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En una vertiginosa semana, Cristina Fernández de Kirchner dio muestras de dolor y de temple. Pasó del brevísimo discurso por cadena del lunes, en el que agradeció el acompañamiento popular, a visitar dos territorios claves de la Argentina, como Córdoba y el conurbano bonaerense y desplegar su capacidad de retomar la gestión de gobierno y también de confirmar que, tras la muerte de Néstor Kirchner, la Presidenta es la figura central del escenario político.
Es más, tal como lo demuestran el afecto masivo y los números que surgen de los análisis de opinión pública, Cristina está en condiciones de gestionar y también de liderar el complejo mundo del peronismo y sus aliados. En amplios sectores de la militancia, el operativo clamor está en marcha. Es decir, de modo independiente del armado político que tradicionalmente hacen los dirigentes partidarios, esta vez la candidatura Cristina 2011 surge de abajo y parece no encontrar oposición. Más allá de que la desaparición física de Néstor es muy reciente y podría parecer una frivolidad mirar encuestas o pensar en campañas, la participación popular espontánea instaló a la Presidenta con una altísima imagen positiva. Aunque las mediciones tengan un componente emocional ante la pérdida de su marido, los encuestadores manejan números que indican que, si hoy hubiera elecciones, Cristina ganaría en primera vuelta y no sólo con el 40 por ciento sino por 10 o 12 puntos más. En los próximos días se publicarán encuestas que, por respeto al duelo, los consultores manejaron en reserva.
El sentimiento expresado en las calles no pudo ser disimulado ni siquiera por los medios más enemigos del Gobierno. En todo caso, Clarín y La Nación tuvieron un comportamiento bifronte: mientras sus editorialistas destilaban veneno, las fotos contaban el verdadero sentir popular, el que lloró a Néstor y apañó a Cristina.
Prisa.
Uno de los medios extranjeros que se apresuraron en manipular no bien murió Néstor fue El País, de Madrid. Su corresponsal en Buenos Aires, Soledad Gallego Díaz, publicó una nota que permite ponerla en la antología del antiperiodismo. Dijo que Cristina no podría conducir el justicialismo y destacó como figuras centrales de lo que vendría a Eduardo Duhalde, Francisco de Narváez y Mauricio Macri. Cabe recordar que el título de este artículo –“Cristinazo”– fue utilizado por ese diario español cuando en 2008 la Presidenta anunció la estatización de los fondos de jubilación privados. Por supuesto, en esa oportunidad, el diario del grupo Prisa presagiaba tormentas en Argentina. Ahora, para colmo, los españoles pagan el precio de la burbuja financiera que no advirtió ese diario y tienen que sufrir las recetas del FMI en su propio país.
Cristina escucha.
Uno de los hombres más cercanos a la Presidenta le hizo a este cronista una reflexión que puede ser un dato central para comprender que, además de coraje, ella dio cuenta de su capacidad para ser intérprete y representante de otros en el momento más doloroso de su vida. Durante los tres días de duelo, no sólo estuvo al lado del cuerpo de Néstor sino que desde allí puso todo su empeño en escuchar a cada persona que pasaba frente al féretro y quería transmitirle algo. Desde ¡fuerza! con lágrimas y la mano golpeando el corazón, hasta agradecimientos por la casa, el trabajo, la dignidad o la asignación por hijo. La decisión de Cristina fue no hablar, salvo para contener a quienes se quebraban emocionalmente. El ejercicio de la escucha habla del temple ante la pérdida. En el caso de una dirigente política en ejercicio de la Presidencia, expresa algo muy especial. Son pocos quienes pueden hacerlo.
A la redacción de Miradas al Sur llegaron infinidad de cartas de lectores, colegas y amigos que permiten entender la profundidad de la adhesión a esta mujer que está al frente del país. Una, elocuente y representativa, fue escrita por Paula Roffo, y dice así: “Querida Cristina, tengo 43 años, la misma edad que tenía mi madre, Beatriz Arango, cuando fue secuestrada el 24 de noviembre de 1977. Desde ese momento hasta 2003, he vivido y sufrido en soledad. Fueron más de 20 años de silencio, de miedo, de vergüenza y de una carga terrible. Gracias a Néstor Kirchner y sus políticas comencé a recuperar la palabra. Empecé a preguntar y preguntarme acerca de mi identidad. Fui perdiendo el miedo y empecé a buscarme, a correr velos... los mismos que él, y luego vos, están haciendo que la sociedad entera también vaya corriendo. De repente, no hace muchos años, dejé de sentirme un bicho raro, ser hija de desaparecida dejó de ser el estigma que era, comencé a convivir con ello de otra manera. Entendí que mi historia es la de todos. Y no tengo más que palabras de agradecimiento para los dos. Gracias Néstor. Gracias Cristina. Mis hijos y yo estaremos siempre presentes, alertas y comprometidos con el Proyecto Nacional y Popular, junto a vos. Por la memoria de mi madre y sus 30.000 compañeros, y ahora también por la memoria de Kirchner.”
El crimen de Ferreyra.
Hay suficientes indicios en la investigación judicial para creer que el brutal asesinato de Mariano Ferreyra no fue el exceso de un grupo de barrabravas. Cristian Favale, señalado por muchos testigos como el autor material, está en el complejo penitenciario de Ezeiza entre algodones. Si se quebrara, podría dar más pistas para confirmar si el armado de este asesinato coincide con la idea de que “querían tirarle un muerto a Néstor”. Si bien el centro de la investigación es –y debe ser– establecer quiénes mataron a este militante popular, no hay que descartar los móviles desestabilizadores que pretenden algunos enemigos acérrimos del Gobierno. Este periódico ya consignó en su edición del 24 de octubre que Favale forma parte de “la banda de Varela” y no es un dato menor. Se trata de un grupo de choque que actúa tanto para Defensa y Justicia –de Florencio Varela– como para Banfield, donde el ex presidente Eduardo Duhalde tiene un peso importante. Desde la desaparición de Jorge Julio López, ocurrida hace cuatro años, el Gobierno no se encontraba ante un crimen político. Y ése, que fue el único caso desde 2003, fue claramente una venganza de la corporación del terrorismo de Estado para sembrar terror entre los testigos y sobrevivientes de esa etapa negra del país. Esta vez, en cambio, el crimen de Ferreyra fue tratado, por los medios opositores, como surgido de un complot que salpicara al oficialismo. La rápida reacción de la CGT y del Ministerio de Trabajo para conjurar una deuda como el trabajo tercerizado sirvió para tomar distancia. A su vez, el trabajo de la fiscal Cristina Camaño permitió a la jueza Wilma López poner a los presuntos criminales entre rejas. La fiscal, no obstante, debió ser puesta bajo custodia ya que frente a su despacho, en la calle Paraguay, se estacionaron dos autos cuyas patentes no coincidían con los vehículos. Una vez que el personal de seguridad pudo constatar esta anomalía, los autos se fueron antes de que llegara la comisión policial. En lo más alto del Gobierno hay un gran interés para develar la trama política del asesinato.
Magnetto dixit.
Un alto directivo del Grupo Clarín hizo una revelación importante a un diplomático extranjero. Puso en boca del CEO del monopolio una expresión elocuente: “(Néstor) Kirchner se llevó puestos a (Julio) Cobos y a (Eduardo) Duhalde”. Traducido al lenguaje político significa que Magnetto considera que las acciones políticas de estas dos espadas son ineficaces y debe buscar otros políticos opositores como escudos protectores de su deslizamiento hacia una acusación por delitos de lesa humanidad y de la ilegalidad en la que Multicanal incurre al no permitir la emisión de CN23 y Telesur. Las desafortunadas expresiones de Margarita Stolbitzer y de Ricardo Alfonsín así como el insólito silencio de Elisa Carrió de estos días no parecen alcanzar como para reemplazar a Duhalde y Cobos, a quienes Magnetto asignó un valor trascendente. Cobos, por estas horas preocupado por su caída vertical en las encuestas, está meditando su alejamiento del cargo de vicepresidente.
El armado de Cristina.
Más allá del dolor, la Presidenta el martes tuvo en Córdoba un día importante de cara a las elecciones 2011. El peronismo de esa provincia, tan esquivo al kirchnerismo especialmente desde el conflicto de la 125, se alineó detrás de Cristina. Es altamente probable que José Manuel de la Sota sea candidato a gobernador y fue el gestor ante el Gobierno Nacional de las diferencias o reclamos del gobernador Juan Schiaretti. Dos días después, Cristina fue a Berazategui para mostrar que ella estará al frente de la relación con los intendentes bonaerenses que su marido llevaba adelante con tanto cuidado. En ese sentido, cabe consignar que no hay diferencias serias entre el proyecto de Daniel Scioli y la Casa Rosada. El gobernador irá por la reelección y dejará de lado cualquier intención presidenciable de cara al 2011. En todo caso, puede haber alguna tensión sobre si Scioli es el nexo con el complejo entramado de intendentes y dirigentes peronistas de la provincia o si Cristina podrá atender esa ardua tarea. Un grupo de dirigentes muy cercanos a Néstor, como el diputado Fernando Navarro o el intendente de Quilmes, Francisco Gutiérrez, están empeñados en que Cristina no tenga intermediarios. Aclaran que no se trata de concentración de poder sino de permitirle ejercer el liderazgo político del kirchnerismo después de esta bisagra, dolorosa pero que, pese al golpe de la muerte de Néstor, muestra al movimiento nacional en plena consolidación.
*Publicado en ElArgentino.com
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