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No corren buenos tiempos. No
soplan buenos vientos en la región. Estados Unidos volvió a mirar hacia el sur
después de su larga mirada al mundo musulmán. La crisis económica internacional
aprieta en todos los rincones de Occidente. El capitalismo financiero y las
potencias han decidido descargar sus pérdidas sobre los países emergentes.
Primero fue el atentando contra los precios de las materias primas, luego, a
través del affaire de los fondos buitre contra la Argentina, ahora acogotando a
Grecia. En la cumbre del Mercosur, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner
fue muy clara: "Tal vez se esté pergeñando en algún lugar un nuevo plan
que no se llame Cóndor y que seguramente no va a tener la intervención de las
Fuerzas Armadas, sino que tal vez va a ser más sutil, más sofisticado. En
algunos casos pueden ser (los fondos) buitre, ya no cóndores. Siempre son aves
de rapiña, no es casual la elección." Pero también dentro de la región hay
sordos ruidos de enfrentamientos internos.
En la reunión del Mercosur, la presidenta Cristina recibió palabras
afectuosas por parte de su par brasileña Dilma Rousseff y la condecoración de
la Orden Nacional de la Cruz del Sur. Un justo homenaje que no impide ver que
la relación que Brasil, como potencia regional, establece con su principal par,
Argentina, no está siendo todo lo justa que debería ser. La debilidad interna
del gobierno del PT, la delicada situación económica tensa sin dudas la
discusión por los intereses económicos interregionales.
Gracias a Manuel Belgrano, ya sabemos hace más de 200 años que la
primarización de la economía es la principal causa de empobrecimiento de los
pueblos.
"Uno advierte la magnitud de la importancia que tiene la
integración, y la necesidad de profundizarla, en momentos en los cuales en el mundo
se intenta una vez más volver a cambiar los términos de intercambio comercial
que durante décadas favorecieron a los países del centro y perjudicaron
notablemente a las economías emergentes", aseguró la presidenta Cristina,
reconociendo la relación desventajosa en el intercambio comercial para los
países productores de materia prima.
Ya lo había advertido Arturo Jauretche en su libro El Medio Pelo en la
sociedad argentina, cuando escribió: "Todavía la ciencia económica no
había esclarecido eso de "la relación adversa de los términos del
intercambio", que consiste, simplemente, en saber que el proceso de
transformación de la materia prima va incorporando costos a la misma y que
estos son absorbidos, en las distintas etapas de la transformación, por el salario
y el capital del país donde se industrializa, de manera tal que las materias
primas, en cuanto productoras de riqueza, sólo benefician en la primera etapa
al país que las produce y exporta en bruto, mientras se le incorporan riqueza
en cada etapa de la transformación, en el país que las transforma. (Así, al que
exporta hierro o lana sólo le queda lo correspondiente a la producción minera o
ganadera, mientras que el proceso que va del hierro o la lana a la máquina o el
traje va dejando en el país que importa, la materia prima, todos los costos de
las sucesivas modificaciones, a los que se incorporan los costos de los
instrumentos utilizados, desde el transporte y el seguro, a la remota labor de
los que preparan las máquinas usadas en la transformación, sumados a la
transformación misma. Con esto quiero decir que la valorización primaria es la
única que beneficia al país productor de la materia, mientras que el país
transformador incorpora los aumentos, o las economías originadas por el
desarrollo técnico, a la capacidad de su propio mercado. Así, si a principios
de siglo, equis kilos de lana permiten comprar una locomotora, 30 años después
10 hacen falta cinco o seis veces más de lana para el mismo cambio, pues, en el
mejor de los casos, el aumento del valor absoluto de la lana es un aumento que
no compensa los innumerables aumentos correspondientes a los innumerables
momentos de la transformación. Esta aclaración no es exactamente técnica, pero
permite dar una idea al profano de en qué consiste ese enunciado un poco
misterioso "de la relación adversa de los términos del
intercambio")". Claro y preciso.
¿Por qué recordar a Jauretche ahora? Sencillo, porque los países
centrales están intentando una nueva reprimarización de las economías
emergentes y tratar de destruir los incipientes procesos de industrialización
que han comenzado en las últimas décadas y hasta Brasil está sintiendo el peso
de ese avance internacional. No en vano, la política internacional de Itamaratí
intenta cortarse sola en su relación con los BRICS dejando a un lado a
Argentina desde hace unos meses. Ahora incluso se pone en duda la cláusula
nodal del Mercosur que es aquella que impide a los miembros del Mercosur hacer
tratados de libre comercio por afuera del Mercado Común. Si se cae esta regla,
la debilidad regional le permitiría a las grandes potencias negociar
directamente con cada uno de los países debilitando el proceso de integración.
Y debilitar la unidad es poner en riesgo los procesos de industrialización con
la consecuente reprimarización de nuestras economías.
La riqueza de la Argentina está en la capacidad de crear valor
agregado a sus exportaciones. Y esto se consigue con más mercado común
sudamericano.
Gracias a Manuel Belgrano, ya sabemos hace más de 200 años que la
primarización de la economía es la principal causa de empobrecimiento de los
pueblos. En el diario El Comercio escribió: "La riqueza real de un Estado
es el más grande grado de independencia en que está de los otros, para atender
sus necesidades y el mayor sobrante para exportar. Yo expondré los principios
que los ingleses, es decir el pueblo más sabio en el comercio, proponen en sus
libros para juzgar la utilidad o la desventaja de las operaciones de comercio:
1) La exportación de lo superfluo es la ganancia más clara que puede hacer una
nación. 2) El modo más ventajoso de exportar las producciones superfluas de la
tierra, es ponerlas antes en obras o manufacturas. 3). La importación de las
materias primas extranjeras para emplearse en manufacturas, en lugar de sacarlas
manufacturadas de sus países, ahorra mucho dinero y proporciona la ventaja que
produce a las manos que se emplea en darles una nueva forma. 4) El cambio de
mercancías contra mercancías es ventajoso en general, salvo los casos en que es
contrario a estos mismos principios. 5) La importación de las mercancías que
impiden el consumo de las del país o que perjudican el progreso de las
manufacturas y de su cultivo, llevan tras de sí, necesariamente, la ruina de
una Nación. 6) La importación de las mercaderías extranjeras de puro lujo en
cambio de dinero, cuando este no es un fruto del país como es el nuestro, es
una verdadera pérdida de tiempo. 7) La importación de las cosas de absoluta
necesidad, no puede estimarse un mal, pero no deja de ser un motivo de
empobrecimiento para una Nación. 8) La importación de las mercaderías
extranjeras para volver a exportarlas enseguida, procura, a quienes lo
realizan, un beneficio real."
Desde Belgrano que lo sabemos. La riqueza de la Argentina está en la
capacidad de crear valor agregado a sus exportaciones. Y esto se consigue con
más mercado común sudamericano. La salida es más Mercosur, y más negociaciones
en bloque sin la hegemonía absoluta de las necesidades de los más grandes.
¿Será posible? La entrada de Bolivia, la posibilidad de que Ecuador también
ingrese amplia el mercado común y abre nuevas esperanzas, pero no hay que
soltar las riendas del proceso de integración regional."
*Publicado en Tiempo Argentino
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