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Ahora, ese rótulo que pesaba sobre Uribe
recae sobre Horacio Cartes, el empresario tabacalero y futbolístico que
este domingo resultó electo como nuevo presidente del Paraguay. Cartés,
un advenedizo de la política que se jacta de haber votado este fin de
semana por primera vez, no sólo está acusado de narcotraficante y
lavador de dinero, sino también de haber orquestado el golpe de Estado
parlamentario que concluyó con la destitución del presidente Fernando
Lugo y su posterior remplazo por el vicepresidente, Federico Franco, que
se convirtió en la cara visible del golpismo que gobernó Paraguay desde
junio de 2012.
Cartes irrumpió en la escena política en 2008, cuando el ex sacerdote
Fernando Lugo obró el milagro de desalojar del poder al partido Colorado
(Asociación Nacional Republicana) que había sido la estructura política
del dictador Alfredo Stroessner.
Aquella humillante derrota obligó al Partido Colorado a pactar un
acuerdo con Horacio Cartes, el único capaz de sacarlo de la crisis, no
por su liderazgo sino por el peso de su billetera. Cartes no es un
militante colorado típico, pero ha amasado una fortuna suficiente para
financiar la campaña electoral de un partido que convence más por la
cotización de los votos que por su ideario político.
La política nunca ocupó la agenda de Cartes, hasta que los colorados le
abrieron la posibilidad de ampliar su nada despreciable fortuna.
La postulación del ahora triunfante Cartes fue el resultado –liso y
llano–, de un pacto oligárquico, que no está sustentado en un proyecto
político, sino en un acuerdo entre una clase política marginada del
poder y un empresario devenido a político que busca aumentar sus
ingresos. Un pacto de origen espurio, casi al estilo de la mafia, que en
ciertas circunstancias negocia con una banda enemiga por necesidades de
supervivencia mutua.
Para los colorados que conforman el riñón del partido, Cartes es un
candidato descartable con fecha de vencimiento que caducó este 21 de
abril, día en que ganó las elecciones por un amplio margen.
A partir de su asunción del 15 de agosto, arreciarán las conspiraciones
en su contra, o tal vez antes, si es que ya no empezaron. O sea, sus
mayores enemigos van a ser los caudillos del partido que lo postularon
para el cargo más importante del país. Hoy Cartes es el ser más sublime
para los colorados, pero a partir de ahora, será probablemente el
personaje más molesto e incómodo.
La mayoría de los observadores paraguayos coincide en que la
supervivencia de Cartes como presidente dependerá de su habilidad en
repartir prebendas, y tendrá que construir su propio poder con los
parlamentarios colorados, muy maleables a la hora de recibir algunos
beneficios para mejorar su humor y su predisposición. Pero siempre
tendrá enfrente a los antiguos caudillos que buscarán el premio mayor.
En ese escenario podría recurrir al auxilio de su amigo Blas Llano,
presidente del Partido Liberal y futuro senador. Cartes es financista de
las carreras de rally de Llano, y se sospecha que fue también el
principal financista del golpe contra Fernando Lugo, y que el político
liberal habría actuado a sus órdenes para consumar el golpe.
Frente al hostigamiento de los caudillos colorados, Cartes se verá
obligado a reeditar un nuevo pacto de gobernabilidad con la oposición
conservadora, una operación relativamente fácil, teniendo a un
aliado-empleado como presidente de los liberales.
Con una brutalidad y desenfado que le son características, Cartes ya lo
dijo hace unas semanas: "Soy capaz de poner plata de mi bolsillo para
gobernar sin que los políticos me molesten", demostrando la concepción
que tiene del Estado, una factoría privada, que puede administrar según
su voluntad que recuerda al personaje de "Yo, el Supremo", de Augusto
Roa Bastos.
A pesar de los millones que ha gastado en su campaña, su batallón de
asesores internacionales –entre los que se cuentan Francisco Cuadra, que
se desempeñó como hombre de confianza y secretario de gobierno del
dictador chileno Augusto Pinochet entre 1984 y 1987–, no han provisto a
Cartes con un programa de gobierno comunicable ni un léxico claro para
los tiempos de la televisión, señala la investigadora Lorena Soler,
autora del libro Paraguay la larga invención del golpe. En ese sentido,
Cartes sigue siendo un personaje que se siente más a gusto en reuniones
privadas, por la incomodidad de dar la cara frente a la lluvia de
acusaciones sobre las vinculaciones con el narcotráfico y el lavado de
dinero.
Cartes pasó de ser un humilde distribuidor de cigarrillos a principios
de los '90 a millonario empresario tabacalero. Sus empresas puntales son
Tabacalera del Este SA y Tabacos del Paraguay SA. Está vinculado a
empresas deportivas, al Banco Amambay y diversas estancias y empresas
agroganaderas.
Los antecedentes judiciales y policiales de Horacio Cartes dan cuenta de
que el 16 de octubre de 1988, la Interpol informaba sobre una acusación
de un supuesto delito de falsedad ideológica de operaciones de
importación, falsificación de documento público y privado y estafa, que
lo llevaron a la cárcel tras unos famosos negociados con divisas
preferenciales, en la época de la dictadura del fallecido general
Alfredo Stroessner.
Pero las acusaciones más fuertes lo relacionan con el tráfico de drogas y
el lavado de dinero. Cartes cuenta con varias estancias en zonas de
producción y tráfico de drogas. En el año 2000, la Secretaría Nacional
Antidrogas halló en su estancia Nueva Esperanza, zona de Cerro Kuatiá,
jurisdicción de Capitán Bado (Amambay), una aeronave con matrícula
brasileña, que aterrizó de emergencia, y que contenía 20 kilos de
cocaína cristalizada y 343 kilos de marihuana prensada. Desde entonces,
Cartes estuvo en la mira de organismos antidrogas.
Domingo "Papacho" Viveros Cartes, un narcopiloto paraguayo que fue
apresado en Brasil en 2001, con una carga de 230 kilos de cocaína que
llevaba en una avioneta, era primo del presidente electo. Viveros Cartes
ya tuvo una condena en Paraguay en 1985 por tráfico de drogas.
El diario brasileño O Globo menciona informes de la agencia antidrogas
norteamericana DEA. Entre los varios ejemplos referidos por el artículo
del periódico como sistemas de lavado de dinero se encuentran las
operaciones realizadas en la zona de la triple frontera (Argentina,
Brasil y Paraguay) por el Banco Amambay, de propiedad de Cartes.
Según el diario La Nación de Paraguay, Cartes se relacionó ya desde 1993
con el brasileño-árabe Fahd Jamil Georges, capo mafioso de la frontera
del Amambay con Brasil.
Según la investigación, en 1993 y 1994 Fadh y sus hermanos vendieron
tierras a testaferros de Cartes, que incluye varias estancias que
cuentan con pista de aterrizaje. El Banco Amambay, donde eran clientes
los Jamil, intervino en ambas operaciones abiertamente, llamando la
atención de investigadores de lavado de dinero.
En febrero de 1994, Fahd Yamil y sus hermanos volvieron a vender tierras
a Cartes. El periódico señala que, de acuerdo a informes de la DEA,
"Horacio Cartes comanda una gran lavandería para mafias de varios
países, principalmente el Brasil".
Los vínculos de Cartes con el narcotráfico volvieron a ser noticia con
las investigaciones de los EE UU reveladas por un cable de WikiLeaks que
data del 5 de enero de 2010, donde se menciona también la venta de
narcóticos a Estados Unidos y lo sindica como "cabeza de organización de
lavado de dinero en la Triple Frontera".
*Publicado en Tiempo Argentino
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