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Es
conocido que todo preso quiere huir. Tal vez ni lo intente siquiera,
pero el deseo está allí. La libertad es lo más preciado en los
seres humanos, al punto que la pena por cualquier tipo de delito
incluye su pérdida. Pero más allá de las penas judiciales, existen
otros tipos de pérdidas de libertad, que no tienen que ver con
quebrantamientos de las leyes.
La
pobreza es esa cárcel sin rejas visibles, pero reales. La
imposibilidad de ejercer los derechos más elementales, forma parte
cotidiana de la sobrevivencia de enormes sectores de la población
del Mundo. No se trata solo de cuestiones materiales, aunque por allí
comienza.
La
carencia de alimentos en cantidades y calidades necesarias para el
crecimiento de los más chicos, es la parte más perversa de esta
anomalía antihumana que atraviesa a las sociedades. La indignidad de
las viviendas, nombre demasiado generoso para designar las cobachas
miserables donde se alojan millones de personas, resulta otra de las
vergüenzas irresueltas. Escaso acceso al saneamiento urbano, a la
salud, la educación y el transporte, agregan mas degradación en las
condiciones de vida para estos habitantes.
Impotentes
y abandonados, sus vidas transcurren persiguiendo salidas de esas
rejas invisibles. Igual que en las cárceles reales, corruptos
empresarios les ofrecerán abrir las puertas a cambio de sacrificios
oprobiosos, tras los cuales nunca cumplirán con sus palabras.
Algunos falsos profetas de la politiquería inescrupulosa intentarán
arrearlos como ganado hacia otras salidas, con el sucio pago de los
votos necesarios para las traiciones posteriores.
Para
que entiendan que sus destinos son inmodificables, los palos y las
balas serán moneda corriente en esos barrios. El delito real será
una de la formas en que los más jóvenes intentarán evadirse de esa
realidad inmunda, convirtíendose en carne de cañón de las
poderosas redes de criminales que nunca llegan a las cárceles,
porque son quienes las construyen y custodian.
En
medio de ese barro de inmoralidades y vergüenzas, suele asomar cada
tanto, el virtuosismo de algunos seres distintos, capaces de elaborar
planes para evadirse definitivamente de esas prisiones. No son
delincuentes tratando de eludir la justicia, sino simples y justos
hombres y mujeres tratando de huir de los verdaderos criminales que
los han encerrado durante generaciones en esa cárcel de mentiras y
miserias.
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