Por Arq. Roberto O. Marra*
“No somos golpistas” gritan,
mientras exhiben carteles que dicen “fuera yegua”. “Queremos libertad de
expresión” siguen gritando con total libertad. “Basta de dictadura” vociferan
con un odio desencajado, acompañados por miles de iguales sin que nadie los
reprima ni vigilen. Si no fuera porque son realmente peligrosos en sus
intenciones, darían pena. Pero tiene poder, el que les da quienes promueven
estos movimientos con el único objetivo de mantener sus privilegios de siempre.
Confabulan de mil maneras y ahora han encontrado esta forma y estos cómplices
de clase que siempre estuvieron tan deseosos de parecerse a sus amos
superiores.
Increíble que se pueda decir que
estos grupos son democráticos, cuando no dejan nunca de insultar a los pobres y
postergados de siempre por estar asomando un poquito, nada más, del olvido
permanente al que fueron eternamente sometidos. Les molesta cualquier cosa
parecida a lo popular, y se llaman a sí mismos “pueblo”. Gritaban “si este no
es el pueblo, el pueblo donde está”. Ahora les digo: en ese lugar seguro que
no. Con esas consignas seguro que jamás.
Lo más repugnante es ver a
algunos miembros reales de ese pueblo convertidos en furgón de cola de estos
energúmenos retrógrados, arrastrados vaya a saber por qué odios a quienes en
realidad están refundando una Nación que los que los cooptaron ahora,
destruyeron. Llama la atención la insistencia por parte de muchos buenos
periodistas en tratar de demostrar lo democrático de esta acción manifestante
de odio. Pero estos mismos que cortaron las principales calles de Buenos Aires
y algunas ciudades del resto del País, si llegan a ver a un grupo de pobres
cortando las mismas calles son capaces de llamar al ejército (como siempre
hicieron) para desalojarlos.
¿Vale la pena insistir con que no
son todos golpistas? Seguro que no lo serán todos en el estricto sentido
literal, pero también es seguro que acompañan gustosos a quienes sí lo son. ¿En
qué quedamos? ¿Nos vamos a hacer los distraídos y no ver la conexión que cada
acto, cada consigna, cada título de prensa, cada hecho sospechoso de ser
generado maliciosamente por “no se sabe quién”, cada embargo de fondos buitres,
cada conferencia de economistas neoliberales en el mundo y aquí; no vamos a ver
que tienen interconexión entre sí y un objetivo común y muy claro: terminar con
este y cada uno de los gobiernos populares de nuestra región? ¿Visión
conspirativa? ¿Se puede no verlo así en un País y una Región que históricamente
resultó atacada por conspiraciones antipopulares y asesinas?
Los que estuvieron allí no eran
más que una suma de individuos con individuales reclamos, un amontonamiento
masivo de intereses que se transforman en comunes (entre ellos) por la
coincidencia de un lugar y una pertenencia de clase. Su opción permanente es el
odio, su amontonamiento es por desprecio. Pero a pesar de ser tan
individualistas en sus reclamos, de manifestarse “democráticos”, son parte
sustancial de un movimiento sin dudas destituyente por parte de quienes en
realidad manejan los hilos de estas movidas.
Lo peor, lo más patético, es que
lo que gran parte de esos individuos que se llaman a sí mismos “ciudadanos”
porque “pagan sus impuestos” (tratando de separarse de quienes no lo seríamos
por estar de acuerdo con otras políticas), son los principales beneficiarios de
las políticas públicas establecidas por el actual proyecto iniciado en el 2003.
Es la clase media la que mejoró más su calidad de vida. ¿O quienes compraron
los centenares de miles de autos en estos años, quienes se fueron de vacaciones
en cada fin de semana largo, quienes abarrotaron sus hogares de
electrodomésticos, etc., etc., etc.? A cambio de semejantes ventajas, se
intenta desde el Gobierno Nacional otorgar el resarcimiento histórico a los
postergados eternos de la sociedad argentina, a los que con tantos sufrimientos
y durante tanto tiempo les fueron arrebatados hasta los mínimos derechos
sociales.
Los caceroleros y sus patrones
mediáticos e ideológicos nacionales e imperiales no pueden admitir que un chico
morochito del norte también pueda tener una netbook igual que los rubiecitos
hijos de barrio norte de Buenos Aires, no pueden admitir que una empleada de
limpieza pueda llegar a postularse para comprarse una casa propia, no pueden
soportar que se les otorgue una jubilación mínimamente digna a quienes les
fueron arrebatados los derechos a obtenerla durante décadas.
Por otro lado, parece ya
demasiado sobreactuado ese permanente llamado a la “oposición” que hacen
algunos periodistas progresistas o pensadores a conformar un espacio político
que represente a estos manifestantes “odiadores”. ¿Hace falta que los ayudemos
a hacerlo? ¿Quieren que nos pongamos a ver cómo pueden unirse los enemigos de
la Nación y el Pueblo (el verdadero)? ¿Cree alguien que los dueños del Poder
real necesitan ayuda para hacerlo? Peor aún: ¿creen que quieren actuar
democráticamente para obtener sus metas destructivas? No hacer nada por impedir
una manifestación es lo que corresponde democráticamente por parte de quien
detenta el Gobierno. Y nada más. Porque la susodicha manifestación es una clara
forma de ataque a un proyecto que pretende re-estructurar económica, social y
políticamente a la Nación. Es un ataque que no va a cesar mientras puedan y
después también.
Y hablando de “oposición”, cabe
una reflexión sobre algo que llama verdaderamente la atención: ¿Por qué quienes
no pertenecen al mismo partido que el gobierno de turno deben oponerse a todo
lo que este gobierno haga o proponga? ¿Es una ley que lo exige? ¿No resulta
estúpido llamarse a sí mismo “opositor” como toda definición política? ¿Si
realmente el propósito de estos políticos que no pertenecen al partido que
gobierna es generar mejorar la vida de todos los habitantes del País, no
debieran apoyar lo que resulta evidentemente un avance social y/o económico?
Esto es un poco inocente, claro. Nunca será así mientras haya una dependencia
de intereses que son lo que representan y
quienes dictan en realidad sus discursos y acciones.
Los caceroleos van a continuar.
Va a haber otras manifestaciones, seguro. Está en quienes sostenemos con pasión
los cambios producidos y luchamos por intensificarlos y ahondarlos el poder
impedir que hagan mella real en el rumbo sostenido hasta el momento. Está en la
comprensión de cada hecho y sus implicancias. Somos parte de un cambio de
época, frase que no por repetida es menos vigente. Hagamos honor a tantos
luchadores que a lo largo de nuestra historia nos fueron alimentando el alma
con el deseo de cumplir con sueños que ya casi, casi, se pueden tocar.
*Miembro de Desarrollo&Equidad
Excelente síntesis. Sólo una mirada torcida y el pobre espíritu egoísta puede aglutinar en un mismo amasijo al eternamente decadente pseudotroskismo local, la patronal agraria y los fascistas que siempre anidaron en los pliegues del movimiento obrero. No perdamos la claridad, llegar a donde estamos nos ha costado muy caro. Patricia
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