Por
Roberto Marra
Los
jugadores “profesionales” de pócker tienen la capacidad de no
expresar con sus gestos nada que les haga saber a sus rivales sobre
la “mano” que poseen. De ahí viene esa expresión “cara de
pócker”, que se ha extendido a muchos otros tipos de situaciones y
sus actores. Como resulta obvio, la política tiene mucho de esto,
especialmente entre los candidatos electorales, algunos de los cuales
tienen muy desarrolladas estas habilidades, al punto de no poder
extraer nada concreto de sus expresiones sobre los temas que se les
planteen.
La
pregunta que surge, en un ciudadano medianamente interesado en la
resolución de los problemas sociales y económicos, en los afectados
directamente por ellos y en quienes entienden la política como la
herramienta fundamental para la construcción de una sociedad más
justa y equitativa, es saber la razón por la que un candidato tiene
que adoptar ese criterio de absoluta inexpresividad para conquistar
los favores electorales. Razón que les resulta imprescindible
esconder, por la absoluta desconexión con las auténticas
necesidades del electorado.
Experta
en esta materia del engaño programado, la gobernadora Vidal está
comenzando su sigilosa instalación como candidata a presidenta. Con
su acostumbrada semi-sonrisa de Gioconda del subdesarrollo, esta
especial y perversa mujer viene dando los pasos necesarios para eso
que se suele denominar “operativo clamor”, que mucho tiene de
“operativo” y nada de “clamor”, al menos popular.
Peligroso
personaje, si lo hay, esta representante del establishment no ha
dejado de hacer todo tipo de daños desde su cargo, acompañando
todas y cada una de las medidas del “genio de las trabalenguas”
que oficia de presidente. Su aporte al desastre nacional lo esconde
con mucho dinero repartido entre los medios, incluso en aquellos que
no son favorables al gobierno, ganando espacios en los desprevenidos
(cuyas existencias, a estas alturas, no se comprende) y eliminando
críticas de algunos periodistas (aparentemente) opositores al
mandamás de la Rosada.
Como
de su cara nada podremos obtener, como de su gestión se esconden los
datos y de sus palabras poco se puede sacar en limpio, su figura se
eleva por sobre otros personajes de esta manada de extraños seres de
dos patas que asolan nuestras pampas. Con eso solo, sumado a su
impertérrita expresión de Heidi sin abuelo, le basta para pretender
asumir una condición que su ambición le propone, además de los
poderosos aduladores a quienes les urge encontrar un reemplazo para
el asaltante de la lengua castellana en franca decadencia.
Así
las cosas, el Pueblo deberá enfrentar un desafío que, no por
repetido, es de menor importancia. Se trata de superar el engaño
montado en la angelizada figura que les pretenden introducir en las
conciencias, demasiado proclives, por lo visto en los últimos
tiempos, a aceptar gato por libre con mucha facilidad.
Se
trata de aprender a jugar “pócker político”, para saber
desentrañar las expresiones de esta peligrosa rival de los intereses
populares. Se trata, al fin, de volver a pasar por el corazón los
momentos vividos hasta no hace demasiado, cuando comer no era una
alternativa a medicarse, cuando el trabajo no formaba parte de lo
perdido, cuando la educación no se otorgaba por dinero, cuando la
vida no era un simple transcurrir de tiempos perdidos.
Porque
el peligro es mucho mayor que el de perder una elección, la Patria,
esa noble concepción de nuestros valores más auténticos, nos
reclama dar un paso imperioso, oportuno y audaz para impedir la
repetición de nuestros errores, para no terminar pagando otra vez
con la vida de millones la impunidad de estos oscuros personajes de
la historia que, de tanto poner “caras de pócker”, desaparecerán
de ella cuando el tiempo consuma sus maldades.
No hay comentarios:
Publicar un comentario