Los espejos devuelven las imágenes invertidas. De igual forma, los discursos de algunos funcionarios deben ser tomados como reflejo espejado de la realidad a la que aluden, puesto que no hacen sino dar vuelta los sentidos de las palabras que utilizan, de manera de confundir a sus interlocutores y, lo más importante, a la masa de seducidos por la parafernalia mediática, un auténtico “espejo” de las verdades que giran a su antojo en su eje racional.
Vivimos una vida rodeados de espejos virtuales, donde se reflejan lo que no somos, lo que no sentimos, lo que no tenemos. Las pantallas de televisores, computadoras y celulares son esos espejos donde se retuercen las autenticidades, dando lugar a creencias fantasiosas a las que se les otorgan el carácter de realidades incontrastables. Somos como “Alicias” en países de maravillas, pero con las maravillas devaluadas tanto como el peso. Ahora se nos cataloga como “orcos”, por parte de algunos señores de anillos poderosos que anulan nuestros derechos y nos someten al escarnio de sus miserables procederes.
Apilamos décadas de infamias espejadas por el Poder como benéficas acciones para un futuro que está anulado desde el mismo momento en que lo explican. Cargamos con el peso de discordias fabricadas por el enemigo de nuestras prosperidades, reflejos de sus ambiciones infinitas y de nuestras pasiones dispersadas. Ignoramos la historia levantada con las propias manos de nuestros ancestros, espejados también por los “ganadores” del perverso sistema, como nuestros enemigos, base elemental para el olvido mayoritario de las capacidades populares.
Tal vez esa antigua creencia en la mala suerte provocada por romper un espejo, no sirva para explicar las desgracias populares. Incluso puede que sea al revés, que sea necesario romper todos los espejos fabricados por nuestros enemigos, hacerlos trizas contra el suelo contaminado por sus obscenidades, como método para abrirse a las realidades escondidas por las máscaras del horror gobernante en sus períodos de anulación de derechos.
Es probable que la liberación pase por hacer estallar las irrealidades, empujarlas al abismo de los malos recuerdos, hacer añicos las inmoralidades reflejadas en los ojos de los sometidos, para hundir en el fango de la historia mal contada a tantos relatores de falsificaciones, los dueños de la semántica de la perversión que propician los espejos deformantes de lo humano. Transcurrimos tiempos hediondos de miserabilidades, plenos de grotescas manifestaciones de los peores sentimientos inhumanos, dueños del cinismo más procaz, donde el atropello a la razón es lo cotidiano.
Resulta imprescindible, ahora mismo, la reacción revolucionaria, la construcción de nuevas estructuras alimentadas con las razones de las banderas que muchos nunca rendimos. Es imperioso hacerlo de forma virtuosa, limpiando el proceso unitario de egolatrías y vanidades espejadas del propio enemigo, alimentando los liderazgos de los que nunca se rindieron ni se achicaron ante los poderosos. Y elevar al cielo del conocimiento a las mayorías obnubiladas por los espejos torcidos de quienes nos quieren derrotados moralmente para terminar con su sucia tarea destructiva de esta Patria desvencijada, pero profundamente nuestra.
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