Por
Roberto Marra
Que
el conocimiento es un valor sustancial para el desarrollo individual
y social, está más que demostrado por la historia. La generación
de saberes ha sido la base que produjo los grandes avances a lo largo
de la evolución de la humanidad, promoviendo mejoras esenciales para
la expansión de la ciencias y la producción de bienes materiales
destinados, en principio, a favorecer y expandir una mejor calidad de
vida para los pueblos. Pero también ha sido, producto del desarrollo
de una determinada correlación de fuerzas entre los actores de esos
avances cognitivos, el fundamento de un proceso de dominación de un
sector cada vez más concentrado, sobre la mayoría apabullante de
los habitantes del Planeta.
Los
imperios dominantes en cada tiempo histórico, se han valido de ese
procedimiento invasivo de conciencias, que se da como producto de la
acción dirigida a modelar subjetividades sostenidas en la creencia
de superioridades étnicas o sociales. Las herramientas han ido
modificándose a lo largo de las épocas, pero los objetivos no han
variado demasiado, concentrados en generar la parálisis de los
posibles desarrollos que se pudieran dar en los países dominados,
producto, a su vez, de avances solo atribuíbles a la voluntariosa
experimentación de individuos que poseen las capacidades, aunque no
tengan el respaldo para concretar sus ideas.
Por
estos tiempos donde el acceso a los medios de comunicación se ha
desarrollado exponencialmente, los poderosos han sabido valerse de
semejante avance del conocimiento humano para profundizar sus
dominios. Sabedores de la importancia de controlar las voluntades de
los millones de buscadores de felicidades que habitan el Mundo, para
sus beneficios personales y corporativos, se han hecho dueños de las
comunicaciones y sus procesos más elementales, incluyendo los medios
físicos y los humanos, a los que utilizan solo para transmitir las
noticias y producir la cultura que ellos necesitan para conservar y
agigantar sus poderes.
Tan
profundo ha sido el trabajo demoledor de las culturas generadas por
las propias sociedades en cada región del Planeta, que han logrado
establecer criterios y pensamientos ajenos a las necesidades reales
de cada pueblo. Se han apoderado de las conciencias de manera tan
profunda, que hasta quienes sostienen una empeñosa lucha contra el
sistema dominante, terminan adquiriendo las taras que éste les
propone como únicas alternativas.
Vale
apelar a un ejemplo, como resulta ser la caracterización de los
gobiernos populares, que el imperio propone como la unívoca forma de
verlos. Los medios se encargan de expandir las sandeces de los
enajenados que comandan el Mundo, sobre las características
supuestamente oligofrénicas de los líderes de esas naciones que
intentan avanzar hacia mejoras derivadas de desarrollos
independientes de la voluntad imperial y las corporaciones que todo
lo pueden.
La
“metralla” periodística permanente ha logrado lo que las balas
reales no han podido. Los dirigentes que lideran esos procesos
libertarios en busca de una justicia social que otorgue un mínimo de
sentido a la vida oprobiosa por la que los poderosos obligan a
transitar a sus pueblos, son estigmatizados como mentirosos, falsos,
corruptos, asesinos y ladrones. Toda esa retahila de obscenidades
incongruentes con la verdad, son aceptadas con extraño placer
morboso por muchos de quienes debieran ser sus defensores
intransigentes, por representar, aunque sea mínimamente, los mismos
intereses y poseer las mismas metas soberanas que tanto se cacarean y
tan poco se terminan defendiendo con la comprensión cabal de esos
procesos en los países hermanos.
Difícil
transformar la realidad cuando se la desconoce o se la tergiversa.
Imposible alcanzar los sueños cuando se los anula con muros de
mentiras sobre los auténticos representantes de nuestros pueblos. La
producción de falsías es el negocio del momento, enturbiando el
panorama que pudiera distinguirse para generar los propios
pensamientos, que fueran capaces de frenar las hipocresías de los
temerosos y los miedos de los pusilánimes.
Desarmar
el andamiaje de “cuentos del tío” con los que terminan engañando
incluso a los más despiertos, es una tarea de dudoso éxito pero
imprescindible necesidad. Terminar con la adhesión infame a las
falsas verdades imperiales como la única alternativa para alcanzar
el supuesto “único” saber, debiera ser el primer paso para la
liberación del espíritu social que proponga modificarlo todo,
haciendo de la solidaridad con los pueblos hermanos de Nuestra
América la columna vertebral de los procesos emancipadores que
todavía nos debemos. Alcanzar el conocimiento de nuestras propias
fuerzas, solo será posible en la trinchera virtual de la defensa de
una cultura aplastada por la brutalidad y el menoscabo de nuestra
historia, la que no nos contaron, la que yace en el barro de las
mentiras que cada día nos anotician los dueños de todas las
patrañas mediáticas.
Muy valioso este texto, confieso que lo leí rápido, creo que esta velocidad de la inmediatez que ha invadido la vida de los seres humanos, y ni qué hablar de los medios de comunicación, me preocupa ser hoy una lectora apremiada por el tiempo ¿¿?? , no sé cuál, sí me abruma, me preocupa e indigna, me llena de bronca la supremacía de las grandes empresas que manejan los medios de comunicación, aunque entiendo que la constructiva, la más valisosa ha quedado empantanada, nos embarraron la cancha y mal,he sido una gran amante de la radio,he disfrutado en algún tiempo de algunos programas de televisión, pero veo demasiada banalización, grosería, bajezas humanas que nunca pensé podía llegar a haber, representada no sólo por las empresas sino por los periodistas y locutores que llenan sus bolsillos con toda esta baratija, no sé dónde refugiarme, bueno, nos quedan los libros, hoy, tooodos hablan,todos son entendidos, doctores y expertos en tooodos los temas, es imposible poder escuchar entre tanto ruido, y lo peor es que la gente , ya aletargada, embotada sigue a estos "gurúes" de la noticia,del periodismo, creo que hay un obsceno, denigranante uso de los medios de comunicación, el ser humano no importa, importa lo "noticiable· ,sea cual el color de la porquería, nos lo tragamos todo, y pensar que nos dijeron, nos contaron que el mundo esta evolucionando, pensar en un teléfono, de esos grande, color negro, con el disquieto, era todo un viejazo, como me decían mis hijas, cuando recordaba algo de mi pasado en mi pueblo entrerriano, me apasiona leer, el conocimiento saludable, en la Patagonia donde vivo, se ignora muuucho de nuestra historia, de las comunidades que viven aisladas, de las costumbres, Buenos Aires enceguece con sus falsas luces, nuestra querida América necesita ser mirada, reconocida, valorada, hay tantos hermanos que nos necesitan, tantos pueblos y parajes que no conocemos...bueno, no estoy en un buen día, pero quería manifestarles mi gratitud porque este texto me hizo pensar que no me atacó el viejazo, no estoy loca y que el camino que elegi andar hace tiempo es el que realmente necesito...un saludo afectuoso
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