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Sembrar
la ignorancia y la confusión, considerada ésta no ya como falta de
información sino además como construcción mal intencionada de la
realidad, es lo que abunda en estas épocas electorales. En el caso que
nos ocupa, el metamensaje es bien clarito: “La plata de los jubilados”.
Una muletilla que sirve para degradar el extraordinario acto fundacional
del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner al recuperar los fondos
de jubilaciones y pensiones, devastados en los ’90 por las AFJP, para
reconstruir un sistema previsional sólido, inclusivo y crecientemente
justo, que incluye después de muchos años el derecho de la movilidad
jubilatoria para todos los argentinos.
Pero, ¿qué es “la plata de los jubilados”? Es un eufemismo que
refiere a los fondos de la seguridad social que, como cualquiera puede
verificarlo, se integran con los aportes de los trabajadores activos,
contribuciones patronales y también con impuestos como el IVA, que pagan
todos los argentinos en calidad de consumidores, estén registrados o
trabajen en negro. En la Argentina de hoy, la mitad de esos fondos
proviene de aportes y contribuciones, y la restante mitad de impuestos
como el IVA.
Pero ese eufemismo constituye una mentira monumental. Los fondos de
la seguridad social son de los jubilados, pero también de los
trabajadores activos.
Porque la seguridad social siempre tuvo dos grandes pilares: las
jubilaciones y las asignaciones familiares. Es decir, esos recursos son
generados por los activos (trabajadores), desempleados (como
consumidores) y empleadores, pero los consumen los jubilados, los
trabajadores y desempleados (todos aportantes).
En este contexto, la Asignación Universal por Hijo es la
universalización de las Asignaciones Familiares. Es decir, la extensión
de ese beneficio a todas las familias de nuestro país,
independientemente de si las mismas están integradas por trabajadores
registrados o no registrados, o si se encuentran circunstancialmente
desocupados. La AUH ha permitido igualar derechos, es justicia social,
porque finalmente todos somos aportantes.
Quienes repiten clichés sin sentido deberían ser conscientes de que
al hacerlo están descalificando y restringiendo derechos (por no decir
robándoles sus aportes impositivos) a nuestros compatriotas más
desprotegidos y apañando, por ejemplo, a jueces de nuestro país que,
usufructuando sus regímenes de privilegio, se han auto-otorgado
corporativamente jubilaciones exorbitantes de hasta más de 60 mil pesos.
Por eso es fundamental aclarar que jamás se utilizaron, ni se
utilizarán, para otros fines los recursos de la Anses destinados a
jubilaciones y asignaciones familiares. Ni de las actuales, ni de las
futuras. Es una mentira flagrante la que el intendente de Tigre pasea
estos días por la escena mediática electoral, señalando que “la plata de
los jubilados” se usa para comprarles computadoras a los estudiantes
secundarios.
Esta mentira se instala a partir de la circunstancia de que es la
Anses, por sus reconocidos méritos como implementador y administrador de
políticas sociales, la encargada de la provisión de las netbooks del
Programa Conectar Igualdad. Estas recientes afirmaciones del candidato a
diputado también van completando un cuadro de ideas, esto es, un futuro
proyecto de gobierno: devolverles las AFJP a los bancos, volver a tomar
deuda externa y, ahora, quitarles las computadoras a los estudiantes.
Por eso no ha dudado, ni siquiera a riesgo de caer en el ridículo,
en descalificar al programa de inclusión digital más importante del
mundo, que hasta ahora no ha recogido otra cosa que elogios por parte de
la comunidad educativa del país y del exterior. Por primera vez en
mucho tiempo tenemos un proyecto de país inclusivo. Por eso es pura
especulación oportunista denostar un proyecto que ha revalorizado el
concepto de Patria, tiene la mirada puesta sobre el otro y su desvelo en
lograr la felicidad del pueblo.
* Director del Instituto Ortega y Gasset de la Argentina.
*Publicado en Página12
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