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El rol de la empresa aérea de bandera ha sido, desde el momento de su
recuperación, objeto de múltiples debates que ponen en escena discusiones más
profundas sobre el lugar del Estado. Un análisis sobre la situación de la
empresa que circuló en los últimos días es una buena oportunidad para poner
algunas cosas en claro.
El 29 de julio, el economista y
precandidato a vicepresidente por una de las fórmulas de la alianza
PRO-UCR Cambiemos, Lucas Llach publicó en su blog un post al que tituló “¿Qué
pensamos de Aerolíneas?” en el que despliega una serie de análisis y
argumentaciones sobre el presente de la empresa y su futuro.
El post plantea una cantidad de afirmaciones sobre Aerolíneas Argentinas y la
política aerocomercial seguida desde la recuperación estatal de la empresa que
vale la pena comentar.
Por un lado, Llach parte de un
planteo inicial, e inicialmente falso, a saber: que hay una crisis en
Aerolíneas Argentinas.
Tal afirmación resulta
sorprendente en la medida en que AA atraviesa uno de los mejores momentos de su
historia.
Con una flota de 73 aeronaves de
última generación como no tuvo nunca, con una capacidad de transporte de
pasajeros que duplica a la de hace 6 años, con estándares de puntualidad
incluso mejores que los de las empresas privadas y con un 2015 en el que ha
conseguido la mayor eficiencia económica de todo el período, esa afirmación parece
por lo menos aventurada.
La solución para esta pretendida
crisis, incansablemente postulada por la acción política y propagandística de
los grandes grupos de medios, es que haya más competencia en el mercado
aerocomercial argentino dado que Aerolíneas Argentinas ejerce una suerte de
monopolio.
Los indicios de esta práctica
monopólica, según Llach, son que Aerolíneas no permite la competencia en 19
destinos, que controla el uso de mangas, que impide a LAN el ingreso de
aeronaves y que existen precios mínimos.
Casualmente, estos reclamos son
punto por punto idénticos a los reclamos que año a año hace LAN a las
autoridades argentinas. En este sentido, cabe destacar que no hay ninguna
barrera a la entrada para operar las rutas en las que AA no tiene competencia y
que si LAN no lo hace es porque evidentemente no le conviene económicamente.
Por otro lado, Llach sostiene que Aerolíneas controla Intercargo, lo que es
falso, y que controla el uso de las mangas.
Sin embargo, seguramente Llach no
sabe –o no lo quiere saber- el servicio de Intercargo ha mejorado sustancialmente
gracias a un fuerte plan de inversión y los principales beneficiarios de estas
mejoras son LAN y el resto de las aerolíneas excepto Aerolíneas Argentinas, que
tiene su propio servicio de rampa.
El post sostiene, además, que la
ANAC impide a LAN el ingreso de aeronaves para operar en cabotaje, pero omite
decir que LAN no puede ingresar ninguna aeronave para operar en cabotaje en
Brasil, Colombia o México, mientras que en Argentina opera una importante
flota.
El discurso de Llach, aunque vestido
con ropajes de modernidad descontracturada, es viejo. Es el antiguo canto
neoliberal que ve monopolio cuando lo que hay es protección estatal, y que dice
competencia y apertura, cuando en verdad clama imperio del mercado y darwinismo
económico. En los 90 ese canto de sirenas en el mercado aerocomercial se llamó
“política de cielos abiertos”. Por suerte para los argentinos, desde 2008 hay
política de cielos soberanos, mal que le pese al amigo Llach.
Siguiendo con su libelo, la
crítica insiste con el hecho de que haya precios mínimos. Hay que explicar que
esta política tiene un objetivo claro que es impedir las políticas de dumping
que las grandes aerolíneas llevan adelante justamente para eliminar a la competencia
que Llach dice defender.
“Menos burocracia y más
especialistas”, grita desde su post el economista estrella de Cambiemos. Lo
increíble es que use ese argumento para una compañía aérea que tiene menos
empleados por avión que las empresas privadas. Además, los argentinos ya
conocimos amargamente a qué conducen esos discursos que esgrimen falsamente la
racionalidad del gasto y que esconden el ajuste, el cierre de empresas, la pérdida
de puestos de trabajo.
Lo que en definitiva propone
Llach es que haya una política que permita la libre entrada de aerolíneas
internacionales para operar en cabotaje para que haya muchas aerolíneas y así
muchas opciones. La cajita de música neoliberal.
Efectivamente, la industria
aerocomercial es una actividad que tiende a una mayor concentración, tal como
lo demuestran las múltiples operaciones de fusiones y adquisiciones de grandes
compañías aéreas; por lo tanto, una política de cielos abiertos no sólo no
fomentará la competencia sino que profundizará el proceso de concentración.
Así, en vez de tener una línea aérea de bandera tendremos el monopolio de
alguna multinacional llena de especialistas y profesionales dedicados a
maximizar las ganancias de sus accionistas extranjeros y no una empresa
aerocomercial estatal, que garantice conectividad en todo el territorio.
*Director Titular de
Aerolíneas Argentinas
Publicado por
Telam
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