Imagen Tiempo Argentino |
La foto del niño muerto en la
playa muestra la verdadera cara de Europa. Atado al sistema
financiero-capitalista internacional, desesperada por la necesidad de sostener
el Euro a toda costa, por salvar a los bancos, a su sistema concentratorio de
privilegios, a su orden civilizatorio y bestial hacia los países del sur, el
viejo continente, que alguna vez supo con su Estado de Compromiso generar los
30 años felices de Occidente y diferenciarse mínimamente de la estrategia
caníbal del liberalismo sajón americano, hoy, en cambio, con la führer Ángela
Merkel a la cabeza, se ha convertido en el centro de la oscuridad –una vez más-
de la Cristiandad.
Muchos se quejan de que la foto del niño recorra las principales tapas de los diarios. Se quejan más de la efectividad y, al mismo tiempo, obscenidad de la imagen que de la atrocidad que significa ese niño muerto. Intentan tapar con un debate periodístico y supuestamente moral, lo que es un escándalo político y humanitario. Porque un escándalo no es lo que haga un andropáusico jerarca del FMI a una camarera inmigrante, sino lo que toda Europa le hace a los inmigrantes, incluso al niño al cual no nombro porque ese niño son todos los niños del mundo pobre.
El Papa Francisco, con su prédica humanitaria integral, lo venía
anunciando desde que inició su pontificado. Esa Roma es, quizás el último refugio
que tiene Europa para reencontrarse a sí misma si no quiere seguir atada a la
lógica bárbarica del capitalismo liberal anglosajón. Los poderosos del mundo
deben comprender que deben pactar con los miles de millones de pobres del mundo
–y sus Estados- si no quieren ser arrastrados a la miseria moral en la que
están sumidos –cosa que no les debe importar demasiado- y a un estado de
conflicto social permanente y a una invasión de desposeídos constante.
Europa –y Estados Unidos, obvio- no pueden pretender saquear al mundo y no pagar las consecuencias de esa supuesta misión civilizatoria y de iluminación que se arrogó Occidente para sí y que en realidad escondía una vocación imperial de sometimiento y saqueo que no puede quedar impune. África, Asía, América fueron víctimas históricas de esa práctica brutal y sanguinaria. "Oh, el horror, el horror", decía el oscuro personaje de El Corazón de las Tinieblas, de Joseph Conrad, cuando se refería a las políticas imperiales de Gran Bretaña en África. Y ese horror era tan brutal que ni siquiera podía ser descripto, apenas podía ser nombrado. En "Nuestra América"hemos conocido de sobra esos horrores: la esclavitud, el exterminio, la tortura, la expoliación son algunas de las caras –también tiene otras un poco más felices- de ese proceso civilizatorio al que fuimos sometido y en el hemos sido sometedores.
Europa –y Estados Unidos, obvio- no pueden pretender saquear al mundo y no pagar las consecuencias de esa supuesta misión civilizatoria y de iluminación que se arrogó Occidente para sí y que en realidad escondía una vocación imperial de sometimiento y saqueo que no puede quedar impune. África, Asía, América fueron víctimas históricas de esa práctica brutal y sanguinaria. "Oh, el horror, el horror", decía el oscuro personaje de El Corazón de las Tinieblas, de Joseph Conrad, cuando se refería a las políticas imperiales de Gran Bretaña en África. Y ese horror era tan brutal que ni siquiera podía ser descripto, apenas podía ser nombrado. En "Nuestra América"hemos conocido de sobra esos horrores: la esclavitud, el exterminio, la tortura, la expoliación son algunas de las caras –también tiene otras un poco más felices- de ese proceso civilizatorio al que fuimos sometido y en el hemos sido sometedores.
La racionalidad capitalista ha construido Auschwitz, Nagasaki,
Hiroshima, y también ha sembrado el Mar Mediterráneo de hombres, mujeres, niños
muertos como el que días atrás apareció boca abajo en las playas. Esa extensión
de agua que va de Algeciras a Estambul ha sido la cuna de la civilización
occidental y también ha sido su cementerio. En esas aguas han navegado los
trirremes de la antigüedad, los barcos fenicios de comercio, las naves
imperiales romanas, los temidos barcos otomanos, las carabelas piratas, pero
también ha sido un lugar de encuentro, de comercio, de intercambio, de zona
común. Hoy vuelve a estar plagada de cadáveres, de muertos que no han caído en
combate, sino que son víctimas de la peor de las racionalidades, de la lógica
abstracta de costo y beneficio, de la acumulación absurda y del egoísmo
disparatado. Unos pocos multimillonarios guardan para sí mismos la riqueza que
5500 millones de habitantes en el mundo tienen que repartirse para sobrevivir.
Es irracional, inmoral y estúpido. Sólo una brutal represión y una hegemonía
cultural de siglos impiden que esos miles de millones de ofendidos y humillados
no hayan todavía saqueado a los países del Norte.
¿Europa no quiere que sus ciudades se llenen de inmigrantes ilegales?
Sencillo: dejen de explotar a los países de orígenes de esos inmigrantes, dejen
de proponerles guerras, dictadores, extracción compulsiva de recursos
naturales, abandonen la lógica de acumulación irrefrenable. Sencillo: pacten un
sistema económico donde la humanidad sea el centro y no la renta ficticia, en
el que el bienestar del hombre y la mujer esté por encima de la especulación
financiera, en el que las lógicas de la integración estén por encima de la
construcción de muros.
¿Los escandaliza la foto de un niño muerto por sus culpas? ¿Quieren
ocultarla en nombre del buen gusto y la privacidad de los individuos? ¿No
pensaron en los Derechos Humanos de ese niño cuando sus padres, desesperados,
buscaban un lugar mejor que la Siria que abandonaban y ahora se preocupan por
la privacidad de su imagen? ¿Fue necesaria la foto para que Canadá se dignara
darle asilo al padre del niño? Me recuerda a la hipocresía con que Francia,
Gran Bretaña y Estados Unidos se escandalizaban de las aberraciones del nazismo
contra el pueblo judío después de varios años en que esos tres países se habían
negado a asilar a miles de personas que intentaban escapar del horror.
Hoy, Europa está convertida en un gran campo de concentración. Y está
condenando a un tipo de "solución final" a miles y miles de
refugiados. No banalizo lo ocurrido en la Alemania Nazi, al contrario, rescato
el ejemplo para que se reflexione sobre la posibilidad de repetir el horror con
distintas formas. Si lo indescriptible a lo que remite Conrad no hubiera sido
instalado en los países de orígenes, las migraciones desesperadas no se habrían
producido. Pero, claro, si usan el mundo como si fuera su patio trasero, si se
creen la policía del mundo, si se arrogan el derecho de invadir cualquier país
de la tierra y asesinar a millones de personas, si persisten en la metodología
de vaciar países con las políticas de endeudamiento, no pueden pretender que el
horror alguna vez no llegue hasta la punta de sus zapatos.
El capitalismo financiero es así de cruel. Los argentinos lo hemos padecido. A nuestros ricos el barro de la miseria les ensució las puntas de sus zapatos, por eso pactaron mínimamente después de la hecatombe del 2001. Ahora, parece que se volvieron olvidadizos de repente e intentan volver a las andadas con sus heraldos de la muerte y la miseria, es decir, sus economistas, sus comunicadores y sus políticos oportunistas, pero todavía está fresca la memoria de lo indecible en las mayorías.
No pretendo ser apocalíptico, pero si Occidente no corrige su racionalidad, la humanidad ingresará en tiempos en que "los monstruos de la Razón" lo devorarán por dentro. No es la economía, Merkel, la que debe regir el mundo. No le explique lo injustificable a esa adolescente que le llora por hambre. No es la racionalidad capitalista la que debe dar las respuestas. Es la política, estúpida.
El capitalismo financiero es así de cruel. Los argentinos lo hemos padecido. A nuestros ricos el barro de la miseria les ensució las puntas de sus zapatos, por eso pactaron mínimamente después de la hecatombe del 2001. Ahora, parece que se volvieron olvidadizos de repente e intentan volver a las andadas con sus heraldos de la muerte y la miseria, es decir, sus economistas, sus comunicadores y sus políticos oportunistas, pero todavía está fresca la memoria de lo indecible en las mayorías.
No pretendo ser apocalíptico, pero si Occidente no corrige su racionalidad, la humanidad ingresará en tiempos en que "los monstruos de la Razón" lo devorarán por dentro. No es la economía, Merkel, la que debe regir el mundo. No le explique lo injustificable a esa adolescente que le llora por hambre. No es la racionalidad capitalista la que debe dar las respuestas. Es la política, estúpida.
*Publicado en Tiempo Argentino
Una vez más, Hernàn muestra con sensatez y sencillez la hipocresía que nace del egoísmo angurriento que es mundial , aunque aún haga falta aclararlo.
ResponderEliminarEntre nosotros, sin ir más lejos, también contamos con ilustres representantes de esa ideología de instrumentar economías y paises explotando primero y descartando después a millones de pobres personas, las personas pobres. Y si son de piel menos clara, con más razón. Cuanto más oscura la tonalidad, tanto más feróz será el rechazo, la negativa furibunda a que se acerquen, compartan o se integren. Y si no basta con eso, se los invade y bombardea para después ofenderse olímpicamente y reprimir el desbande invasor de los desesperados.
Dentro de nuestra variopinta fauna vernácula, hay importantísimos ejemplares de inhumanidad disfrazada de globalización, modernismo, civilización, fin de las ideologías o como les quieras llamar. La clave es EXCLUIR. O quedarse con la parte del león, cuanto más grande, mejor.
Después se quejan y se asombran en sus primeras planas y pantallas cuando ocurren actos de terrorismo.