Investigaciones
académicas, organismos internacionales, opiniones en medios de
comunicación y discursos políticos se ocupan de la pobreza. Proponen
planes, realizan diagnósticos, financian programas asistenciales y
prometen combatir la desigualdad. Los estudios sobre los pobres abundan.
No desbordan, en cambio, centros estadísticos, cátedras universitarias
ni congresos mundiales dedicados a explorar a los ricos y sus riquezas.
Están protegidos de estudios molestos que puedan exponer las inequidades
sociales y las políticas que hacen posible su existencia y desarrollo.
La mención tradicional que los involucra está en referencia a los
pobres, por índices de distribución del ingreso. Pero son escasos los
datos específicos sobre los ricos en el mundo, evolución,
características e ingresos. Existen publicaciones dedicadas a la
frivolidad que muestra la ostentación de millonarios o a relatar
historias edulcoradas de cómo construyeron sus fortunas. La lista Forbes
es superficial y no brinda elementos sustanciales sobre acumulación de
riquezas. Una aproximación sobre la cantidad de personas millonarias y
magnitud de riqueza concentrada en pocas manos la brindan con más
información dos documentos. Uno preparado por Merrill Lynch y Capgemini,
y el otro por Wealth-X, firma que ofrece a las grandes compañías el
perfil de los ultra ricos.
Existe una idea naturalizada en el espacio público que dice que en
las grandes crisis todos pierden. Algunos más, otros menos, pero que
todos contabilizan una reducción de patrimonio. Trabajadores y jubilados
porque padecen el recorte de sus ingresos o pierden el empleo; y
empresarios y banqueros porque disminuyen ventas y ganancias, bajan las
acciones y bonos, o porque quiebran y tienen que ser rescatados por el
Estado. Esto que parece tan lógico en el discurso y teoría no se
verifica en los hechos. Desde que estalló la crisis en 2008 aumentó la
cantidad de desocupados y pobres en Estados Unidos y Europa, y también
subió la cantidad de ricos. La descripción sobre que el capital
financiero es el dominante en esta etapa del desarrollo del capitalismo
global, y que líderes políticos de las potencias están subordinados a
proteger esos intereses, se expresa con nitidez en los resultados de los
últimos informes dedicados a los ricos realizados por esas firmas.
El “World Ultra Wealth Report 2011” define como Ultra High Net Worth
Individuals (Uhnwi) a personas con activos superiores a 30 millones de
dólares, sin contabilizar sus casas y bienes de colección (obras de
arte, entre otros) y de consumo durable (autos, aviones, yates). El
informe contabiliza el efectivo y los activos de fácil realización. Por
lo tanto, esos ricos tienen una riqueza superior a esos 30 millones de
dólares de inmediata disponibilidad. La investigación tiene como
objetivo ofrecer un estudio de mercado para profesionales de las
finanzas dedicadas a la gestión de patrimonios privados (lo mismo que
hace el diputado Alfonso Prat Gay con la riqueza y posterior herencia de
Amalita Lacroze de Fortabat), para las principales marcas de lujo o
para ONG que “trabajan con la comunidad de ricos o quieren entrar en ese
mercado”, explica David Leppan, titular de Wealth-X, en la presentación
de la página web de la compañía.
Según el último reporte, con datos compilados a partir de más de
1100 fuentes en 109 países, en 2011 había en todo el mundo 185.795 Uhnwi
con una riqueza global de 25 billones de dólares. De ese total, 57.860
estaban en Estados Unidos y 54.325 en Europa. Esos 25 billones de
dólares duplican el PIB de la Unión Europea de 27 países, y también son
dos veces el Producto de Estados Unidos. Esa inmensa fortuna equivale
entonces a casi la mitad del PIB mundial, y está concentrada en apenas
185.795 personas, el 0,002 por ciento de la población mundial.
Brasil lidera la tabla en América latina, con 4725 ultra ricos,
seguido por México, con 2900, cerrando el podio Argentina, con 1050.
En España, modelo económico elogiado por conservadores durante las
últimas dos décadas, hoy el borde de la quiebra, contabiliza 1875 ultra
ricos. En el ranking europeo se ubica en el sexto puesto, detrás de
Alemania, Reino Unido, Suiza, Francia e Italia. La existencia de esa
elite española millonaria convive con el desempleo más elevado de
Europa, cercano al 25 por ciento en promedio, que sube al 50 por ciento
en los jóvenes, con el retroceso del salario real y la pérdida de
derechos laborales.
En 2009, según el otro informe elaborado por Merrill Lynch y
Capgemini, los Uhnwi eran un grupo formado por 93.100 personas con una
riqueza conjunta de 13,8 billones de dólares. En dos años se han
multiplicado por dos tanto los ultra ricos como sus riquezas acumuladas.
Merrill Lynch era uno de los bancos de inversión líderes de Wall
Street, absorbido por el Bank of America para evitar otra quiebra como
Lehman Brothers. Capgemini, compañía no tan conocida como Merrill Lynch,
tiene más de 90.000 empleados en todo el mundo y presta servicios de
consultoría, servicios tecnológicos y outsourcing. Merrill Lynch y
Capgemini trabajan para los ricos. Saben de lo que informan.
En esa investigación se evalúan, además de los ultra ricos, las
personas con grandes patrimonios que parten de un activo líquido
(efectivo) de un millón de dólares. Según Merrill Lynch y Capgemini, en
esa categoría hubo 8,8 millones de personas con patrimonios elevados en
el mundo en 2005, una cifra que subió a 9,5 millones en 2006 y a 10,1
millones en 2007. En 2008, con el inicio de la crisis económica, la
cifra se redujo a apenas debajo de los niveles de 2005, con 8,6
millones. Para 2009, aumentó a 10 millones, casi lo mismo que en 2007,
año previo a la crisis.
En este período de turbulencia económica global, la riqueza conjunta
de esas personas fue de 33,4 billones de dólares en 2005, 37,2 billones
en 2006, 40,7 billones en 2007, cayendo a 32,8 billones de dólares en
2008. En 2009, subió a 39,0 billones de dólares. El último reporte
indica que en 2010 había 10,9 millones de ricos que en conjunto
reunieron una riqueza de 42,7 billones de dólares. Ese monto es 9,7 por
ciento más alto que el registrado el año anterior, superando el nivel
precrisis de 2007, que de por sí ya había sido el más alto hasta
entonces.
Esta sucesión de cifras ofrece una conclusión impactante.
Transcurrido un lapso de cinco años de la peor crisis económica global
desde la depresión del ’30 del siglo pasado, sin un horizonte cercano de
su fin, aumentó la cantidad de ricos y el monto acumulado de sus
riquezas.
¿Cómo se llega a ese resultado cuando no hay día en que no haya
noticias sobre el drama social y profundidad de la crisis económica
global?
Daniel Raventós, profesor de la Facultad de Economía y Empresa de la
Universidad de Barcelona, brinda una pista en uno de sus artículos
mencionando una declaración de Neil M. Barofsky, quien fuera inspector
general del programa de rescate por 700 mil millones de dólares del
sistema financiero de Estados Unidos, conocido como Troubled Asset
Relief Programm (TARP), hasta febrero de 2011. Este funcionario escribió
en The New York Times que hoy “los grandes bancos son un 20 por ciento
más grandes que antes de la crisis y controlan una parte de nuestra
economía mayor que nunca. Asumen de forma razonable que el gobierno los
rescatará de nuevo si fuera necesario”.
El auxilio a la banca ha venido acompañado de recortes en el gasto
social, en eliminación de derechos laborales para abaratar los despidos y
en poda de salarios. Esa protección a banqueros se complementa con la
política de no tocar privilegios de los ricos, no subir impuestos a los
grandes patrimonios y sí al consumo, y cuidando de no afectar el
funcionamiento de los paraísos fiscales, refugios donde ricos y ultra
ricos resguardan sus riquezas.
La brecha entre los ricos y los pobres de los países desarrollados
reunidos en la OCDE es de ese modo la más grande de los últimos 30 años,
según el reciente informe de esa organización “Divided we stand: why
inequality keeps rising?”. En una de sus conclusiones destaca que el
coeficiente de Gini, una medida de la desigualdad de ingresos que oscila
entre 0 (distribución equitativa) a 1 (máxima desigualdad), se situó en
un promedio de 0,29 en los países de la OCDE a mediados de 1980. En
2010 se había incrementado casi 10 por ciento, al ubicarse en 0,316.
Si muchos quieren saber el motivo del estallido de la crisis y por
qué los líderes de las potencias no pueden orientar sus economías para
superar la debacle que está afectando al resto del mundo, el aumento de
la desigualdad en esos países y esas cifras de ricos y ultra ricos es el
comienzo de la respuesta.
*Publicado en Página12
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