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Los países latinoamericanos
viven hoy un momento que definirá su historia, al menos, por los siguientes 50
años. La continuidad de los procesos de liberación nacional y construcción de
sociedades más nuestras, dependerá en gran medida de estos últimos cuatro meses
de 2015. No se trata de una premonición, sino más bien de las posiciones
tomadas por la agresión de la derecha continental, que son a todas luces
dirigidas desde centros de inteligencia públicos y privados del imperio (muchos
critican la utilización de esta palabra, pero no es posible dejarla de lado
mientras el enemigo de la humanidad sea el mismo y tenga la misma
predisposición frente a nosotros).
Es más que evidente que llegamos a un punto en el que los procesos
integracionistas se encuentran francamente a la defensiva, y, lo que es peor,
sin una respuesta continental orgánica frente a la agresión que incluye una
monstruosa guerra psicológica de última generación, que permite a las grandes
maquinas propagandísticas de la derecha manipular amplios sectores de nuestras
sociedades. Los medios de comunicación imponen hoy una agenda de saturación que
nos identifica con hechos aislados pero no nos deja pasar a la etapa de los
acontecimientos.
Casos claros de esto son los eventos que se vienen dando en Venezuela,
en Ecuador, Brasil, El Salvador, y en otro sentido, en Guatemala y Honduras,
los países de que, estando en control de la derecha más conservadora, están
siendo utilizados para generar la impresión colectiva de que la lucha contra la
corrupción es la llave hacia la felicidad de los pueblos. Esa imagen está más
oculta, pero presente en los países mencionados, donde grupos de la sociedad
descargan su ira irracional contra los gobiernos progresistas sin importar lo que
han conquistado y lo que pueden perder.
Los medios de comunicación se están comportando como un arma de
guerra, en nombre de la libertad de expresión, que hoy día se ha convertido en
una camisa de fuerza para evitar que los pueblos se expresen libremente. Es en
el campo comunicacional donde se libra una de las batallas decisivas, pues de
ellos surgen unidireccionalmente las ideas que prevalecen en los movimientos
lanzados contra la izquierda continental. Parece mentira, pero incluso grupos
revolucionarios caen en los discursos elaborados finamente desde la derecha.
En Venezuela la guerra contrarrevolucionaria dura ya un par de años, y
ha sido escalada dramáticamente durante el 2015. Ningún país latinoamericano, a
excepción de Cuba, ha avanzado tanto en sus políticas sociales, y ningún pueblo
de este continente tiene las ventajas con las que hoy cuentan los venezolanos.
Diez y seis años de revolución permitieron crear una estructura social que
tiene este país. Sin embargo, mucho esta aun pendiente, especialmente en la
parte ideológica en la que el gran enemigo de la revolución sigue siendo el
consumismo desenfrenado de toda la sociedad, lo que la hace blanco perfecto
para la agresión económica, que hoy, sin ninguna duda, se aplica contra este
país sudamericano.
La escasez provocada, la falta de rendimiento productivo, le
gigantesca y desproporcionada agresión en el sector cambiario, y la necesidad
gubernamental de mantener su política social, son una combinación explosiva,
que el gobierno bolivariano no parece controlar todavía. El hecho es que hoy la
imagen de la revolución es cuestionada incluso desde sectores afines, en los
cuales no parece contarse con la claridad necesaria para entender lo que está
en juego, y todo lo que se puede perder. Por demás esta repetir lo catastrófico
que sería para todo el continente, pero en especial para el pueblo de Bolívar,
un retroceso político en este momento, que impondría de golpe un neoliberalismo
mil veces más dañino que aquel que condujo la sociedad al caracazo.
En Ecuador, la manipulación de algunos grupos disfraza de descontento
y desacuerdo, la agresión que claramente tiene fuerte inclinación a una salida
violenta. Esta actitud de ciudadanos “cegados” por su cólera frente al
gobierno, y las expresiones violentas que se multiplican por momentos, son una
muestra de la incapacidad de la derecha para presentar la imagen de
inestabilidad y crisis, que es imprescindible para activar los mecanismos para
derrocar el gobierno y destruir todos los logros alcanzados hasta la fecha.
Aquí, aunque existe una tendencia clara a llamarlos “golpes blandos”, no parece
que en Venezuela o en Ecuador la derecha pueda avanzar sin recurrir a la
violencia, recurso al que, por otro lado, no renunciara jamás.
En Guatemala, el encarcelamiento de la exvicepresidenta, y la petición
de juicio político para permitir prisión para el presidente Otto Pérez Molina,
a solo dos semanas del proceso electoral, nos enfrenta a una realidad cruda: el
sistema neoliberal, y la clase dominante han llegado a un consenso con la
derecha internacional para un cambio político aparente, en el que algunas
figuras serán “sacrificadas” o sus culpas relativizadas. Un triunfo del status
quo con cara de limpieza, abanderando la cruzada contra la corrupción,
definiendo la política como el mal que destruye las sociedades. Una gran
movilización social, en la que la gente se muere de ansias por ver presos a
algunos personajes mientras pierde de vista los grandes problemas y al final no
es capaz de transformar nada.
En Honduras la situación, un poco más complicada por factores
diversos. El gobierno de Juan Orlando Hernández, el más troglodita de los de
derecha en el continente, ha sumido al país en un terrible estado de calamidad.
Nada es más cómodo para el orden de cosas que mantener elevado el tono de las
protestas procedentes de un grupo de ciudadanos indignados, despolitizados, sin
“ideología”, incoherente y sin vocación organizativa alguna. Resulta claro que
la idea es implantar un nuevo sujeto en el imaginario colectivo, capaz de
reemplazar a la resistencia popular, destruir el Frente Nacional de Resistencia
Popular al Partido LIBRE y darle un carácter caricaturesco al Golpe de Estado
de 2009.
No será extraño que se intensifique la campaña de desprestigio y
persecución política contra quienes participan en el proyecto constituyente,
especialmente a quienes apoyaron la idea de la consulta popular en 2009.
Hoy suena con fuerza en los medios corporativos el “ultimátum” de los
indignados al gobierno de Juan Orlando Hernández, le dan tres semanas para que
cumpla con sus demandas. En el mejor de los casos, para el pueblo hondureño,
esta es una acción aventurera reflejo de la falta absoluta de sentido del
límite. Sin embargo, las consecuencias son incalculables; el gobierno de turno
está diseñado para ser absolutamente represivo, posee estructuras de fuego
legales, así como grupos paramilitares, esa es una realidad que no puede
ignorarse.
Es importante preguntarse ¿Por qué ni en Guatemala ni en Honduras, con
las estructuras represivas más feroces del continente, no han reprimido a las
marchas de indignados? ¿Sera porque ahora somos más civilizados? ¿Por qué el
gobierno norteamericano ha reconocido inmediatamente a los movimientos anti
gubernamentales, algo que no hizo jamás en su historia?
En cualquier caso, los rasgos característicos de la turbulencia social
en estos países sigue un patrón similar, demasiado estandarizado para ser
casual. La manipulación de las masas, la explosión de las emociones, el engaño
frente a la realidad, el distanciamiento de la política, la satanización de la
ideología, la acción intensiva de ONG y grupos religiosos, todo es tan
consistente que la tesis del efecto dominó y el advenimiento de una nueva es
absolutamente cuestionable.
Honduras y Guatemala están siendo utilizadas como la fuente del
“ejemplo” que se invocara para justificar y legitimar las acciones por venir en
el cortísimo plazo en otros países de la región. Esto en si es un reto para
todos; es preciso entender que ahora no solo buscan destruir nuestros procesos
revolucionarios, sino imponernos sujetos históricos inocuos que nos han de
aportar una nueva historia, nuevos héroes, y nos preparan para los horrores de
este neoliberalismo que hoy es más feroz y audaz que nunca.
*Licenciado en Matemáticas de la Universidad Autónoma de Honduras Estudios de Postgrado en Sociología: Universidad de Berlín, Experto en Investigación Social en Zonas Costeras entre poblaciones Pesqueras. Escritor de varios Informes y Artículos de Opinión Miembro del Frente Nacional de Resistencia Popular Secretario de Relaciones Internacionales Partido Libertad y Refundación, LIBRE.
Publicado en www.teleSURtv.net
*Licenciado en Matemáticas de la Universidad Autónoma de Honduras Estudios de Postgrado en Sociología: Universidad de Berlín, Experto en Investigación Social en Zonas Costeras entre poblaciones Pesqueras. Escritor de varios Informes y Artículos de Opinión Miembro del Frente Nacional de Resistencia Popular Secretario de Relaciones Internacionales Partido Libertad y Refundación, LIBRE.
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