Por Roberto Marra
Se juega mucho más que algunas diputaciones o senadurías. Se arriesga mucho más que correlaciones de fuerzas parlamentarias. Se ponen sobre el tablero de la realidad mucho más que liderazgos de ocasión o prevalencias grupales internas. Se determina mucho más que simples proyectos de leyes o propuestas de alianzas eventuales para votaciones ocasionales. Están en juego la sobrevivencia de los hambrientos, la salud de los enfermos, la dignidad de los trabajadores, la continuidad de las producciones agrarias, la capacidad de desarrollo industrial, la ciencia y la tecnología, la reproducción de la energía, la misma esencia nacional que alimentara, hasta no hace tanto, el sentimiento de pertenecer a una Patria. Es demasiado importante como para dejar semejantes desafíos sólo en manos de los candidatos. Es demasiada tarea para ponerlo sólo a cargo de sus supuestas capacidades. Es mucha labor por delante, mucho reto para confiar sólo en representaciones, demasiada obra inconclusa de una historia que siempre abandonamos en las manos de quienes, para construir la Nación justa, libre y soberana, deben ser sostenidos por el protagonismo de un Pueblo que nunca más deberá ser el convidado de piedra en la mesa del poder.
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