Imagen Telam |
Cuando los dueños del Poder
determinan virtudes y defectos de líderes populares, mal puede pensarse que se
hará desde una imposible “objetividad”, vendida como bandera de republicanismo
e institucionalidad. ¿Por qué habremos de ser los Pueblos simples receptores de
las pretendidas verdades reveladas de los escribas de la oligarquía? ¿Por qué
no podremos tener nuestras propias elaboraciones ideológicas, siendo los
sujetos fundamentales en la construcción de ese sentimiento territorial que
llamamos Patria?
Son nuestras manos y nuestros
intelectos los que alimentan los poderes que cedemos por migajas a quienes nos
dominan económica y culturalmente. Es la tradición de millones de ocultados
constructores de riquezas ajenas y miserias propias. Es el legado de
centenarias estafas de los ganadores de una historia fabulada por ellos mismos,
convenciendo a las mayorías de verdades absolutas, que la vida desmiente a cada
paso. Y cuando, de tanto en tanto, los pueblos despiertan de sus letargos, sus
líderes serán estigmatizados hasta convertirlos en parias, en una Sociedad que
no reconozca sus propios logros y la importancia, en ellos, de la presencia de
esos dirigentes populares.
Nada se deja al azar por parte de
los poderosos de siempre. Sus verdades son expuestas por apócrifos
historiadores y transformadas, incluso, en textos escolares, para que las
nuevas generaciones comprendan la imposibilidad de cualquier mudanza
ideológica. Sus puestas en escena son creadas por expertos en comunicación y
presentadas por cronistas ficticios, quienes, con gestos grandilocuentes y
adustos, nos asegurarán los tremendos castigos que recibiremos si no aceptamos
sus ficciones de realidades virtuales.
Para asegurar su continuidad al
mando de los Estados, cooptarán a los frágiles representantes que se suponen
populares, aprovechando sus incoherencias y corruptelas. Poderoso caballero,
Don Dinero, correrá generoso por distintos ámbitos corporativos, transformando
representatividad en ingratitud o, peor aún, en lisa y llana traición.
Pero, a pesar del olor a podrido
institucional, hay una persona que emerge de tanta inmundicia politiquera e
ideológica, con claras muestras de pasional coherencia de convicciones. Convencida
de sus “verdades relativas”, apuesta a una nueva vuelta de la unidad popular,
genera nuevas propuestas de acción programática, sintetiza históricas demandas que
forman parte ya, de la genética de cada ciudadano.
A contramano de los poderosos y sus
letanías mediáticas, expresa con meridiana exactitud los deseos reprimidos por
el miedo sembrado por los acaparadores de riquezas ajenas. No se presenta como
salvadora de la Patria, sino como sencilla militante de la construcción de una
vida nueva, donde la esclavitud económica y mental vigente, mude por un proceso
virtuoso en el cual los valores humanistas emerjan por sobre los egoísmos y
miserias.
Forma parte de nuestra génesis
popular, como síntesis histórica de los movimientos sociales argentinos.
Articula con sinceridad evidente, arengas que son mucho más que simples
discursos de compromiso. Se transforma, por imperio de sus capacidades
superiores, en base fundacional de otra oportunidad para el regreso al futuro
de los sueños populares. Contra el viento y la marea de la ingratitud y el odio
clasista, Cristina habilita el camino que la patraña neoliberal se empeña,
vanamente, en cerrar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario