Por Roberto Marra
Ay!, que vivos son los ejecutivos
Que vivos que son, del sillón al avión
Del avión al salón, del harén al edén
Siempre tienen razón
Y además tienen la sartén
La sartén por el mango y el mango también.
“Los ejecutivos”, de María Elena Walsh
Desde hace mucho tiempo (demasiado) se nos ha inculcado, a través del aparato comunicacional casi monopólico, con la colaboración estúpida de muchos dirigentes políticos, sindicales y sociales, que no hay que señalar a los empresarios como enemigos de los intereses del Pueblo, que son parte indispensable de la estructura económica, que generan trabajo y otras tantas linduras por el estilo. Pero la realidad demuestra que, aún cuando exista ese tipo de empresarios honestos y propulsores del desarrollo inclusivo, la mayoría termina por ceder ante los poderosos integrantes de las grandes corporaciones empresariales, cuya dedicación al desprecio del resto de la sociedad es tan obscena como evidente.
Creídos de su papel de liderazgo en la sociedad a la que esquilman con sus precios inauditos y sus supuestos “esfuerzos” por el País, andan por la vida apoyando cuanto gobierno antinacional y antipopular surja de las componendas del Poder Real al que pertenecen o se subsumen, para colaborar con la anulación de derechos laborales de sus trabajadores, con la brutalidad represiva de las lógicas protestas sociales y con los invasores imperiales a los que terminan sirviendo con tanto empeño antipatriótico.
Fueron el sostén y los “ganadores” durante la dictadura, los beneficiados por el uno a uno, los que fugaron los dólares mal habidos antes del corralito de Cavallo, los defensores del endeudamiento atroz del macrismo, tanto lo como son, ahora mismo, del bruto con iniciativa (ajena) que nos está destruyendo la Nación y la vida.
Sí, se sabe que no es la totalidad del empresariado quien actúa con semejante actitud despreciable y despreciativa. Pero el resto hace poco y nada por cambiar semejante estado de cosas. Más bien intenta seguir los pasos de los especuladores y bandidos que conducen las entidades que los agrupan, esas “cámaras” que ofician de lobbies ante el pequeño poder político que asumen los poderes del Estado.
Ahora, cuando la destrucción de la estructura económica y financiera provocada por esta runfla de personajes antisociales gobernante que está haciendo añicos el porvenir de millones de trabajadores, cegando la vida digna de otros tantos inocentes niños arrojados a la suerte del abandono absoluto del Estado, multiplicando los dolores de quienes les sirvieron en otras épocas y se jubilaron con la esperanza de no sufrir semejante desatino sobre sus hombros vencidos; ahora aprietan más las “tuercas” del desprecio, se asocian al empeño destructivo de las bases elementales del desarrollo productivo, adhieren con desparpajo a los postulados antinacionales, se suman al proceso de derrota cultural y social, y todo con el solo fin de sentirse partícipes de la destrucción del “alter ego” de todos sus empeños: el fin del peronismo.
La brutalidad es parte del “ser empresarial”, cuando de relaciones con sus trabajadores se trata. El “chupamedismo” es un sentimiento culturalmente potenciado por el miedo a la pérdida del trabajo por parte de esos laburantes. El arrastre de viejas caracterizaciones de ese sector social de mayor poderío económico, sigue generando falsas necesidades de sometimiento a los designios de sus deseos por parte de los gobiernos populares. Mientras la sociedad, sumatoria de estas y otras tantas condicionantes culturales, termina por aceptar las verdades de sus verdugos como indispensables, y sus prevalencias por sobre los demás sectores sociales, como lógicas.
Cambiar, entonces, es dar vuelta semejante condición retrasante, eliminando el temor a estos paradigmáticos personajes de saco y corbata que se pretenden superiores, que son, en realidad, victimarios de nuestro futuro, arrogantes manifestaciones de un pasado que se niega a morir, muestra inapelable de una historia que debemos modificar poniendo fin a sus poderíos con la fuerza mayoritaria de un Pueblo consciente de su soberanía y partícipe indispensable de la construcción de la liberación más auténtica: la de la Justicia Social.
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