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Por
Roberto Marra
Tal
vez por aquello de que “no hay mejor defensa que un buen ataque”,
o basado en esas pueriles actitudes de los niños que, previendo un
castigo cuando han realizado alguna travesura, lloran antes que se
les recrimine nada, los legisladores de la actual oposición del
Gobierno de la Provincia de Santa Fe, se curan en salud, atacando con
sus negativas al tratamiento de leyes o quitándole el cuerpo a las
invitaciones al diálogo, con disculpas tan banales como el llanto
preventivo de un niño.
El
ex-gobernador, aliado indiscutido de las políticas del macrismo que
llevaron a Santa Fe al lugar en el que se encuentra, atravesado por
pobrezas y miserias injustificables en medio de las inmensas fortunas
(y algunas otras cosas) que se manejan a través de sus puertos, se
ha convertido en el dudoso “líder” de una caterva de
“impedidores” de gobernar del nuevo habitante de la Casa Gris.
Tanto él como sus ex-colaboradores, ponen el grito en el cielo ante
las críticas fundadas del actual Ministro de Seguridad, respecto de
los extraños manejos ante el narcotráfico, que asola nuestro
territorio tan oronda como si nada ni nadie pudiera hacer algo por
impedirlo.
El
manejo de la Policía, degradada y minusválida ante semejante nivel
delictual, puso de manifiesto, durante la anterior ¿gestión? el
evidente nivel de desprecio por eso que pomposamente se denomina
“seguridad”, un remedo de lo que debiera ser y una muestra gratis
del desparpajo con el que han convivido con semejantes delitos por
años, solo para no perder sus privilegiados cargos, a costa de la
muerte de centenares de personas.
La
olla a la que solo se le ha movido un poquito la tapa, deja emanar un
sofocante olor a complicidades ofensivas de sus condiciones de
mandatarios. Las palabras fuertes del Ministro de Seguridad les pega
en donde más les duele, en sus condiciones de ineptos (por lo
menos), cuando no de acompañantes de semejantes aberraciones
delictivas. El nauseabundo contenido de ese “guiso” putrefacto
escondido durante tanto tiempo, lo conocen y saben del resultado de
su apertura para ellos, tan involucrados en desmanejos espurios como
en engaños a los ciudadanos, que solo sienten aumentar sus miedos
ante tanta podredumbre lanzada al libre albedrío de las
narco-voluntades.
Extraños
procederes de senadores y diputados, ponen de manifiesto las verdades
incómodas que se podrían desprender de investigaciones que lleven
al hueso de años de dejar pasar lo evidente. El nuevo Ministro de
Seguridad trae, con su impronta de solvencia académica y sus ímpetus
verbales, una molestia que no esperaban, una picazón que no se va
con solo rascar la superficie, que necesita de un remedio que actúe
profundo, que descontamine y destruya el virus mortal del delito y
exhiba a sus protectores encubiertos.
En
este dramático “ajedrez” provincial, también hay jugadores
económicos que mueven sus piezas defensivas para no permitir que les
lleguen al jaque mate que les quite sus privilegios, tan bien
cuidados en la anterior administración. Uno de ellos, el empresario
del super-millonario crédito impago, también parece estar
involucrado en ciertos procederes que hacen sospechar la utilización
de sus puertos para oscuros manejos de mercaderías poco legales (con
perdón del obvio eufemismo). Lo supiese o no, tales dudas no podrían
surgir sin algo de realidad detrás, sobre todo sabiendo la absoluta
falta de prevención que en esos sitios privados ha habido desde
siempre.
Encorsetado
entre semejante pasado y tamaño presente, el nuevo Gobierno
provincial, cuya cabeza es alguien de reconocida impronta
“administrativista” (un obsesivo por el control del debe y el
haber), está siendo tironeado por los legisladores (propios y
extraños), por las circunstancias financieras dejadas por quienes
ahora se rasgan las vestiduras del “diálogo” que nunca tuvieron
más que con sus cómplices del mismo o de otro pelo partidario, y
también por las necesidades obvias de remediar las situaciones
dramáticas de la población, de la falta de trabajo, de las empresas
quebradas y de lo que jamás parece nadie atreverse a tocar: la
concentración obscena de la riqueza.
De
como decida enfrentar semejantes ataques incendiarios de su gestión
y de cuanto se atreva a meter la mano en esa olla explosiva,
dependerá la posibilidad de salida de la emergencia social en la que
estamos inmersos, de la construcción de dignidad y seguridad para
los habitantes de esta Provincia, que deberá encontrar el camino al
auténtico desarrollo, lejos de las balas y los polvos blancos de la
muerte cotidiana. Y de la inmoralidad de los miserables corruptores
de la política.
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