viernes, 1 de junio de 2012

KIRCHNER DESACTIVÓ EL ESPIONAJE ILEGAL ESTATAL

Por Ariel Garbarz*

Se cumplieron nueve años desde que Nestor Kirchner logró el cambio más reclamado por toda la sociedad en la SIDE. El 5 de mayo de 2003, 20 días antes de que asumiera la presidencia, en la Casa de Santa Cruz del microcentro porteño, se inició una gestión inédita en la historia argentina. Un presidente de la Nación, recientemente electo y aún sin asumir, entre sus primeras medidas había ordenado desactivar el espionaje masivo e ilegal de la SIDE, por un lado, y por el otro, bloquear tecnológicamente las intercepciones a teléfonos de funcionarios, desde cualquier organización de inteligencia local o extranjera.
Para eso reunió a quienes serían, y aún siguen siendo, el subsecretario de Inteligencia del Estado, y el coordinador del Proyecto de Seguridad Teleinformática de la Universidad de Buenos Aires y de la Universidad Tecnológica Nacional.
Por su necesaria confidencialidad inicial, fue una de las primeras y más desconocidas decisiones políticas de Néstor Kirchner. Enfrentarse a la estructura estatal del espionaje telefónico ilegal requirió tanta valentía y firmeza como la que empleó con el histórico descuelgue del retrato de Videla, símbolo del inicio de la política de transformación de la nefasta historia de las Fuerzas Armadas, que Nilda Garré implementó con indudable éxito.
Institucionalizadas en la Argentina como una herramienta estratégica del poder de los gobiernos que lo precedieron, las intercepciones han sido consideradas imprescindibles para su gobernabilidad. Justificando el medio ilegal empleado con tal de obtener información de las comunicaciones privadas de enemigos, adversarios y amigos, también fue utilizada haciéndole saber al funcionario víctima, que está siendo escuchado y rastreado para atemorizarlo y coaccionarlo. 
Para mayor sorpresa, Néstor Kirchner, además de poner en caja a la Secretaría de Inteligencia, resolvió recurrir y confiar el soporte tecnológico de la seguridad nacional teleinformática a las universidades estatales, en lugar de acudir al oscuro y peligroso mundo de las agencias privadas, como lo suelen hacer intendentes, gobernantes y empresarios. Así como la National Security Agency del gobierno estadounidense acude a sus universidades para desarrollar sus tecnologías activas de espionaje teleinformático global, Néstor Kirchner hizo todo  lo contrario: contrarrestarlo con tecnología argentina, con programas de la UTN y de la UBA, para  proteger las comunicaciones de su flamante gobierno nacional y popular.
Tres años atrás, Kirchner había leído una nota de tapa de Página/12 de Horacio Verbitsky, informando de un allanamiento donde se descubrieron interceptores ilegales en la sede de Belgrano de la SIDE del gobierno de De la Rúa, el 12 de septiembre de 2000. Detectados por un software desarrollado en la UTN, estaban pinchando teléfonos de la Revista veintitrés y de Jorge Lanata.
Para que eso no se repita en su  gobierno, tuvo la inusual valentía de desarmar la estructura ilegal  de las intercepciones que Menem estableció en 1997, a partir de su decreto reservado Nº 333. Simultáneamente le pidió a su ex amigo y compañero de militancia Miguel Bonasso, que lleve en su nombre el apoyo total al Proyecto Nacional de Seguridad Teleinformática en el salón de la UBA donde se lanzó. Luego ordenó a la SIDE y al resto de las fuerzas de seguridad que no interfieran en ese proyecto, tal como lo venían haciendo en los gobiernos anteriores, y que sólo con oficios judiciales se pueda activar el mecanismo de la intercepción. De este modo allanó el camino para que desde la universidad se puedan hacer miles de bloqueos de intercepciones ilegales a líneas telefónicas fijas y celulares de sus funcionarios, que por primera vez se hicieron sin los impedimentos, amenazas, asaltos y atentados que hubo en los gobiernos de Menem y De la Rúa. Resultado: después del 25 de mayo de 2003, con la única excepción de las órdenes judiciales conseguidas por la asociación ilegal que integraría Ciro James y Mauricio Macri, no ha habido una sola causa judicial de pinchaduras ilegales donde se detecten o aparezcan los equipos de la Dirección de Observaciones Judiciales de la SIDE (alias Ojota). Por el contrario, todos los equipos interceptores que ha periciado o encontrado la justicia federal desde esa fecha han sido de tecnología activa y en edificios de empresas privadas, totalmente incompatibles con los estatales de tecnología pasiva.
Finalmente, Néstor Kirchner logró lo que sus antecesores no quisieron ni pudieron. Que la SIDE haya dejado de hacer pinchaduras ilegales sin órdenes judiciales y esto sí ha sido sin excepción alguna. Porque los espías externos al aparato estatal tuvieron que recurrir a corruptos jueces misioneros para usar intercepciones estatales, como se comprobó en la causa donde quedó procesado Mauricio Macri. Esa necesidad permitió identificar al espía y a su jefe, y es prueba del éxito de esa gestión antiespionaje.
Sin oficio judicial, las escuchas de la SIDE ya no son posibles. Antes de Kirchner eso era ciencia ficción.

*Publicado en Tiempo Argentino

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