Imagen de "Issuu" |
Por
Roberto Marra
Alegar
ignorancia suele ser el “salvoconducto” social para quienes habla
de lo que no conocen cuando se descubren sus errores de apreciaciones
sobre los hechos. Invocar la falta de conocimiento cuando el fácil
acceso a él existe y se muestra a diario por las pantallas y las
redes (si se sabe buscar), solo cabe denominarlo brutalidad. Poner en
duda lo que se ve y escucha por parte de funcionarios de los
gobiernos auténticamente populares (de los pocos países que los
tienen), es de una miserabilidad cómplice con el imperio que
sustenta las noticias falsificadas que sirven para derrocar a esos
gobiernos.
No
“creen” en lo que dicen los gobernantes de esa nación, a la que
incluso suelen llamar “hermana”, intentando una cercanía
sentimental hacia ella que borran con los conceptos que aceptan como
verídicos cuando lo dicen los enemigos de ese pueblo bloqueado.
Dudan de cada palabra que digan para hacernos conocer sus verdades,
las que construyen ellos mismos, las que surgen de los actos reales y
concretos que producen para sostener un proceso de cambios sociales
que a duras penas logran llevar adelante, sin medios financieros ni
posibilidad de intercambios comerciales libres.
No
pueden creer ahora que, en medio de la pandemia, dos potencias
mundiales les abastezcan de lo que el imperialismo les bloquea. No
admiten como real que China y Rusia les haya enviado toneladas de
suministros imprescindibles para la lucha sanitaria que enfrenta como
cualquier otro país del mundo. No ven ni escuchan lo que se muestra
por alguna de las pocas vías comunicacionales de carácter regional
que respetan el valor del periodismo como construcción del
conocimiento popular. No registran la existencia de esos medios como
las imprescindibles alternativas mediáticas que les provea de las
otras verdades, esas que jamás escucharán ni verán por el
muestrario miserable del amarillismo cooptado por el Poder que
acostumbramos a seguir casi con devoción.
No
participar de semejante oportunidad de acceder a una vía distinta
para entender la realidad que nos roban cada día, es de necios. No
hacerlo por pruritos ideológicos inventados por el propio enemigo de
nuestros pueblos, es de cómplices. Pretenderse “intelectuales”
capaces de dilucidar los acontecimientos eludiendo las voces que
intentan manifestar los hechos con miradas abiertas a “la otra
historia”, es una más que clara demostración de incapacidad de
comprensión, lo que los elimina del sector pseudo-académico al que
pretenden pertenecer.
Lo
que sucede, sucede. Está allí, a la vista de quien quiera oir y
escuchar, pero solo si se tiene la capacidad de abrir el espectro del
que provienen las noticias, eludiendo las zancadillas
comunicacionales a las que nos han acostumbrado para facilitar sus
dominios masivos y el sostenimiento de odios y desprecios hacia
nuestros compañeros de lucha de otras naciones que comparten
nuestras desventuras cotidianas.
La
palabra “comunicar” ha sido tergiversada hasta convertirla en
reducto de las falsas noticias elevadas a la categoría de apotegmas.
El uso indiscriminado de la mentira elaborada por supuestos “sabios”
desnotadores de cualquier proceso popular que intente la liberación
de las fuerzas soberanas de cada una de nuestras naciones, ha logrado
cooptar la voluntad cognitiva de las mayorías, inmersas en mil
problemas diarios que les obnubilan la comprensión de la realidad,
hasta lograr que consideren como enemigos propios a los que solo lo
son del imperio que los sojuzga.
Liberación
es un término estigmatizado por el enemigo de los pueblos. Pero es
el paso imprescindible para comenzar a andar otro camino, para dejar
de lado los vacíos intelectualismos que solo provocan el menosprecio
de lo real, para refugiarse en la oscuridad mediática que nos
proponen para eliminar nuestras propias capacidades resolutivas. Que
existen y que es necesario multiplicar, empezando por ver y escuchar
a los obstinados periodistas y analistas que honran la palabra que
los define, poniendo sobre la mesa del saber diario la posibilidad de
alcanzar el madero que nos salve de un naufragio para el que cada día
los “medios serios” agregan un poco más de agua... para su
molino destructor del conocimiento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario