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Hay
muchos ejemplos de “doble cara” en la política, pero ninguno
llega a las alturas del autodenominado “socialismo” santafesino.
Asumidos como “progresistas”, exponen ciertas propuestas de
gobierno y ejercen determinadas acciones en un sentido que se
corresponde con la definición esperada de esa palabra tan
bastardeada. Pero, a poco de andar, descubren su otra cara, la que se
adapta a las premisas que el neoliberalismo económico y las
urgencias politiqueras les imponen.
Para
muestra, basta el botón del actual gobernador, tan dubitativo para
determinar de qué lado se ubica en esto de ejercer la
responsabilidad de conducir la Provincia de Santa Fe, cuando el
desarrollo de la acción destructiva del (des)gobierno nacional
afecta tan profundamente al Pueblo para el que le toca cuidar sus
intereses. Muy lejos de hacerlo, actúa como aliado de esa runfla de
extractores de beneficios populares en beneficio de sus miserables
objetivos de acumulación de riquezas a costa del sufrimiento de la
mayoría de la población.
Sus
dudas permanentes le hacen poner un pie en cada plato, en el popular
y en el oligárquico, lo que solo retrasa las decisiones que esperan
los que sufren las consecuencias de sus ineptitudes. Se reune
sonriente con un ministro nacional que le promete lo que sabe que
nunca vendrá y, al poco tiempo, se queja de los incumplimientos que
sabía inexorables. La reverencia es parte de sus movimientos, pero
solo ante los poderosos.
Sin
embargo, no se trata solo del actual gobernador. También el anterior
hace de las suyas en esto de tirar piedras para ambos lados, con la
pretensión de parecer el inexistente punto medio que tanto cacarean
los que no se juegan por nada. Encerrado en la defensa de un ¿error?
de su etapa de gobierno, exagera sus ataques a quienes le señalaron,
a su debido tiempo, las características de quien fuera nombrado jefe
de Policía de la Provincia, ahora liberado por falta de pruebas
suficientes. Se sabe, claro, que la culpa de todos los males siempre
la tiene... Cristina.
Nada
mejor que encontrar un responsable ajeno para lavar el mugriento sayo
propio. Nada mejor que aliarse con el enemigo de su adversario para
prevalecer sobre él. La complicidad con los (muy) sospechosos
cómplices de delitos graves, parece no afectarles tanto como la
calificación de “narco-socialistas” de algún funcionario del
gobierno nacional anterior, a quienes atacan con el denuedo propio de
los desesperados por no perder el espacio de poder que les otorga...
el verdadero Poder.
Sus
aparentes ofensas solo son una cortina de humo. Más temprano que
tarde, cuando la debacle financiera nacional toque fondo (justamente,
gracias al Fondo), tratarán de recomponer alianzas para no perder
del todo sus privilegios. Mostrando el lado “izquierdo” de sus
caras de piedra, sabrán apurar algún “arreglo” con el populismo
que defenestran a diario, tanto o más que los fabricantes del odio
de clase que destruyen la Nación.
Ubicuos
por excelencia, se los ve con todos al mismo tiempo, olvidando
principios o exigiéndoselos a quienes siempre lo sostuvieron de
verdad. Mediopelo provinciano con amnesias temporales, persisten en
sus construcciones alejadas de la sustancia popular, arraigadas antes
en algunos laboratorios politiqueros universitarios con ínfulas de
representatividad de un “socialismo”, cuya significado originario
solo usan para recortar sus fracasos y ocultar sus mutiladas utopías.
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