Por
Roberto Marra
La
fuga es un tema recurrente en muchas películas. La mayoría de los
espectadores termina siempre poniéndose de parte de quien desea
evadirse o eludir al aparato represivo que lo persigue. Es que el
deseo de libertad supera con creces al concepto de Justicia que se
pretende imponer desde las alturas del Poder. Pero entonces aparece
un Stornelli, un personaje de película “clase B”, un troglodita
del aparato judicial, un inepto elevado a la categoría de “capanga”
de una fiscalía que solo fiscaliza a los opositores, un reducto de
malvivientes sin escrúpulos ni medidas, abastecido de poderío por
el peor de todos de esta manada salvaje que está arrasndo todo a su
paso por la función que nunca debió tener. Y se escapa cada día,
desoye lo que él mismo exige en sus hostigados, provocando el
milagro del deseo mayoritario del fin de sus correrías palaciegas.
Justo al revés que en las películas.
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