domingo, 13 de marzo de 2016

MAFIAS CORPORATIVAS Y PUBLICACIONES "CIENTÍFICAS"

Por Horacio Brignone*

La gigante editorial de publicaciones científicas Elsevier, de origen británico, responsable de Food and Chemical Toxicology (FCT), The Lancet o Cell Stem Cell, entre muchas otras, en el año 2009 reconoció que había inventado una revista médica completa, con el único fin de promover los productos de la empresa farmacéutica Merck. Tenía el aspecto de una revista médica revisada por pares, pero sólo contenía reimpresión o resúmenes de artículos -la mayoría de las cuales presentaban datos favorables para los productos de Merck- que parecían operar únicamente como herramientas de marketing, sin ninguna aclaración del patrocinio de la compañía farmacéutica. Merck proporcionó los papeles, Elsevier los publicó, y los médicos los leyeron, sin saber que la "Australasian Journal of Bone & Medicine" fue simplemente un montaje.
Ante los primeros "informes" mediatizados sobre una nueva epidemia de Zika, enfermedad transmitida por el mosquito Aedes aegypti y el incremento de nacimientos en Brasil de niños con microcefalia, médicos de la Asociación de Salud Colectiva "ABRASCO" produjeron un Informe Técnico que ponía entre paréntesis la correlación entre Zika y los casos de microcefalia. En cambio advertía sobre la posibilidad de que la malformación, cuya relación con el Zika solo era una hipótesis, pudiera estar en verdad vinculada a los químicos utilizados para el combate contra el vector, algunos de ellos mezclados con el agua potable por disposición de las autoridades sanitarias de ese país.

Médicos de Pueblos Fumigados de Argentina ampliaron el trabajo con datos estadísticos que excluían certezas sobre la relación zika-microcefalia, junto a elementos evaluados durantes otras epidemias que desaconsejaban fumigaciones químicas como solución de utilidad para estas epidemias, en coincidencia con epidemiólogos argentinos en la misma línea (vg. Sylvia Fischer, UBA-CONICET).

La reconocida independencia de la industria y los laboratorios de estos médicos produjo que sus investigaciones fuesen replicadas en todo el mundo, una mala noticia para el futuro de la nueva campaña que prometía la multiplicación de ventas asociadas al "combate contra el dengue-zika-chicungunya" y la consecuente afirmación de la "utilidad pública" de las fumigaciones químicas.

La Cámara de Sanidad Agropecuaria y Fertilizantes (Casafe) envió un comunicado el 10 de febrero con el título “evitar el dengue, fiebre chikungunya y zika es posible”. Propuso “tomar medidas de prevención” y ofertó sus productos: “Existen diversos insecticidas que nos permiten frenar la proliferación del mosquito y así salvar vidas humanas y MALFORMACIONES”. Entre los socios de Casafe sobresalen Syngenta, Monsanto, Basf, Bayer, Dow, Dupont, Nufarm y Rizobacter. Cinco días después, volvió a enviar el comunicado y el 29 de febrero insistió: “En todo el país se están desarrollando tareas de fumigación y para lograr que el trabajo se realice de manera adecuada y eficaz se recomienda mantener abiertas las puertas y ventanas de las viviendas para que entre la ‘nube de pulverización’ (Página12, 10/03/16)

Rápidamente también salió a escena Elsevier "revisando", "aprobando" y "publicando" a velocidad del rayo el supuesto vínculo entre Zika y microcefalia en la revista "Cell Stem Cell" (Elsevier) , que los medios, con mayor celeridad aún, se encargarían de amplificar y legitimar. El estudio estuvo disponible el 4 de marzo, declara CSC. Algunos medios como la BBC e Infobae lo publicaron el mismo día, Página12 lo hizo al día siguiente. Ninguno dudó en titular la asociación entre Zika y microcefalia. También pudo escucharse a voceros de la fundación brasileña FIOCRUZ confirmando la relación. Fiocruz ya dispone para la venta mosquitos de laboratorio que no transmiten el dengue, según su sitio web que, afirma, mejoran la [penosa] performance de los mosquitos transgénicos de la corporación Oxitec.

Equiparar una revista con "la ciencia" puede parecer una exageración. Pero una publicación "revisada por pares", en la mente de la mayoría de los científicos es ciencia, afirman Claire Robinson y Jonathan Latham, en su investigación publicada en Independent Science News del año 2013. Una vez que un estudio se publica en una revista académica ingresa al canon y se sitúa junto al descubrimiento de las placas tectónicas o la estructura del ADN. Todas las demás investigaciones, no importa lo innovadoras o verdaderas que fueren, serán irrelevantes. Si no se publica, "no existe".

En el mes de octubre de 2012, con la nave central de la legislatura santafesina desbordada de público como pocas veces, el Dr. Andrés Carrasco nos explicaba el reciente hallazgo de su colega de la Universidad de Caen, Francia, Gilles Séralini, publicado un mes antes en Food and Chemical Toxicology (FCT, Elsevier) que causó una tormenta internacional (Séralini, et al., 2012). Las ratas de laboratorio alimentadas con maíz transgénico (genéticamente modificado) tolerante al herbicida Roundup de Monsanto, con y sin pulverización o simplemente alimentadas con maíz no modificado genéticamente pero fumigado con Roundup murieron antes que las ratas control alimentadas con maíz tradicional (no transgénico) y desarrollaron un aumento en el número de tumores. El estudio fue diseñado para probar la toxicidad y siguió los mismos protocolos aprobados por la OCDE que Monsanto había utilizado en sus ensayos, excepto que se prolongó durante dos años, es decir, toda la vida de la rata, en lugar de los habituales 90 días de los ensayos de Monsanto.

A partir de ese momento se lanzó una campaña pública para desacreditar el estudio y para que FCT retrajera la publicación. Pocos meses más tarde, a principios de 2013, la junta editorial de FCT contrató un nuevo Editor Asociado para Biotecnología, Richard E. Goodman. Goodman era profesor de la Universidad de Nebraska pero también es un ex empleado de Monsanto, que trabajó para la compañía entre 1997 y 2004 y publicó artículos sobre la seguridad de los alimentos modificados genéticamente (Goodman y Leach 2004), además de sus permanentes vínculos con ILSI, financiada por la industria biotecnológica y química.

Pasando por alto la cultura editorial científica de promoción gradual, el nombramiento de Goodman para FCT es sorprendente también por el hecho de que la revista ya tenía experiencia en estudios de seguridad de los alimentos transgénicos. De los cuatro jefes de redacción, José L. Domingo es profesor de toxicología y salud ambiental y autor de dos revisiones completas de los estudios de inocuidad de alimentos transgénicos (Domingo, 2007; Domingo y Bordonaba, 2011). Ambas revisiones expresaron escepticismo sobre la tesis de que los transgénicos fueran seguros. En consecuencia, está lejos de estar claro para qué FCT necesitaba un "editor asociado para biotecnología", pero está claro por qué Monsanto tendría un interés en asegurar que el "asunto Séralini" no se repitiera.

El "movimiento" conjunto produjo la retracción de la publicación de Serallini de FCT en noviembre de 2013, invocando "ausencia de conclusiones definitivas", por fuera de los cánones del comité de ética (COPE) según los cuales podrían rectificarse publicaciones (error evidente, plagio o redundancia o investigación no ética) y recurriendo a un pretexto espurio, como si la ausencia de "conclusiones definitivas" no fuera lo que caracteriza a las ciencias fácticas. En cualquier caso, FCT había publicado documentos sobre ensayos similares que eran menos "concluyentes" que los de Séralini. La diferencia, por supuesto, era que sus conclusiones eran favorables a la industria de la biotecnología, valiéndole a Elsevier campañas mundiales de repudio, cartas a la editorial y a Elseiver y boicot de colaboración y adquisición de todos sus productos y publicaciones.

En el año 2015 FCT expulsó a Richard Goodman y degradó al editor jefe Wallace Hayes. El estudio fue republicado en el año 2014 pero el objetivo de instalar la duda sobre la investigación de Séralini y diluir el impacto inicial estaba cumplido.

 

FCT no es la única revista académica que parece haber sido capturada por los intereses comerciales. Después de la campaña inicial, que no pudo conseguir -temporariamente- la retracción del estudio de Séralini, la revista Transgenic Research publicó una dura crítica (Arjo et al, 3013)encabezada por Paul Christou, afirman Robinson y Latham.

 

CHAPELA Y QUIST

Esta no es la primera vez que Christou ataca hallazgos científicos que plantean dudas acerca de los cultivos transgénicos. En 2001 Ignacio Chapela y David Quist, de la Universidad de California en Berkeley, publicaron en la revista Nature que las variedades de maices mexicanos indígenas se habían contaminado con genes modificados genéticamente (Quist y Chapela , 2001). Este problema fue, y sigue siendo, muy controvertido ya que México es centro genético de origen del maíz. En un paralelo exacto con el estudio Séralini, una campaña en Internet fue emprendida contra Chapela y Quist exigiendo que la revista retrajera el estudio. Entonces Christou, del mismo modo que más tarde haría con el estudio de Séralini, atacó la investigación de Chapela y Quist en un artículo en Transgenic Research. El título lo dice todo: "No hay evidencia científica creíble presentada para respaldar las afirmaciones de introgresión de ADN en las variedades locales tradicionales de maíz en Oaxaca, México" (Christou , 2002).

En respuesta a la campaña, el editor de Nature Philip Campbell pidió más datos a Chapela y Quist, que proporcionaron, y organizó otra ronda de revisión por pares. Sólo un revisor en el grupo final de tres apoyó la retracción y nadie presentó ningún dato o análisis que contradijera el principal hallazgo de Chapela y Quist. Sin embargo, Nature afirmó: "La evidencia disponible no es suficiente para justificar la publicación del documento original". Algunas investigaciones posteriores, con diferentes muestras, informaron del hallazgo de genes transgénicos (introgresión) en variedades criollas de maíz mexicano (Piñeyro-Nelson et al. 2009).

Paul Christou, por el contrario, probablemente no tenía mucha dificultad para conseguir que cualquiera de sus críticas fueran publicadas en Transgenic Research. Él es el editor jefe de la revista. Y, como Goodman, está conectado a Monsanto. Monsanto compró la compañía de semillas transgénicas Agracetus (ex empleador de Christou) y posee patentes para la producción de cultivos transgénicos en los que Christou es nombrado como el inventor. Christou no dio a conocer su conflicto de intereses en su crítica al estudio de Séralini.

 

EL ASUNTO ERMACOVA

En 2007, la revista académica líder Nature Biotechnology padeció un ataque extraordinario sobre el trabajo de la científica rusa, Irina Ermakova (Marshall, 2007). Su investigación de laboratorio había encontrado disminución de la ganancia de peso, aumento de la mortalidad y disminución de la fertilidad en ratas alimentadas con soja transgénica tolerante a glifosato durante varias generaciones (Ermakova, 2006; Ermakova, 2009).

El editor de la revista Nature Biotechnology , Andrew Marshall, se contactó con Ermakova, invitándola a responder preguntas sobre sus hallazgos, que ella sólo había presentado en congresos. Él le dijo que era "una oportunidad de presentar sus propias opiniones y conclusiones en sus propias palabras". Ermakova estuvo de acuerdo.

El proceso que siguió fue tan engañosa como irregular. El editor envió a Ermakova una serie de preguntas acerca de su investigación, las que ella respondió. A su debido tiempo, ella envió un proyecto de lo que pensaba iba a ser "su" artículo, con su firma como autora. Sin embargo, el artículo que se publicó finalmente fue muy diferente. La firma de Ermakova había sido retirada y sustituida por la de Marshall. Cada una de las respuestas de Ermakova a las preguntas fue seguida por una extensa crítica por cuatro científicos pro-transgénicos (Marshall, 2007). El proyecto enviado a Ermakova, revelado como una celada no había incluido estos comentarios críticos. En consecuencia, se le negó la oportunidad de dirigirse a ellos en el mismo número de la revista. Y en el artículo final el editor había conservado las referencias de los críticos pero eliminó muchas de Ermakova, con el efecto de que sus afirmaciones aparecían sin fundamento.

El tratamiento de Nature Biotechnology hacia Ermakova atrajo la condena de muchos científicos.

La célebre investigación de Andrés E. Carrasco vio la luz en abril del año 2009, a través del reputado periodista e investigador Darío Aranda (Página12) prácticamente en simultáneo con los "aprietes" de la industria química y biotecnológica denunciados por el mismo Carrasco y del requerimiento -y presentación- en el "Juicio San Jorge", al que finalmente sirvió de sustento para prohibir fumigaciones cercanas a la población.

Los resultados revelaron que la exposición de embriones de anfibios al glifosato producía, entre otras, alteraciones de los mecanismos de la placa neural evidenciados por una disminución de neuronas primarias que podrían afectar el normal desarrollo del cerebro, cierre del tubo neural u otras deficiencias del sistema nervioso, disminución del largo del embrión, alteración de la zona cefálica con compromiso en la formación del cerebro y reducción de ojos y alteraciones de los arcos branquiales; disminución de algunas expresiones asociadas a ciclopía y holoprosencefalia en humanos, así como defectos en la morfogénesis de los cartílagos craneales con disminución del tamaño de la cabeza (ojos) y severas alteraciones intestinales.

La investigación, no obstante su repercusión a nivel mundial tanto por la gravedad de las revelaciones como por el prestigio del jefe de la investigación sobre los efectos del herbicida más utilizado en todo el mundo y en Argentina en particular y que motivara la movilización de personeros de la embajada de EEUU en y con el Senasa (Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria de Argentina) como lo revelaron cables filtrados por Wikileaks, recién fue publicada el 18 de octubre del año 2010 en "Chemical Research in Toxicology", disponible en internet recién en agosto, es decir prácticamente año y medio después.

En contraste Cell Stem Cell, la publicación de la británica Elsevier, exhibe los antecedentes de su publicación sobre supuestos vínculos entre Zika y microcefalia: "Recibido el 24 de febrero [de 2016], aceptado el 29 de febrero, publicado el 4 de marzo", es decir “todo” en menos de diez días corridos.

Los diferentes criterios utilizados con Carrasco y Séralini pueden entenderse no solo desde la financiación -la NIH (National Institute of Health) a cuyo frente Obama designó en 2009 al público defensor de la industria química y biotecnológica Francis Collins, figura entre los aportantes a la "urgencia" del estudio de Cell Stem Cell- sino también desde sus efectos sobre los balances corporativos.

*Asamblea de Pueblos Fumigados - Campaña "Paren de Fumigarnos"

 

 

 

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