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Fueron diez días que sacudieron
el tablero político del país. Desde el "paso de comedia" de la
"No transición" hasta hoy, Mauricio Macri ya ha dado muestras de lo
que puede llegar a ser su gobierno en los próximos años: algunos aciertos tácticos
por debajo de la mesa, una escandalosa forma de administración del poder que
incluye el "robo de la Corte Suprema” y el imperio del decretazo
injustificado, la toma de decisiones en beneficio de los poderes económicos
reales y en contra de los salarios de los trabajadores, la mentira como forma
de discurso y propaganda política, y el entrenamiento de las huestes represivas
a través de la declaración un tanto eufemística de "estado de emergencia
de seguridad", que esconde en su vientre los nuevos protocolos de combate
de la protesta social. Nada nuevo para la tradición liberal conservadora, pero
que parece haber sido olvidada por un sector importante de la ciudadanía.
Desde hace unos años insisto con la tesis de que la gran dialéctica de la historia argentina (dialéctica hegemónica y no binarismo moral tonto) se produce entre dos grandes tradiciones que son el nacionalismo popular (San Martín-Dorrego-Rosas-Yrigoyen-Perón-Alfonsín-y los Kirchner), por un lado, y el liberalismo conservador (Rivadavia-Mitre-Justo-las Dictaduras Libertadora y de 1976-Menemismo y el Delarruismo), por el otro. Y sostengo que las variables para poder construir esta tipología son al menos Cuatros D: la Distribución del ingreso, la Desmonopolización de la economía, el Desendeudamiento y la Democratización de la política. En poco menos de una decena de días, Macri ya ocupó el lugar de herencia del liberalismo conservador, muy lejos de la pretendida síntesis de "unidad nacional" que intentó proclamar en su campaña y en su discurso de asunción:
1D) Macri generó con la devaluación una fuerte transferencia de
ingresos regresiva de los sectores del trabajo hacia el capital, es decir una
concentración del Ingreso en manos del capital frente al trabajo.
2D) Produjo con la apertura de las importaciones, en poco tiempo se
verán las consecuencias, un fuerte sacudón concentrador al sistema productivo
argentino. Si a esto se le suma el fallo de la Corte Suprema respecto que
beneficia a las provincias más ricas con la devolución de las deudas del ANSES
y el perjuicio a las provincias menos favorecidas con el debilitamiento del
fondo proveniente de las retenciones a las exportaciones, se registrará una
centralización geográfica contraria a la federalización real del país. Por lo
tanto, beneficiando a los exportadores frente al Mercado Interno, al capital
concentrado frente a las Pequeñas y Medianas Empresas, y a las provincias más
ricas sobre las más pobres se produce una monopolización brutal de la economía
argentina que se replegará en algunos rubros y hacia el interior de esos mismos
rubros.
3D) Desde Bernardino Rivadavia, pasando por Martínez de Hoz, Domingo
Cavallo hasta el negocio de Federico Sturzenegger con el Megacanje, los
gobiernos que han tomado deudas multimillonarias, ya sea con bancas extranjeras
u organismos internacionales, han sido los que se identifican con el
liberalismo conservador. Los gobiernos del nacionalismo popular siempre han
intentado que el impacto de la toma de deuda sobre la soberanía de las
decisiones sea el menos posible. El gobierno de Macri ya ha dado señales de que
en los próximos meses saldrá a los mercados internacionales, con el supuesto
beneplácito del FMI y los Estados Unidos, a buscar decenas de miles de millones
de dólares.
4D) En tan sólo 10 días de gobierno, Macri comprendió que el modelo
liberal conservador en la Argentina no cierra sin represión. Por esa razón ya
intentó varias tácticas. La primera intentar cooptar individualmente a los
dirigentes gremiales a partir de las “cajas” de las organizaciones para evitar
que los gremios cumplan con su deber de defender a los trabajadores. La
segunda, saltar la posible parálisis institucional que genera gobernar sin el
Parlamento de una manera sencilla: clausurando virtualmente el Congreso.
Tercera, robarse la Corte Suprema de Justicia con la complicidad del Grupo de
Clarín, que ya consiguió un empleado directo entre los magistrados, al nombrar
a dedo dos jueces militantes del PRO y del Frente Renovador. Cuarta, poner
camiones hidrantes enfrente de las manifestaciones callejeras como amedrentar
como hicieron las dictaduras. Quinta, crear un nuevo protocolo de represión de
la protesta social que impida o ridiculice todo tipo de protestas. Cabe
recordar que la encargada de presentar esta "genialidad" no es otra
que la ministra de seguridad, Patricia Bullrich, especialista en reducción de
salarios, de comprar senadores con la Banelco y que formó parte del gobierno
aliancista que llevó adelante la cacería en la que murieron decenas de personas
en distintas partes del país. Ahora, la ministra con fuertes vínculos con
distintas centrales de inteligencias estadounidenses, ha decretado la
"emergencia de seguridad", obvio primer paso a la militarización de
la sociedad y a un pequeño estado de sitio". En conclusión, en pocos días,
el Macrismo ha recortado varios aspectos del normal funcionamiento de las
instituciones y la democracia argentina, es decir, recuperó ciertos rasgos
autoritarios del liberalismo pretoriano del siglo XX.
Ante el silencio cómplice e hipócrita de Elisa Carrió, que ve como su
criatura política le roba la "Republiquita" sin siquiera chistar,
Macri quebró la institucionalidad como nunca lo había hecho el Peronismo. Ni
Juan Domingo Perón, ni siquiera Carlos Menem con su Corte de los Milagros, ni
siquiera los Kirchner al decir del horrorizado constitucionalista Daniel
"se animaron a tanto". Lo que demuestra una vez más que el
Liberalismo Conservador es como el tero: pone los huevos en un lado y chilla en
el otro, es decir, acusa de autoritarios a los demás y hacen alharaca de
democráticos pero lo primero que hacen cuando llegan al poder es quebrar
la institucionalidad.
Muchos se preguntan anonadados por qué Mauricio comete esas supuestas
torpezas. Sencillo: responde a la máxima de Nicolás Maquiavelo. Leamos El
Príncipe: "A los hombres conviene o atraerlos por las buenas o anularlos,
porque de las ofensas leves se vengan, de las graves, no. De ahí que la ofensa
que se haga a un hombre debe ser tal que no le deje lugar a la reacción."
Traducido: Si Macri no destroza a la oposición política, económica y mediática
hoy, si no la reprime hasta ahogarla, la reacción de los perjudicados por sus
políticas se producirá más temprano que tarde.
Una sola cuestión más: la oposición no debe equivocarse. No debe
correr el riesgo ni de encapsularse ni de marcianizarse, es decir, debe
escuchar y acompañar el proceso de las mayorías. No debe adelantarse al
descontento masivo, no debe hacer vanguardismo y tampoco alejarse del sentido
común y encerrarse sobre sus propias convicciones. Lo encapsulado es fácil de
aislar y extraer. La oposición debe abrirse a nuevos espacios, nuevos actores,
nuevos dirigentes, nuevas formas, discursos, creatividades, legitimidades.
Simplemente, debe esperar un poco y ser creativa: En democracia el que
agrede pierde. El gobierno para sostener su plan de concentración de la
riqueza, de monopolización económica, de endeudamiento, y de recorte de
derechos democráticos no va a poder evitar el uso de la represión.
Desgraciadamente, más temprano que tarde se verá obligado a agredir. Cuando eso
ocurra, los deseos imaginarios de una supuesta derecha democrática habrán
rodado por el suelo como bolita de pebete arrabalero.
Por lo demás, en estos tiempos de marketing barato, de discursos
vacíos, de gestualidades vanas, vale la pena recordar las palabras del
apóstol Santiago para estas Navidades: "Hermanos míos, si alguno dice que
tiene fe y no tiene obras, ¿de qué sirve? ¿Puede acaso su fe salvarle? Si un
hermano o una hermana están desnudos y les falta la comida diaria, y alguno de
vosotros les dice: "Id en paz, calentaos y saciaos", pero no les da
lo necesario para el cuerpo, ¿de qué sirve? Así también la fe, si no tiene
obras, está muerta en sí misma. Sin embargo, alguno dirá: "Tú tienes fe, y
yo tengo obras". ¡Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe
por mis obras! Tú crees que Dios es uno. Bien haces. También los demonios creen
y tiemblan. Pero, ¿quieres saber, hombre vano, que la fe sin obras es muerta?
¿No fue justificado por las obras nuestro padre Abraham, cuando ofreció a su
hijo Isaac sobre el altar? Ves que la fe actuaba juntamente con sus obras y que
la fe fue completada por las obras. Y se cumplió la Escritura que dice: Abraham
creyó a Dios, y le fue contado por justicia; y fue llamado amigo de Dios. Veis,
pues, que el hombre es justificado por las obras y no solamente por la fe. De
igual manera, ¿no fue justificada también la prostituta Rajab por las obras,
cuando recibió a los mensajeros y los envió por otro camino? Porque tal como el
cuerpo sin el espíritu está muerto, así también la fe sin obras está
muerta".
*Publicado en Tiempo Argentino
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