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Tenemos derecho. Eso solemos decir cuando nos vemos afectados
por alguna acción de un tercero que nos impide hacer o decir algo. Es un
concepto que tenemos internalizado lo suficiente, como para saber que nada ni
nadie podría impedir que se concrete lo que sentimos y valoramos como premisas
establecidas por las leyes.
Pero en la Argentina de hoy, esa palabra está perdiendo
aceleradamente su significado, gracias a la permanente agresión de los actuales
gobernantes, quienes no cesan de quitárnoslos o, al menos, disminuir sus
efectos beneficiosos para el desarrollo de nuestras vidas. Muy lejos de sus
rimbombantes declaraciones pre-electorales, donde pintaban un futuro pletórico
de justicia y armonía social, han venido acumulando retrocesos en la posibilidad
del ejercicio de los derechos más elementales que consagra nuestra
Constitución.
Increíblemente (o no tanto, en realidad), quienes más daños
les están profiriendo a esos derechos son los integrantes de la Corte Suprema,
cuyos dictámenes asustan, por significar negación de lo establecido por esa
Carta Magna de la cual debieran ser los principales custodios. Socios indiscutidos
de los profundizadores del retroceso económico y social, han llegado a ponerle
límites a los fallos de la Corte Interamericana, sabedores de las posibles
derivaciones a esa instancia de muchas de las causas que el gobierno de los
Ceos está acumulando, debido a su brutal accionar avasallador de toda
legislación nacional o internacional.
El Poder está seguro de su dominio. Nada ni nadie tiene, por
ahora, posibilidades de arrebatarle la última decisión. El Pueblo se resigna a
un papel secundario en la construcción de la Nación, por imperio de la
influencia que sobre él ejerce la publicidad presentada como noticia, donde el
pasado está, paradójicamente, siempre presente, como fundamento para negar las
posibles salidas a tantas incongruencias y desatinos económicos y jurídicos
actuales.
Detrás de las disminuciones reales de salarios y
jubilaciones, cierres de empresas, despidos masivos, importaciones destructoras
de la industria, espionajes ilegales, cuentas en guaridas fiscales, perdones de
deudas a sí mismo y otras linduras por el estilo, detrás de todo eso, hay
millones de historias perdidas, de sueños impedidos, de esperanzas asesinadas,
de niñez sin futuro. Y los derechos, esos que creíamos eternos, se nos están yendo,
casi sin oposición, por la alcantarilla de la mentira.
QUIEREN REFORMAR EL CODIGO PENAL ENTRE EL GATO Y LOS JUECES MUCAMITAS.
ResponderEliminarCALCULA UN SACO HECHO A MEDIDA COMO LA LEY DE CONTRATACIÓN DE OBRAS PUBLICAS O DAVOSITOS.
UN HACEMOS LO QUE SE NOS DA LA GANA Y PA CALLADO!!!!!!!
O SEA QUE LA CORTE DEL GATO SUPREMO
ResponderEliminarQUIERE REDACTAR EL CÓDIGO PENAL A MEDIDA DEL FARAÓN GATO.