supuestos teóricos de los sucesos de la vida diaria, cultos y cultas que se muestran como sabios y sabias, siempre con una especie de máscara recubierta de citas de auténticos letrados y filósofos con la que adquieren esa pátina de “doctos” en cada materia sobre la que opinan.
Son los llamados “intelectuales” por los medios y sus manuales de categorizaciones mendaces. Son aquellos que, partiendo de algunos estudios, de mayor o menor relevancia, se han sabido ubicar en la consideración general como de mentalidades superiores respecto a la media social, con lo cual suman cierto poder a sus palabras y conceptos, y emergen como “estrellas” en el firmamento de la especulación permanente en que se ha convertido a la actividad comunicacional.
Personas de extracción, en general, del ámbito de “la cultura”, indefinible sitio donde se supone anidan estos “astros” del pensamiento, se autodefinen como “intelectuales” ante las cámaras y los micrófonos, asumiendo actitudes de preponderancia sobre quienes sean sus interlocutores, con miradas jactanciosas, palabras que tratan de enlodarlos y sus inevitables citas recortadas de los genuinos eruditos que les sirven de escudo ante las razones de a puño que se les opongan.
Dogmáticos por naturaleza, sus únicas funciones parecieran ser las de horadar los idearios populares, para aplastar así la relevancia de las construcciones políticas de los líderes surgidos al calor de la fuerza libertaria de un Pueblo al que, estos teóricos de lo irrelevante, detestan como actor principal en el desarrollo de una Nación.
Sus construcciones teóricas llegan hasta el límite del desprecio absoluto y manifiesto, de carácter personal y obsceno, tratando de destruir la consideración que se tenga hacia quienes incitan a convertir en parias políticos, verdaderos “desterrados” de la sociedad, poniendo la letra “culta” a las vociferaciones periodísticas acusatorias de corrupciones y otras tantas mendacidades por el estilo. No es poco lo que logran con sus modos cerebrales, con sus tonos de filósofos de cafés, acostumbrados al aplauso fácil de la claque populachera preparada para el seguidismo acrítico de lo que se le ponga ante sus ojos ciegos de odios que ni siquiera comprenden.
Han alcanzado sus metas destructivas en todo el Planeta, porque los hay en todos los países. Sus palabras son tomadas como base para difundir los destinos sombríos que preparan los verdaderos gobernantes del Mundo, para ocultar los dolores que ellos mismos vienen provocando desde hace siglos, gracias, entre otras causas, al olvido o la desaparición en la consideración popular de los auténticos filósofos, los verdaderos pensadores, los estrictos estudiosos de las realidades que nos someten a los arbitrios de los poderosos y retrasan el reloj de la justicia social que se nos escapa entre los dedos de la esperanza.
Allí andarán, escribiendo sus libros atiborrados de escarnios hacia la buena gente del Pueblo, de asedios a los líderes que no se rinden ante el oprobio preparado por los dueños de las almas de estos negadores de la dignidad, disfrazados de conocedores de lo que no comprendieron nunca, incapaces de pasar por el corazón sus espúrios razonamientos, soberbios e irrelevantes.
Solo podrán jactarse de llenar auditorios en ferias de libros y de hacer de sus vidas una parodia infinita de arrogancias fútiles, para terminar olvidados en algún rincón de la historia, cuando sus servicios ya no sean requeridos u otros ejemplares de símiles imbecilidades petulantes ocupen sus lugares en el repugnante circo de la fraudulenta erudición.

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