lunes, 17 de febrero de 2020

EL "RIESGO" DEL "MERCADO"

Imagen de "Atrapacredito"
Por Roberto Marra
La escuela le ha enseñado, a varias generaciones de argentinos, una historia tergiversada, preparada básicamente para aceptar el sometimiento social de poderosos sobre débiles. Se alababan (y todavía se hace) a figuras a las cuales se las hace venerar como si fueran “pro-hombres”, cuando se trata de los originales portadores de los peores estigmas antisociales y xenófobos, esos que nos terminarán convirtiendo en mansos reproductores de conductas insolidarias y sumisas actitudes ante el “amo” imperial de turno.
En la continuidad de ese proceso de de “enseñanza-aprendizaje”, vienen los medios de comunicación hegemónicos, portadores del virus de la mentira programada, arteros manifestantes de realidades creadas para aplacar rebeldías, aceptar consignas que profundicen la ignorancia y elevar los niveles de odios clasistas.
Son ellos, además, los generadores de falsos paradigmas economicistas que atraviesan todos los supuestos “análisis” que se escuchan sobre los temas financieros y macro-económicos, construídos con “certezas” elaboradas desde los “tanques de pensamiento” ubicados en las naciones que de verdad deciden sobre las finanzas mundiales, que necesitan la pasiva actitud mayoritaria sobre sus afirmaciones que, aunque lejos de la realidad, sirven para conservar el satus quo de las corporaciones a las que sirven y que dominan el aparato financiero global.
Para lograr el sometimiento a sus “modelos de desarrollo”, se valen de elaboraciones teóricas derivadas de interpretaciones maquiavélicas de la sociedad y sus necesidades, entre las cuales surgen determinadas cifras o parámetros, que tienen como objeto explicar estados de situación económica y empujar supuestas “soluciones” a los aparentes problemas generados, en apariencia, por la aplicación de “recetas” contrarias a la “verdad revelada” de los estudiosos financistas del Poder.
Entre la parafernalia de datos de los que se sirven para gestar dudas sobre los planes de los gobiernos que no les son afines a sus intereses, están el “riesgo país” y “las respuestas de los mercados”. Peligrosísimas cifras se enmarcarán en pantallas rojas que anuncian el destino fatal de la Nación, por culpa de la aplicación de políticas que no respondan a lo requerido por los “dueños” de la economía. Números centelleantes nos avisarán del inminente colapso financiero, y sesudos comentaristas nos avisarán de las opiniones del “mercado” ante semejante acontecimiento numeral.
Estas paparruchadas y otras de semejantes intenciones retardatarias o anulatorias de los procesos de orientaciones distributivas más justas, vienen siendo propagadas desde los centros de poder que solo se interesan por sus exultantes ganancias, antes que la del desarrollo productivo y social que pudiera surgir de relaciones más equitativas entre los sectores que participan en la generación de bienes y riquezas del País.
Acostumbrados a asegurar lo inexistente, a fijar lo nunca comprobado como verdad absoluta, a generar miedo e incertidumbre entre la población pérfidamente convertida en ignorante, atacan con esas “espadas” numerarias a los gobiernos que no se arrodillan ante sus amenazas. Dan mazazos de probables futuros catastróficos para asegurarse sentimientos negativos de los ciudadanos. Nos reducen a simples reproductores de sus números inventados para la ocasión, hablando de “los mercados” como si se tratara de seres vivos que “reaccionan” ante las adversidades financieras para sus integrantes. Son, en todos los casos, ilustres desconocidos, ocultos personajes detrás de las bambalinas televisivas, gurúes fantasmales que solo anuncian desgracias para los pueblos si no se aceptan sus pérfidas recetas.
Las variables económicas y financieras son, para ellos, simples herramientas de sumisión. Sus supuestos “eruditos” en la materia, no son más que aprendices de brujos preparando pócimas de venganzas contra los pobres que sus fórmulas generan, llenando vasos que nunca derraman, pero hieren de muerte a la sociedad. Desmantelan sueños y esperanzas con la brutalidad de los perversos que son. Destilan sus venenos ante la vista de todos, con la impunidad que les otorgan sus dádivas bien distribuídas entre los traidores. Profundizan las injusticias a sabiendas de los horrendos resultados que sobrevendrán. Alteran la naturaleza y degeneran sus virtudes sostenedoras de la vida para apurar la acumulación inaudita de fortunas obscenas.
Pretenden enterrar las rebeliones, aplastar las ilusiones de felicidades negadas por sus malditas prescripciones, asegurar un destino oprobioso para las mayorías que buscan asomarse a la vida digna. Necesitan del analfabetismo histórico para crear una “raza” de imbecilizados, dispuesta a aceptar sus mandatos sin oponerse.
Pero la eternidad de sus manejos oscurantistas no podrá ser. Sus números falsificados y sus famosos “mercados” serán, algún día, definitivamente derrotados. Los pueblos buscarán, como el agua en las praderas, encontrar el curso hacia la grandeza merecida, construyendo diques definitivos a tanta felonía idealizada, transformando la esperanza en la realidad postergada por dos siglos. Haciendo, por fin, Justicia.

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