viernes, 8 de junio de 2012

LA UBA Y SU INSISTENCIA EN UN GRAVE ERROR


Por Dr. Rubén Visconti*
 
Noticias aparecidas en los diarios nos hacen saber de que las autoridades de la UBA mantiene, pese a las observaciones hechas públicas no solo por los directamente interesados sino también por opinantes en general, su decisión con respecto a que todos los docentes universitarios que cumplen 65 años durante el transcurso del corriente 2012, deberán, manu militari, pasar a la categoría de jubilados, decisión adoptada en contradicción de la norma existente que autoriza a los referidos, por voluntad propia, a proseguir hasta la 70 años se así lo resolvieren.
Hemos dado a conocer recientemente nuestra opinión poniendo en evidencia que con esta medida la Universidad perdería la posesión de un capital docente acumulado durante años por lo cual procedería a un vaciamiento arbitrario y altamente peligroso al similar que suelen ejecutar los malos empresarios para ocultar sus desastres por equívocos manejos de sus negocios o como se suele decir porque “el mercado los castigó”.
No obstante hacíamos notar que esa misma Universidad debía fomentar la incorporación de nuevos docentes que, por su condición de jóvenes con sangre y conocimientos renovados, tienen todo el derecho a que los “viejos” profesores por  la simple condición de ser mayores y haber llegado antes se transformaran en “tapones“ sin límites destinados a mantenerlos fuera de los claustros, quizás en términos indefinidos y muy prolongados.
Pero al mismo tiempo que mencionábamos esta dicotomía que pudiera transformase en un enfrentamiento insoluble, destacamos que la solución correcta, que es la que aparece en las disposiciones  de la UBA pueda ser consideradas como la única posible, lo que no es.
Tirar a la basura un capital docente probado y eficiente, dado que si no fuera así las causas de la jubilación deberían ser anticipadas por otras referidas a la eficiencia y rendimientos, etc., es un craso error porque como lo llevamos dicho significa un proceso de ”descapitalización” docente que no garantiza de ninguna manera su reemplazo  por  un nuevo capital por lo  menos equivalente para su reemplazo inmediato. Máxime cuando debemos poner de manifiesto que todas la Universidades Nacionales funcionan en la actualidad con una grave disrelación entre la cantidad de docentes y el número de alumnos que la norma impuesta por el ingreso irrestricto  viene diferenciando sin intermitencias, sumado ello a las mejores condiciones de los jóvenes para acceder al tercer estadio educacional otorgados por la actual política económica favorable a una mejor distribución del ingreso, menor desocupación y la dación por hijos. Antes que jubilar docentes las autoridades de la UBA debería poner sus esfuerzos en la obtención de un incremento presupuestario destinado a resolver esa disrelación así como las ampliaciones edilicias indispensables para darles cabida a todos los que deseen incorporarse a este tercer nivel del proceso educacional.
Claro que a veces, como en toda organización que debe obrar a partir de un nivel intermedio, dependiendo de las autoridades superiores y aptas en cambio para disponer sobre el destino de los sectores dependientes, optan por lo más sencillo, no reclamar hacia arriba y disponer autoritariamente hacia abajo, agravando en vez de resolver los problemas que los afectan. Y contrariamente agravarlos.
Finalicemos con un comentario referido a una circunstancia real que sucede en todas la Universidades Nacionales. Hace año, un futuro docente se lo incorporaba en la calidad de interino para someterlo en lo inmediato a un concurso para su designación definitiva mediante el cual se garantizaba sus condiciones y capacidades para su desempeño posterior.
Hoy día es costumbre que por diversas razones fundamentalmente por razones presupuestarias  que la designaciones interinas se prolonguen por años y años, determinando un grado de inestabilidad angustiante dado las posibilidades de cesación arbitraria y atémpore.
Las autoridades universitarias desde los niveles de Rector y Consejos Superiores hasta los de Decanos y sus Concejos Directivos se constituyen, basados en su pertenencia a sectores ocasionalmente dominantes en dadores de cargos para docentes y empleados simples o jerárquicos de sus adherentes a veces, sin ningún respeto por las calidades de los designados que solo deben poseer un grado elevado de pertenencia al sector político que les brinda cobijo.
La autonomía universitaria respetable y correcta para otros destinos se transforma así en una ventaja desleal para aquellos que poseyendo condiciones y capacidades superiores se ven postergadas incorrecta y arbitrariamente.
No  acusamos a nadie pero nos preguntamos, en esa cesación masiva de 650 docentes ¿cuántos cargos se otorgarán para reemplazarlos con la simpleza del Interinato que lo permite, sin dar razones ni justificativas a los amigos y seguidores que de las autoridades universitarias?
Por ahora, nuestra conclusión es que la UBA corre el riesgo de sufrir una disminución en sus niveles de enseñanza no garantizando de reemplazos eficientes, todo ello por la elección de una medida deficiente que exige su reemplazo por una solución que, atendiendo todos los intereses  de los docentes actuales, los de los jóvenes capaces que buscan su lógica y respetable incorporación y, fundamentalmente, los de los alumnos a los cuales es una obligación permanente ofrecerles sin interrupción los niveles de educación superior; a lo que la decisión de la UBA no atiende bajo ninguna razón valedera.

*Doctor en economía, Docente de la UNR, Miembro del CEP

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