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Por Hernán Brienza*
A casi cuarenta años del golpe de Estado de 1976, ya no caben los discursos autocomplacientes respecto de la participación de la sociedad en la última dictadura militar. Ya no es posible argumentar con cara de mosquita muerta "yo no sabía lo que pasaba". Se sabía. Siempre se supo lo que pasaba. Podrían desconocerse los detalles macabros de las torturas, pero nadie podía desconocer que había desapariciones, asesinatos y torturas.
La información circuló desde los primeros días en los principales
medios de comunicación y luego de los primero meses, la prensa
internacional ya comenzó a publicar informes sobre la situación de los
Derechos Humanos en la Argentina. El Herald y La Prensa, por ejemplo,
informaban sobre la interposición casi cotidiana de hábeas corpus que
reclamaban el paradero de tal o cual desaparecido. La existencia de las
"Locas de la Plaza", como se llamaba a las Madres de Plaza de Mayo, no
podía escaparse de los ojos de nadie. Los operativos parapoliciales en
plena calle, a la luz del día, en los edificios de noche, las ausencias
en los colegios, en las universidades, en los trabajos, la aparición de
cadáveres en las playas, los descampados, los rumores no permiten la
coartada de hacerse los desentendidos.
Como dice Milán Kundera, que al parecer sabe bastante de
complicidades con regímenes autoritarios, "los pueblos son responsables
de lo que deciden desconocer". Si una persona supo y no denunció,
permítame añadirle una gran cuota de complicidad con lo que estaba
ocurriendo en aquellos años duros. Si usted no está muerto, si usted no
fue torturado, perseguido, encarcelado, si no se exilió –incluso esto
puede discutirse– es porque prestó algún grado de consentimiento con los
paladines del horror en la Argentina. No digo que haya golpeado las
puertas de los cuarteles –como hicieron muchos–, tampoco que haya
aplaudido a viva voz los desaguisados económicos de la "plata dulce", ni
que haya aceptado el trabajo que había dejado vacante el
"desaparecido". Tampoco lo acuso de haber sido aquel que levantó el
teléfono para denunciar a su vecino a la policía porque andaba en algo
raro. Pero si usted estuvo allí y puso cara de nada, permítame decirle:
algo habrá hecho o, al menos, algo no habrá hecho para seguir con vida.
Hay ciertos horrores frente a los cuales se es víctima o cómplice.
Porque la dictadura tuvo no sólo complicidad en los sectores dominantes
como empresarios, sacerdotes, políticos y periodistas, también tuvo
consenso social, también fue apoyada por mayorías. Y, claro, por la
clase media, incluso por muchos de sus integrantes que, en los primeros
setenta miraron con simpatía a la "juventud maravillosa", que luego
pidió a los gritos un poco de orden, que vivieron las fiestita del "deme
dos" en Miami y que, a la vuelta de la esquina repitieron a diestra y
siniestra con carita de buena gente "yo te juro que ni sabía lo que
estaba pasando". (Cualquier parecido con lo ocurrido con el menemismo y
la corrupción, aun sin el mismo nivel de tragedia, no es mera
coincidencia). Si usted está dentro de esta categoría, le voy a ser
sincero: prefiero que se saque la careta y me diga que sí, que es
verdad, que usted fue cómplice de la dictadura –aunque no ejecutor de
los delitos de lesa humanidad–, que usted comparte ideológicamente lo
sucedido y que, bueno, "alguien tenía que hacer el trabajo sucio y les
toco a los militares". Pero no me haga un "progre desentendido" ni un
demócrata de Teoría de los Dos Demonios. No le sienta bien.
Ahora bien. Suponga que en realidad usted dice: "Yo sabía pero tuve
mucho miedo." Suponga que usted reconoce que "estaba quebrado", que no
sabía qué hacer ni dónde ir. Que optó por agachar la cabeza y tratar de
sobrevivir. Suponga que usted siente culpa, que reconoce que estuvo en
falta, que no tuvo coraje, que no es infalible. Que no tiene derecho a
juzgar a nadie porque asume su responsabilidad por la omisión de haber
cumplido con su deber como ser humano frente al horror. ¿Sabe qué? Ahí
vamos a poder conversar bien. Desde cierta misericordia hacia uno mismo y
hacia el Otro. Pero no me haga un fariseo culposo que ahora se rasga
las vestiduras para que nadie note que tuvo miedo en la dictadura. Somos
seres humanos y al final de cuentas, ¿cuántos tuvieron miedo? ¿Cuántos,
incluso, decidieron no querer saber, o callar, por miedo?
Ni olvido, ni perdón, ni reconciliación. Simplemente Justicia.
Delimitar las responsabilidades y las acciones delictivas de los hombres
en el marco de sus circunstancias. Ser certeros a la hora de delimitar
las complicidades efectivas tanto civiles como empresariales. Pero sin
sobreactuaciones. El Estado debe recomponer el valor de justicia y
equilibrio en un país donde era más fácil torturar y asesinar a miles de
personas que robarse un sánguche del escritorio de un juez. La
impunidad genera anomia en cualquier sociedad humana.
¿Puedo yo, desde mi muelle sillón, andar contándole las costillas
al pobre hombre que tuvo miedo durante la dictadura militar? ¿O al que
especuló que convenía quedarse en el molde porque "la mano venía
fulera"? Claro que no. Quédese tranquilo. Yo no ando tirándonos las
cartas entre gitanos, yo no ando robándonos las sábanas entre fantasmas.
Pero no me venga a correr por izquierda. Si participa en una agrupación
revolucionaria sin un solo desaparecido, permítame sonreírle con
mordacidad, si ahora bate las alas como un pavo real. Si usted defendió
"incluso" el sistema de apropiación de menores, no se haga la cocorita,
llámese a silencio, tenga un poco de dignidad y vergüenza.
Los argentinos nos merecemos una nueva mirada sobre los años
setenta. Sin hipocresías. Sin fariseísmos. Sin querer sacar partido
inmediato de esa experiencia atroz por la que atravesamos. Incluso,
diría, sin resentimientos. Posiblemente, aquellos que participaron en
aquellos años, sobre todo las víctimas del horror, les sea muy difícil
hacerlo. Pero las generaciones posteriores tenemos la obligación y el
deber de reconstituir un pasado que no esté signado por héroes ni por
mártires ni por verdugos ni por dos demonios. Aunque todos hayamos sido y
tenido un poco de eso. Algo parecido a esto escribí y vengo escribiendo
desde 2003, cuando concluí mi libro Maldito tú eres.
Por último, la compasión no es perdón ni impunidad. Simplemente nos
sirve para comprender un poco mejor el sufrimiento. Cada cual juzga al
Otro con la vara que necesita. No me interesa mirar el pasado reciente
con ojos de verdugo ni de mártir ni de héroe. No necesito hacerlo, por
otra parte, ya que era un niño durante la dictadura militar. Aspiro a
mirarlo con todas sus complejidades, con todas sus contradicciones, con
toda la angustia que genera el mal absoluto del que podemos ser parte.
Sencillamente, aspiro a mirar ese pasado con ojos de hombre. Es cierto,
es una tarea titánica. Pero, quizás, sea la única forma en que podamos
lograr que el horror no vuelva a repetirse.
PD: Feliz año. Que en 2014 seamos mejores.
*Publicado en Tiempo Argentino
Muy poco feliz editorial de Brienza, usando el titulo de una vieja película grotesca respecto a la guerra en europa y donde soladadesca se escabullia + o -, para pasarla bien( ¿que hiciste tu en la guerra papá?).
ResponderEliminarOmite la catalogación de terror del régimen, que por eso es incluído en el terrorismo de ESTADO.
Creo que borro o desestimó mi comentario en el diario, no se que pasará acá, no pertenezco a ningún grupo, agrupación, etc. sólo sufrí como muchos la sensación de inseguridad de esa época y no creo haber sido cómplice de nada. Hace pocos días no recuerdo que bloguero también implicaba en sus dichos el axioma de que todos fuimos culpables, eso es falso, si todos fuimos culpables no se puede juzgar a todos , por lo tanto,, no juzguemos a nadie.
Si el post es por el caso Milani, que lo aclare francamente, en mi caso no creo ahora que un joven de 22 años, mas chico que yo en el 76, fuera conciente de lo que estaba pasando, por mas que digan que todo se sabía, creo que no, no todo se sabía, él seguro que no sabía de los robos mediante tortura, por ej. También le sugiero a HB, que estudie los nuevos documentos del edificio cóndor, ( que ironía, en edificio cóndor , se hallaron carpetas del "plan" cóndor) ayer en am750, a eso de las 9/10 pm pasaron comentarios de los aprietes y persecusiones a empresarios, por ejemplo.