De
la conquista de derechos hacia la efectivización de los mismos
Por Maricruz Hayes*
Estas breves reflexiones
tienen como objetivo desentrañar por que las mujeres todavía no somos
consideradas militantes con igualdad de derechos y capacidad de decisión en los
espacios políticos. Algún chicanero y desde un análisis superficial me
refutará, sosteniendo: pero tenemos una
mujer Presidente, Ministras, Diputadas, Senadoras. Sí es verdad pero son
las excepciones y debería ser la regla.
Nuestra constitución en su
art 37 establece que la igualdad real de oportunidades entre varones y mujeres
para el acceso a cargos electivos y partidarios se garantizará por acciones positivas
en la regulación de los partidos políticos y en el régimen electoral.
Una medida positiva es la
que se adopta respecto de un grupo o personas que sufren una discriminación o
conculcamiento de derechos para restablecer derechos y no es una dadiva ni el producto
de una mera conciencia jurídica abstracta de los legisladores, por el
contrario es un reconocimiento de garantías y derechos.
El cupo femenino es la
mejor respuesta que se encontró para restablecer los derechos políticos de las
mujeres, ahora me pregunto ¿Fue suficiente? Lamento ser pesimista, el cupo en
la praxis se convirtió en algo que hay que cumplir, en un filtro de legalidad
de las listas a sortear por los hombres. Así, por ejemplo, en oportunidad de
integrar la lista de juventud, esta regla se cumplió al pie de letra, las mujeres
estuvimos en tercer y sexto reservándose los lugares más expectantes para los
compañeros.
Esto, ¿A que se debe? ¿Es
mero egoísmo de los hombres o negligencia de las mujeres? Entiendo que ambas
cosas, las mujeres todavía no hemos logrado ser más solidarias entre nosotras y
las que creen que llegaron no analizan como
y que hicieron para hacerlo y a cuanto de su dignidad o capacidad militante renunciaron
en el camino para estar en esos lugares, que repito, a riesgo de ser
reiterativa, seguramente se lo merecían por derecho propio y no por
gratificación de su “conductor” de turno, y en otros casos se conforman con el
laburito. También para ser justa con el sexo femenino y no generalizar no siempre
es así, pero la brecha entre la regla y excepción es profusa y da miedo y en el
mismo orden de ideas para ser equitativa con los varones es importante aclarar
que hay centenares que son progresistas
y respetan la militancia de las mujeres. Superado el paréntesis que era
sumamente necesario hacer, pienso que el
gran desafío de las mujeres en el futuro es propender a ser constructoras de ciudadanía,
lograr respeto para todas y cada unas de las militantes, ser solidarias con las
compañeras y avanzar a pasos de gigante hacia la profundización y
efectivización de políticas de género desde la trincheras que nos toquen.
Y a los hombres - que
todavía no aprendieron que no se llega a ningún lado solo, que somos iguales,
que militamos con la misma sangre, la
misma inteligencia, la misma capacidad de trabajo- sean visionarios, rompan con
sus mapas mentales anacrónicos y canalicen
sus energías en mejorar la calidad de vida de los ciudadanos que para eso han
sido elegidos, les propongo de mi humilde lugar de militante y condición de
mujer que caminemos juntos, la patria nos necesita unidos y en simetría porque
en una sociedad democrática en el marco del respeto a los derechos humanos es
lo que necesitan los pueblos. Y si no quieren nos tendrán que tolerar porque en
política no nos vamos a conformar con ser el mero “coro de una tragedia griega”.
*Abogada
Miembro del Centro de Estudios Populares
No hay comentarios:
Publicar un comentario