El
número (de sesiones, leyes y declaraciones que se sancionaron en el Congreso) es importante comparado con los períodos anteriores, sobre todo
en esos cuando la mayoría era opositora. Incluso fue muy bueno en cuanto
a la calidad de las leyes aprobadas. Sin embargo, los saqueos de los
últimos días –más allá de su condición de organizados, promovidos y
aprovechados– confirman aquel "todavía resta mucho por hacer". La
llegada y la contención de esos sectores de extrema marginalidad es
responsabilidad del oficialismo, no hay duda de ello y es tranquilizante
saber que los mecanismos estatales se van a poner en funcionamiento.
Ahora bien, la oposición no puede creerse indemne ni libre de culpa y
cargo. A pesar de su rebuscada retórica del "yo te avisé", deben
recordar que son responsables directos de estas consecuencias de los
años del neoliberalismo.
Salir de la marginalidad no se consigue de un día para otro. Mucho
menos tras décadas de programas políticos y económicos que destrozaron
los lazos sociales y laborales de generaciones de argentinos. Los
aciagos días de diciembre de 2001 fueron la explosión, el comienzo del
fin de un proceso que todavía muestra sus consecuencias. Once años más
tarde, esos que corrían con changuitos con comida o con televisores
representan los estertores de aquel modelo que tuvo su máximo desarrollo
en los años noventa. Es verdad que los protagonistas de los saqueos
fueron incitados e incluso organizados, pero esos pobres que corrían no
son los culpables ni responsables de lo sucedido. Son pobres y como tal
es responsabilidad del Estado poder ver cómo reintegrarlos a una
sociedad que a pesar de las mejoras, los mantiene en condición de
expulsados. El gobierno nacional viene trabajando con estos sectores.
Hay programas y herramientas con los que se han alcanzado logros
importantes. Una de elles, qué duda cabe, es la Asignación Universal por
Hijos. Tal vez sea hora de actualizar los montos.
La oposición, mal acostumbrada a buscar rédito en estas desgracias,
considera que todo el costo recaerá en la espalda del FPV. Sin embargo,
entre las bancas de diputados y senadores es posible ver algunos
responsables de los años en que se aplicaban con placer y vehemencia las
recetas neoliberales. Tal vez será que el miedo no es zonzo o de la
experiencia se aprende, es que la diputada y ex ministra de Trabajo de
la Alianza, Patricia Bullrich, prefirió pedir paz y tranquilidad.
Francisco de Narváez y el GEN de Margarita Stolbizer, como si la
historia no existiera, no dudaron en culpar de todo al gobierno.
Diferente reacción tuvo el radicalismo, dividido en mil pedazos,
las expresiones estuvieron más ligadas a sus representaciones
corporativas. Por caso, los diputados de fuertes vínculos con las
patronales del campo, como Juan Cabañas, Jorge Chemes y Lucio Aspiazu,
hicieron caso omiso de los saqueos y se concentraron en repudiar la
expropiación de la Rural a la que asemejaron con "la dictadura
venezolana (sic)". Debe ser que los conmueve la tristeza de los niños
ricos.
Ahora bien, el año que se aproxima encuentra a la oposición
trasegando con nerviosismo las posibles alianzas para las elecciones
parlamentarias. En el radicalismo las margaritas se desojan entre el FAP
y el PRO. Entre los legisladores macristas comienzan a vislumbrarse los
deseos de algunos de sus referentes, como Federico Pinedo, que
considera que tiene un perfil más para senador que el de diputado. Su
problema se llama Gabriela Michetti. En el FAP, en tanto, todo son
sonrisas pero cuando se habla de alianzas todo cambia. Sectores que
responden a Victoria Donda y Humberto Tumini coquetean con radicales. La
Unidad Popular de Claudio Lozano se opone a ello, como también rechaza
cualquier acercamiento con la UCR. Estarán más que distraídos en estos
temas los legisladores de la oposición.
El oficialismo tiene varios desafíos. Por un lado, la agenda
parlamentaria parece acercarse a un largo debate sobre la reforma del
sistema judicial, al menos en algunos temas que no necesiten reforma
constitucional. Sobre este punto, el resultado de las elecciones
legislativas le permitirá aspirar o no a una reforma de la Carta Magna.
Algunos legisladores consideran que es necesario plasmar en ese texto el
cambio de paradigma que significa el modelo político, económico y
social que se desarrolla desde 2003. La cantidad de votos, su traducción
en curules, la diferencia con el resto de los partidos y, sobre todo,
el deseo de Cristina Kirchner, serán los elementos necesarios para poder
agregarle, al menú de una reforma constitucional, la cláusula que
habilite la re-reelección.
Si bien para ello falta toda una vida, bien podría el oficialismo
concentrarse desde marzo en avanzar en algunas normas pendientes.
Retocar el sistema financiero, hay proyectos al respecto, puede generar
más de un cimbronazo, pero para el FPV no será ni el primero ni el
último. Además, es necesario para mejorar las condiciones de
distribución de riqueza que llegue, incluso, a esos que los otros días
recorrieron las góndolas buscando, también, ser parte del boom
consumista. Tienen derecho.
*Publicado en Tiempo Argentino
realmente va a ser un gran desafio para el oficialismo.
ResponderEliminarun cordial saludo
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