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El
excedente económico es el saldo después de la aplicación de recursos
monetarios para generar y preservar determinado nivel de producción y
consumo de bienes y servicios. Es el resultado final luego de la
distribución entre los factores básicos de la economía. Una definición
clásica dice que es parte de la producción total de la sociedad que
excede lo que se destina en consumo y en reparar (inversión) el uso y
desgaste causado en las instalaciones productivas en un período de
tiempo. El concepto de excedente fue destacado por los primeros
estudiosos de la ciencia económica porque los modos de su utilización
constituyen un factor fundamental de las bases económicas de una
sociedad. Por eso es tan relevante el análisis de la generación,
apropiación y destino del excedente.
La economía argentina tiene por recursos naturales y humanos,
extensión geográfica, condiciones climáticas y densidad poblacional la
virtud de generar un excedente de magnitud considerable. Es lo que
explica su extraordinaria capacidad de recuperación después de cada una y
muy fuertes crisis durante décadas. No se trataron de milagros las
salidas rápidas de episodios económicos traumáticos, que a otros países
les hubiese llevado mucho más tiempo. El origen del renacimiento de las
cenizas ha sido la fabulosa capacidad de generar excedente económico.
Este atributo favorable a la vez no asegura necesariamente desarrollo y
estabilidad, como prueba la historia económica argentina. Y no lo hace
porque depende de cuál sea el uso del excedente que hagan los sujetos
sociales responsables de esa acumulación. Es una de las principales
claves para la comprensión del sendero económico argentino en
comparación con experiencias de otros países.
El destino del excedente puede orientarse a la inversión productiva,
al consumo suntuario o a la fuga de capitales. La densidad de
participación de cada uno va articulando el modo de desarrollo de la
economía. Si gran parte se utiliza en inversiones productivas, el
aumento del Producto Bruto Interno será elevado y firme durante un largo
período de tiempo, como el caso de los países asiáticos de crecimiento
acelerado. Si está concentrado en el consumo suntuario, las elites irán
dilapidando la riqueza sin construir una sociedad integrada debilitando
las fuentes del crecimiento de largo plazo, como fue la Argentina del
ciclo agroexportador 1880-1930 y la actual de los países árabes
petroleros. Y si la fuga de capitales es el rasgo dominante del
excedente, la economía padecerá crisis cíclicas perturbadoras en
términos sociales y políticos, como las registradas en Argentina en el
período 1976-2001.
Una de las grandes restricciones de la economía argentina es que una
porción mayoritaria del excedente se encamina a la fuga de capitales.
Desde 2007 se ha verificado con una intensidad vigorosa para sumar hasta
octubre de 2011 casi 80 mil millones de dólares. El factor distintivo
de esta fuga fue que no tuvo como desenlace una crisis debido a que en
esos años hubo medidas puntuales que permitieron evitarla, como el
alivio que significó la reestructuración de la deuda en default, la
liberación de la tutela del FMI, el fin de las AFJP y el fuerte
crecimiento del PBI con generación de empleo e inclusión social y
previsional, entre otras. La dinámica del excedente igual ha seguido
siendo motor de desestabilización porque mantuvo las características
dominantes de las últimas décadas, donde el funcionamiento del mercado
era su principal ordenador con la fuga de capitales como rasgo
dominante.
Desde la instrumentación de un nuevo sistema de administración y
control de acceso a la moneda extranjera comenzó a profundizarse e
implementarse una serie de medidas de injerencia sobre el excedente
económico por parte del Estado. Es una ruptura con la forma de
organización económica prevaleciente durante décadas lo que está
generando tensiones en sujetos sociales acostumbrados a manejar sin
interferencias el excedente.
Varias iniciativas oficiales se desplegaron para modificar la lógica
dominante de acumulación. Además del control sobre el acceso a divisas,
base imprescindible para administrar el destino del excedente puesto
que obturó la fuga de capitales, se dispuso
- que las petroleras y mineras liquidaran los dólares de sus exportaciones en el mercado local,
- que las aseguradoras tuvieran que repatriar inversiones en el
exterior por 1600 millones de dólares y, con un nuevo marco de
regulación del sector, fueron obligadas a involucrar parte de sus
recursos en la inversión en la economía real, la mayor parte para
financiar proyectos de infraestructura y obra pública,
- que las multinacionales no pudieran girar las ganancias previstas a
sus casas matrices, induciendo a una mayor reinversión de utilidades,
- que las empresas en cuyo paquete accionario tiene participación el
Estado disminuyeran el reparto de ganancias, fondos que fueron
derivados a inversiones (por caso, el Grupo Techint),
- que los bancos, nacionales y extranjeros, no recibieran
autorización del Banco Central para la distribución de dividendos al
establecer mayores requerimientos de capital.
Además del nuevo marco de regulación del sector asegurador hubo
otras tres reformas estructurales que también han definido un abordaje
distinto sobre el excedente económico:
1. La Carta Orgánica del Banco Central.
A partir de ese cambio, la entidad monetaria pudo disponer la
obligación para los bancos de otorgar el 5 por ciento de sus depósitos a
junio de este año en créditos a la producción por un total de 14.800
millones de pesos, con un cupo del 50 por ciento para pymes. Exigencia
que se reiterará en 2013 por un monto mayor, unos 17 mil millones de
pesos.
2. El mercado de capitales.
La ley recientemente aprobada por el Congreso tiene como objetivo
facilitar la canalización del ahorro privado hacia inversiones en la
economía real. Los bonos de YPF para pequeños ahorristas fueron la
primera experiencia exitosa, que se reiterará.
3. El control estatal de YPF y la ley de regulación del sector de hidrocarburos.
En apenas pocos meses, la nueva dirección de la petrolera nacional bajo
conducción política produjo un brusco giro en cuanto a montos y calidad
de las inversiones y expansión de la compañía.
Todas esas medidas y reformas son explicadas por el economista Pablo
Manzanelli en que “tienen como denominador común una activa
intervención estatal orientada a canalizar el excedente generado en el
medio doméstico y redireccionarlo hacia proyectos de inversión
productiva. Es decir, desviar a los poseedores de capital de la
colocación de sus beneficios en el circuito financiero y/o,
fundamentalmente, hacia la fuga de capitales al exterior”. El
investigador del Area de Economía y Tecnología de Flacso evalúa que ello
es sumamente importante, puesto que “potencialmente estaría alterando
en parte la lógica dominante de acumulación durante la
posconvertibilidad, notablemente intensificada al calor del estallido de
la crisis mundial”.
La generación de excedentes de magnitud desde 2003 fue en el marco
de un escenario de acelerado crecimiento económico, altas tasas de
ganancia en la actividad productiva, tasas de interés real bajas o
negativas y términos del intercambio favorable. Pese a ello, las grandes
corporaciones, con predominio de extranjeras, han tenido un patrón de
comportamiento definido por Manzanelli como de “reticencia inversora”.
Esto significa que “han internalizado ganancias extraordinarias que han
sido escasamente volcadas a la formación de capital”. O sea, la mayor
parte del excedente económico no fue orientada a la inversión
productiva, sino al consumo suntuario y especialmente a la fuga de
capitales y giros de utilidades hacia el exterior.
Después de décadas de vulnerabilidad económica por la casi nula
injerencia estatal en el destino del excedente se empezó a intervenir en
su orientación. Las iniciativas económicas del primer año del segundo
mandato de CFK tienen esa marca de origen, definiendo un escenario
económico novedoso e interesante.
*Publicado en Página12
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