Raúl Scalabrini Ortiz, fue un pensador, historiador, periodista,
filósofo y ensayista. También se destacó como ingeniero y diseñador ferroviario
siendo el diseño de los ferrocarriles en
nuestro país, un motivo de desvelo y preocupación que volcó en escritos y
conferencias. Trató así de demostrar cuáles eran los puntos claves que
determinaban la dependencia colonial de nuestro país hacia Inglaterra.
Nació en Corrientes el 14 de febrero de 1898 y falleció el 30 de mayo de 1959. Su padre, el naturalista Pedro Scalabrini, tuvo a su cargo la dirección del Museo de Ciencias Naturales de la ciudad de Paraná, en Entre Ríos. Raúl arribó a Buenos Aires para estudiar ingeniería en la Facultad de Ciencias Exactas. En 1923 edita sus primeros cuentos breves, y en 1931 publica El hombre que está solo y espera obra que le valió el reconocimiento de sus contemporáneos. A partir de esa fecha, comienza una incansable labor sobre la situación social, económica e histórica de nuestro país.
En 1933 forma parte de la
revolución radical yrigoyenista, junto a otros intelectuales de la época, lo
que le valió ser desterrado a Europa luego del fracaso de la revolución. En
Europa, visualiza con claridad el papel colonialista de Inglaterra sobre
nuestro país ya que la Argentina es considerada una colonia inglesa. Al decir
de los diarios europeos: “En materia económica hace tiempo la Argentina es
prácticamente una colonia británica” (1)
De regreso a la Argentina en 1935, se aproximó
a la Fuerza de Orientación Radical de la Juventud Argentina, quien con sus
siglas FORJA, marcó una etapa en la construcción del pensamiento nacional. Si
bien la trascendencia en las decisiones políticas, no fueron importantes, FORJA
inició una línea de pensamiento que luego tendría su continuación en la Teoría
de la Dependencia en América Latina. Las investigaciones de los integrantes de
FORJA se publican en sus reconocidos Cuadernos, y se hacen públicas en
conferencias y debates en su famoso sótano de la calle Lavalle 1725 en la
ciudad de Buenos Aires y en actos callejeros. Difundiendo el lema de “Somos una
Argentina colonial, queremos ser una Argentina libre”, desde FORJA se denuncian
las prácticas neocolonialistas y el aporte de las empresas y capitales extranjeros
para monopolizar aspectos claves de la economía argentina.
Dos hombres acompañan con su prédica y su
acción el itinerario de FORJA. Uno de ellos, dotado de capacidad intelectual y
política, fue el hombre combativo, el ideólogo activo, el creador de consignas
populares, es Arturo Jauretche. El otro, Raúl Scalabrini Ortiz, con quien
nuestro país mantiene una deuda de reconocimiento. A su inteligencia y
compromiso se debe el esclarecimiento del mecanismo financiero de la
dependencia que mantenía la Argentina con respecto a Gran Bretaña. Y es desde
los citados Cuadernos de FORJA, que Scalabrini Ortiz hace público su
pensamiento donde analiza la situación económica, social y política argentina.
Allí denuncia no sólo el sólido entramado entre los capitales extranjeros y los
intereses argentinos para dominar nuestro país, también habla de la complicidad
de la prensa y el silencio de la Universidad. Por eso dice: “Hay tantos
conceptos que destruir, tantas mentiras que denunciar, tantas ignorancias que
disipar, tantos despojos que impedir, tantas usurpaciones que desalojar…” que
abandona la tarea poética y se decide a transitar un camino de análisis y
reflexión intelectual para orientar al país en su derrotero nacional.
Scalabrini Ortiz observa en el
peronismo naciente, una verdadera fuerza nacional y popular y, aunque no acepta
cargos en el nuevo gobierno, le presenta
a Juan Domingo Perón varios trabajos sobre la nacionalización de los
ferrocarriles. Según nos cuenta Juan José Hernández Arregui: “Los ferrocarriles
de capital británico fueron adquiridos por el gobierno argentino el 1º de marzo
de 1948. Tal medida no fue una improvisación, sino que estaba en el programa
recuperador del movimiento militar de junio de 1943. El 10 de junio de 1944, se
realizó una comida en el Jockey Club de Punta Lara, a la que asistieron, el
coronel Juan Domingo Perón, y entre otros invitados, Raúl Scalabrini Ortiz. En
esa oportunidad Raúl Scalabrini Ortiz, por intermedio de un joven de FORJA,
René Orsi, le hizo llegar al coronel Perón un mensaje escrito, requiriéndole
sobre su pensamiento acerca de los ferrocarriles. Juan Domingo Perón, se acercó
a Scalabrini Ortiz, y le manifestó que si se lograban superar las dificultades
de todo orden que se oponían a la revolución nacional, una de las primeras
medidas sería la compra de la red ferroviaria”
(2)
Fiel a su pensamiento, se opuso a
la revolución de 1955 que derroca a Perón porque considera que de esta forma,
retornan las fuerzas oligárquicas que se benefician con la dependencia económica
de la Argentina.
Scalabrini Ortiz tuvo conciencia
del valor de lo colectivo. Demostró que es invencible, cuando allí abrevan la
inteligencia y la voluntad de un pueblo que toma conciencia de su dependencia y
de los mecanismos para la liberación. En un escenario impuesto por las minorías
extranjerizantes que condicionaron la existencia histórica de la Argentina y la
lucha de su pueblo para la emancipación nacional, todo lo extranjero es
superior e intocable, todo lo nativo despreciado e inferior. A Scalabrini Ortiz
le debemos, entre otras cosas, las premisas nacionales de la lucha
antiimperialista. Sobre su obra: El
hombre que está solo y espera, comenta: “Yo realzaba en mi libro las virtudes
de la muchedumbre criolla y demostraba que su valoración no debía emprenderse
de acuerdo a las reglas y cánones europeos: daba una base realista a la tesis
esencial de la argentinidad y sentaba la tesis de que nuestra política no es
más que la lucha entre el espíritu de la tierra, amplio, generoso, henchido de
aspiraciones aún inconcretas y el capital extranjero que intenta constantemente
someterla y juzgarla.”
El hombre que está solo y espera,
es él mismo. Pero la diferencia entre él y la mayoría de los escritores de su
tiempo, es que Scalabrini Ortiz, cree en el pueblo. Siempre medita y escribe
sobre el destino argentino y el de América Latina. Y confía en el reencuentro
de la intelectualidad y el pueblo, llevado a cabo por la juventud americana.
Tal vez, la fuerza de la multitud de
argentinos y americanos, haya sido la única fe de este hombre extraordinario.
*Docente y escritora
Integrante de DESARROLLO Y
EQUIDAD(1) Burton, Wilburn: “The Spectator”, Londres, 1933
(2) Hernández Arregui, Juan José: “La formación de la conciencia nacional” (Ed. Plus Ultra, Bs.As., 1973)
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