Por Dr. Rubén Visconti*
Cada vez que un juez dicta una sentencia surgen de inmediato diferentes
voces que lo acusan, cuando es contraria a sus intereses y simpatías, de ser
parcial, sobornado, vendido, incorrecto, injusto y otros calificativos mucho
más groseros.
Lo destacable es que ningún juez en particular ni tampoco las asociaciones
de esos magistrados sale en defensa de los mismos, rechazando esos infundios en
tanto no se prueben, y al no hacerlo, justifican en parte, la veracidad de esas
acusaciones.
Por si eso fuera poco, la Corte Suprema Nacional tampoco se ocupa del
asunto dejando que cada uno supuestamente perjudicado, se queje, dude, acuse y
por lo tanto lesione la denominada majestad del poder judicial, con el agregado
de que los jueces al permanecer en los
cargos ad-vitam pueden llegar a ser si en realidad lo son genuflexos, serviles,
tramposos, vendidos, acomodados, fáciles de influir, etc., etc., y, por lo
tanto, al no haber respuesta ni de parte de los jueces individualmente, ni de
sus asociaciones, ni de parte de la Corte, se permite, tácitamente, que todos
los insultos y dudas sean en principio aceptados por la opinión púbica haciendo que las dudas se hagan carne
en todos, que al hacerlas propias terminen coincidiendo con ese juicio que les
permite aceptar a todos que la JUSTICIA
ES CIERTAMENTE UNA PORQUERIA.
Y este convencimiento popular comenzó en el país hace ya muchos años tantos
que para probarlo basta referirnos a los
versos del famoso Martin Fierro, cuando recomienda “hacete amigo del juez, no le des de qué quejarse, que siempre es
bueno tener palenque ande arrimarse”.
Nosotros pensamos y sostenemos que si todos los argentinos tenemos el mismo
convencimiento, según la opinión lógica y absoluta, EL PAÍS NO TIENE JUSTICIA y,
como sin justicia no pude funcionar, el país no funciona.
Cuando llegamos a este convencimiento DE QUE UN PAÍS SIN JUSTICIA CARECE DE
LAS BASES MINIMAS PARA SU FUNCIONAMIENTO,
se deben adoptar medidas para restablecerla. Y la Corte Suprema debe
tomar a su cargo el comienzo de una solución.
Para ello tomemos algunos ejemplos recientes referidas a las acusaciones y
sospechas contra los jueces y alguna Cámara, ambas acusaciones pronunciadas en
programas televisivos y replicadas en algunos grandes diarios como CLARIN Y LA
NACION.
Uno de esos casos hacen referencia al juez Oyarbide con relación al juicio
oral para Macri, el otro por la eliminación o apartamiento del juez Rafecas y
el fiscal Ribolo, ambas resoluciones acordes con la ley y las costumbres
procesales. En el caso Macri la resolución está avalada por la Cámara por lo
cual al juez se le agregan como sospechosos tres jueces camaristas; en el caso
de Cicconi y las acusaciones contra Boudou, tanto el juez como el fiscal fueron
apartados por sus incorrecciones públicas adoptadas en sus declaraciones y
procedimientos, es decir, separados por razones legales, el juez baboso que
comentó con una periodista temas que no correspondía y además, con un amigo
abogado hizo lo propio, adelantando juicios y posibles alternativas, el fiscal
porque facilitó a Clarín el conocimiento del allanamiento de un departamento,
con lo que logró que varios periodistas y fotógrafos concurrieran al acto que
era parte del secreto del sumario. Pese a ellos, los Morales Sola, los Eliaschev,
los Lanatta y otros más echaron a rodar la ilegalidad de esos apartamientos, pese
a lo cual nadie se animó a apelarlos.
Con estos ejemplos basta y la Corte tiene en sus manos la adopción de
medidas necesarias para solucionar este tema. Debe dictar una norma legal que
toda acusación contra la conducta u honorabilidad de un juez debe ser efectuada
mediante una presentación judicial
avalada con el patrimonio del acusador, caso contrario si no lo hace pero las
formula verbalmente por los medios de comunicación de TV o radios o por escrito
en diarios u otros, será sancionado con una multa altamente dolorosa.
Y esta solución no tiene nada que ver con la libertad de expresión, ya que
esa libertad no puede amparar la mentira
o el engaño interesado cuya finalidad es
la destrucción de la Justicia.
Nadie puede, ningún ciudadano dedicado a cualquier actividad puede, emitir
acusaciones falsas sin sustento, destinadas a socavar el funcionamiento de la
Justicia dado que en realidad apunta al NO FUNCIONAMIENTO DEL PAIS.
*Doctor en economía, Docente de la UNR, Miembro del CEP
Lo que merece respeto es la investidura; ¡Porque hay cada personaje!
ResponderEliminarEl poder judicial, es el único de los tres que no se renueva democráticamente. Los jueces y fiscales deberían tener fecha de vencimiento en sus mandatos.-