Por Dr. Rubén Visconti*
Se cumplen 30 años del día nefasto y terrible que los dictadores que
ejercían la totalidad del poder que les permitió durante unos años ser los
dueños absolutos de la vida de todos los argentinos, aún de aquellos que los
apoyaron y colaboraron con ellos, decidieron, para asegurar su permanencia,
invadir las Malvinas, garantizados por el sentimiento profundo conformado por
años y años de nuestra historia, todos estábamos destinados a apoyarlos, y
además, aceptar sus propósitos de permanencia cuasi eterna.
Una clara dicotomía de dos reacciones encontradas, esa actitud de protesta airada y apoyo
popular que la dictadura aprovechó para la exaltación de sus criticados
dirigentes.
Castigo, persecución, represión y muerte el 30 de marzo y gritos y aplausos fervorosos el día siguiente, en un aquelarre
confuso y apasionante como consecuencia de lo cual todo terminó en una
confusión tremenda que duró hasta apenas dos meses después, cuando la derrota
en la guerra permitió que las mentes y pasiones de cada ciudadano fuera
recobrando su equilibrio y agregando a la derrota en la guerra que eligiera
determinar también la derrota de la dictadura en la paz y recomenzáramos todos
unidos el camino hacia la democracia.
La brecha abierta por la conjura de
represión y vítores fue abriéndose impulsada con toda la violencia contenida
hasta que la ciudadanía rompiera los diques ahora frágiles de los represores e
impusiera su voluntad de liberarse de las cadenas que la sofocaban.
Por unos instantes, todos los muertos y desaparecidos recobraron sus vidas
así como también las acaecidas en las tierras malvinenses y en los mares cercanos,
y uniéndose a los aún vivos celebráramos la alegría del triunfo final.
Ya pasados 30 años de aquél controvertido
episodio que unió a los represores con sus víctimas transitoriamente, la
realidad actual nos indica que los reclamos por esas islas irredentas siguen
tan fuertes como siempre y que el impulso de tratar de recuperarlas ha tomado
el definitivo camino de la paz y que por ello de aquellos dos actos recordados
sucedidos en días sucesivos, superado el dolor del primero y vigente la pasión
del segundo, debemos rendirle un total homenaje a todos aquellos que dieron sus
vidas por las dos causas, el de vencer a la criminal dictadura y los que
ofrecieron las suyas en las Islas Malvinas.
Por eso, para conmemorar ambos hechos, nefasto el primero y pleno de
heroísmos el segundo, proponemos en homenaje a todos ellos la efectivización de
un SILENCIO TOTAL para recordarlos desde hoy y para siempre jamás.
*Doctor en Economía, Docente de la UNR,
Miembro del CEP
No hay comentarios:
Publicar un comentario