viernes, 29 de marzo de 2013

EL TRABAJO: DE LA DICTADURA A LA INCLUSIÓN SOCIAL

Imagen Telam
Por Carlos Marín*

La herramienta fundamental para que el individuo pueda realizarse en sociedad es el trabajo, trabajo con derechos fundamentales - que sólo en democracia sustantiva pueden llevarse a cabo - que protejan a los trabajadores de las arbitrariedades que el capital ejerce sino se le ponen límites.
La presidenta Cristina Fernández, en el acto realizado en la ex - Mansión Seré, aludió al mismo como el elemento esencial para recuperar la dignidad y evocar la memoria de aquellos que lucharon por un país mejor.
La mención tiene todo un recorrido histórico que se ha manifestado en una contradicción dialéctica que, aunque se necesita conciencia permanente para mantenerla, parece resolverse en estos tiempos a favor de aquellos que, mayoritariamente, han padecido el sojuzgamiento del pensamiento único liberal que logró imponerse con la sangrienta dictadura cívico militar que se implantó en este país desde 1976 a 1983, pero que los efectos se prolongaron hasta la ruptura social del 2000/2001/2002.
No en vano en el largo peregrinar de esa noche aciaga el primer objetivo al que se apuntó no fue a la “subversión” sino al movimiento obrero.
Cuando uno revisa la listas de los desaparecidos, más del 50 % de ella está compuesta por obreros, activistas sindicales, comisiones gremiales internas, delegados de fábrica y dirigentes sindicales.
Ello fue acompañado de la intervención lisa y llana de los sindicatos y sus Obra Sociales, así como de la reforma a la Ley de Contrato de Trabajo, la prohibición del derecho de huelga sancionado como acción subversiva y, obviamente, fue "abolida" la negociación colectiva y salarial y se congelaron los salarios.
La dictadura cívico militar de ese entonces había “aprendido” la enseñanza que dejó el golpe de 1955 cuando el movimiento obrero se erigió en la resistencia y los cambios de fondo fueron imposibles.
Con esta impronta se entró en democracia y ello dio lugar a la flexibilidad laboral, a la desarticulación sindical con un sindicalismo partido burocratizado en partes y en partes “desideologizado” o cooptado por el discurso neoliberal. Allí se profundizaron las reformas laborales y de la seguridad social, se configuraron los denominados contratos basura, se privatizaron empresas con el consiguiente tendal de desempleo y destrucción de la industria argentina, que convertía a ese desempleo en estructural a medida que de destrucción avanzaba; se sancionó el régimen jubilatorio privado que beneficiaba a los grupos concentrados; a la banca y al sector financiero; se impuso un sistema de riesgos de trabajo que sólo beneficiaba a las aseguradoras y bancos.
Podemos seguir enumerando conculcación de derechos en este período que va de 1983 a 2002, pero no es el objeto de esta nota hacer un análisis minucioso y exhaustivo de esa supresión de derechos.
Lo cierto es que es 24 de marzo de 2013 nos encuentra con un gran corolario de recuperación de derechos pero con medidas que llevan a la inclusión social y que la profundizan.
Es extenso el raconto que se puede hacer también de esa recuperación, pero la magnitud y señal formidable de inclusión está dada – la evaluación no deja de ser arbitraria – por tres leyes de reciente sanción: el Nuevo Régimen del Trabajador Rural, el Nuevo Régimen de Contrato de Trabajo para las Empleadas y Empleados de Casas Particulares – horriblemente denominado previo a su sanción “trabajo doméstico” – y la Nueva Ley Sobre Trabajo Infantil.
¿Por qué digo que la magnitud de la profundización del proceso de inclusión social a hoy lo podemos medir por estas tres leyes? Porque, precisamente, son sectores de una importante amplitud en la sociedad y de clara vulnerabilidad. No hay que explicar que en esos sectores son en los que más se ha dado la explotación, el trabajo esclavo y el trabajo ilegal en sus diversas formas.
Todas esas leyes tienden a revertir tal situación y, por ende, son una herramienta fundamental para la inclusión social. Lo que es cierto es que hay que difundirlas, propagarlas, militarlas y hacerlas carne en la sociedad para que la inclusión sea efectiva.
La creación de la conciencia social respecto de la inclusión es una tarea diaria y cotidiana, por eso para honrar la memoria de todos nuestros compañeros que hoy no pueden ver las transformaciones, el trabajo digno es el eje y la formación de la conciencia social la garantía de permanencia de los cambios. 
*Publicado por Télam

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