Por
Roberto Marra
Es
hora que se deje de mentir sobre el gobierno de “cambiemos”.
¿Quién dijo que no les preocupa la sociedad, sus necesidades y
derechos? ¿Quién puede decir que no está ahora ocupado en los
sectores más vulnerables? ¿Quienes se atreverían a afirmar que no
les importa la niñez y su futuro? Todo esa sucia maniobra
“kernerista” choca contra el muro de la verdad cambiemita, sobre
todo en la ciudad de Santa Fe, con un intendente candidateado para
gobernador, que sabe muy bien dónde están las necesidades populares
y se dirige directamente a ellas, sin intermediarios (ni pruritos).
De
esta manera, los pequeños ya van adquiriendo los conocimientos sobre
todo aquello que subyuga a los funcionarios cambiemitas. La búsqueda
de la verdad no escapa a esta noble gestión, poniendo a cada niño
en su lugar, alejando a los más oscuritos de los más blanquitos,
para que vayan sabiendo sus merecidos destinos, los unos dirigiendo y
los otros obedeciendo.
Son
sutiles pero prácticas formas de asegurar la paz comunitaria en las
próximas generaciones. Son, también, útiles maneras de alejar a
los padres de ideas de modificación de sus realidades sociales.
“Cada cual es lo que es y así debe continuar”, podría ser el
prodigioso lema de estos candidatos de la parte “sana” de la
sociedad, los predestinados a conducirnos por el camino del
desarrollo (por ahora postergado) y las inversones productivas (por
ahora, más postergadas).
No
exento de razones, al intendente santafesino le pareció oportuno
establecer contacto con los educandos del primer nivel, para lograr
desde ellos la adhesión a su postulación a gobernador. ¿Qué mejor
lugar y momento para dirigirse a los padres, para asegurarles que
irán “todos juntos” hacia el ilusionante momento de la
desaparición del populismo y sus prebendas? Las prebendas, lo
sabemos, solo les corresponde a ellos, herederos lógicos de la
historia de sacrificios empresariales que forjaron la Provincia.
Aunque por ahora, más que forjada, pareciera aplastada por las
decisiones de su padre putativo instalado en la Rosada.
Se
les ha presentado el problema de la difusión no buscada de sus
llamados a la “reflexión jardinera”, fruto de algún ingrato
periodista o un padre “kernerista”, que siempre los hay. Pero no
cejarán en sus empeños comunicacionales. Buscarán, tal vez, otros
sectores educacionales donde poner sus esfuerzos hasta lograr la
comprensión cabal de sus intenciones, tan generosas, que no se
entienden por parte de ese “populacho choriplanero”.
Dispuestos
a ganar las voluntades de las mayorías, apurarán algunos spots
televisivos con niños sonrientes y padres complacidos por los
discursos del candidato. Que aunque no se entienda demasiado, siempre
es bueno contar con un relato prometedor de la dulce fantasía del
fin de la historia, donde los pobres lo sigan siendo y, si fuera
posible, mucho más. ¡Y qué alegría la de los peques, al recibir
sus globos amarillos! Un poco desinflados y ennegrecidos, es cierto,
pero con la sonrisa siempre empujando el porvenir... de los
candidatos.
Ahora,
solo resta el trámite de las urnas. Algo habrá que hacer para que
suceda lo que se desea. Tal vez algún pequeño engaño, inocente,
intrascendente, que permita la ilusión del electorado con el triunfo
del intendente “infantilista”. Toda ilegalidad es poca para
cambiar la vida... ¡sí, acertó! de los candidatos.
Están
pensando que lo ideal para lograrlo sería permitir el voto de los
menores de cinco años, pero la justicia electoral, curándose en
salud, se niega terminantemente. Temen que, a la luz de los
resultados de la gestión de este “prodigio” santafesino de las
comunicaciones pueriles, el desarrollo intelectual de los inocentes
infantes desate una andanada de votos opositores que termine para
siempre con estos perversos manejos de los ladrones de sus futuros.
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