EL HOMBRE QUE HACÍA LLOVER Y LAS UTOPÍAS

Imagen de Taringa!

Por Roberto Marra

Hace muchos años, alrededor de 1930, un ingeniero argentino especializado en geofísica, Juan Pedro Baigorri, dio comienzo a una historia tan extraña como apasionante: se transformó en “El hombre que hacía llover”.

Fruto, según su propio relato, de un descubrimiento casi casual, un aparato de su creación comenzó a ser el protagonista de hechos que parecían extraídos de una película de ciencia ficción. El ingeniero Baigorri fue invitado desde todas las provincias para solucionar problemas de sequías. Y por increíble que se considere, y aparentemente como resultado del uso de ese extraño aparato, aparecían las deseadas lluvias.

Al ser descalificado por los funcionarios del Servicio Meteorológico Nacional, Baigorri respondió anunciando una lluvia en la ciudad de Buenos Aires con día exacto que, obviamente, se cumplió. En vista de sus éxitos, en 1951 lo convocaron desde el Gobierno Nacional, logrando lluvias en San Juan (que venía de  ocho años de sequía) y en Córdoba (llenando el dique San Roque), así como en  otros tantos sitios del País.

Más adelante, al no permitir que se conociesen las bases del funcionamiento de su invento, fue lentamente dejado de lado por las autoridades, recluyéndose el ingeniero Baigorri prácticamente hasta morir, sumido en la pobreza y el olvido. Y jamás fue encontrado su famoso aparato.

No sabemos si de verdad su invento era el que hacía llover. No conocemos en realidad las causas por las cuales se produjeron las lluvias cada vez que él hacia funcionar ese extraño artefacto. Tal vez solo era acumulación de deseo y voluntad, con una perseverancia incansable. Tal vez fuera solo un delirante embestidor de  molinos de vientos meteorológicos, cabalgando en su “Rocinante” metálico de ondas electromagnéticas.

Sea como fuese, dos moralejas resultan imposibles de eludir: que las utopías las imaginan los que piensan en grande, y que el Poder tratará siempre que no se hagan realidad.  Hoy en día, embarcados en un proceso político letal para la Nación y para su estructura económica y social, necesitamos como nunca, a  miles de Baigorri, capaces de inventar más y más utopías que nos hagan soñar con el futuro tantas veces arrebatado. Y que nos impulsen a una imprescindible perseverancia, como aquella de este “hombre que hacía llover”, para triunfar en la lucha por recuperar la felicidad popular que nos robaron.