miércoles, 8 de noviembre de 2017

TIEMPO DE PACIENCIAS

Imagen de "Córdoba Psicopedagogía – Neuropsicología"
Por Roberto Marra

Según dicen algunos investigadores, la utilización de las neurociencias para inducir pensamientos o ideologías en las personas, hace posible la adhesión de muchas de ellas a decisiones que las perjudican claramente. Por esa razón, ese primer impulso que aparece en quienes ven la realidad tal cual es, libre de esos velos neurocientíficos, es tratar de explicar con razonamientos lógicos los hechos. Sin embargo, al hacerlo, parece que ningún cambio se logra en esos receptores anómicos, que continúan repitiendo las fórmulas publicitadas por sus amos mentales.
Tanta negación a la realidad que los interlocutores de los “velados” observan con tanta claridad, puede terminar por provocar en ellos la duda sobre sus propias certezas. Momento en el cual los difusores de las falacias convertidas en verdades absolutas sonríen de felicidad. Habrán logrado otro de su objetivos, allanando el camino hacia la dominación total de la sociedad.
Aún cuando esas dudas no prosperen, existe un problema que no se logra dilucidar: ¿cómo llegar a la conciencia de quienes solo actúan bajo la preeminencia del subconsciente? ¿qué argumentos utilizar para dar la pelea ideológica en los cerebros adiestrados por pantallas hegemónicas y comunicadores faranduleros? ¿con cuales herramientas?
En todo esto puede haber un aliado que resulta muchas veces soslayado, por la desesperación que provoca ver los resultados de tanta idiotización general, a la que cualquier persona conciente quiere poner fin con prontitud. El tiempo es ese aliado. Pero, a su vez, es el menos deseable de los amigos, porque su paso inexorable retarda las soluciones que vemos como imprescindibles.
No podemos olvidar que vivimos épocas donde la velocidad parece ser primordial. Como parte de la dominación, se impone una forma acelerada de vivir, sin tiempo para la reflexión y el análisis, dejando el manejo del conocimiento en manos de los dominadores, que nos ofrecen la comida masticada y las ideas tamizadas por sus perversas necesidades de acumulación de poder.
Paciencia china. Esa parece ser una buena recomendación. Paciencia para elaborar alternativas de comunicación de nuestras verdades y paciencia para desentrañar los modelos neurocientíficos que se nos aplican. Paciencia también para comprender la impaciencia provocada por los resultados fatídicos de lo que nos sucede. Y, fundamentalmente, paciencia para encontrar la unidad de los que aún estamos vivos. Y pensamos.

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